¿Cómo son los días del cura Juan Diego Escobar Gaviria, preso desde el 21 de abril de 2017, en la Unidad Penal de Victoria?
¿Qué hace un sacerdote reo durante casi un año, con sus días y sus noches, alejado de todo lo que conoció, puesto en una locación diferente a su cotidianeidad, rodeado de presos; él, un preso más?
El cura fue condenado el 6 de septiembre por haber abusado a cuatro menores en Lucas González, sitio al cual llegó en 2005 y de donde salió, de apuro, a finales de octubre de 2016, tras una primera denuncia presentada en la Justicia. En tres casos se lo acusó de promoción de la corrupción de menores reiterada, agravada por su condición de guardador; y en uno por abuso sexual simple agravado por ser cometido por ministro de culto.
El fallo condenatorio de Escobar Gaviria contiene 304 páginas, en las que se encuentran todas las actuaciones del caso. Desde las primeras testimoniales tomadas a los menores cuando denunciaron los abusos, hasta las declaraciones de testigos –familiares, amigos, colaboradores de la parroquia-, y otros elementos que le permitieron al Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguay llegar a la conclusión de que Escobar Gaviria cometió abusos, condenándolo a una pena proporcional a la gravedad de los delitos: 25 años de prisión efectiva.
La presidenta del Tribunal, María Angélica Pivas, fue quien realizó el voto al que adhirieron los vocales Cadenas y Crespo. Entre las frases más contundentes de la resolución se encuentra la siguiente: “Las conductas reprochadas fueron realizadas personal y directamente por el acusado (art. 45 del C.P), como así también las mismas se perfeccionaron con el pleno conocimiento y la voluntad de realización de actos de contenido sexual que contaban con las características exigidas por los tipos. Escobar Gaviria actuó, en todos los casos, con intención y voluntad, en todos los casos, quiso lo que hizo e hizo lo que quiso”.
La condena a 25 años de cárcel no está firme -está en apelación ante la Cámara de Casación Penal- pero la Justicia decidió mantenerlos tras las rejas por el riesgo procesal de fuga. Está con prisión preventiva. El 21 de abril, cumplirá un año en esa situación.
¿Qué hace Escobar Gaviria en la cárcel?
Nada.
Tiene vida de un sedentario: no participa de los talleres a los que se suma el resto de los presos: sólo lee y mira televisión.
Sus seguidores -hay fieles católicos que descreen de lo que la Justicia falló, y lo consideran inocente- han echado a correr la versión de que en la prisión ha creado una especie de sucursal de su negocio espiritual, las misas de sanación, pero las autoridades del Servicio Penitenciario de Entre Ríos lo desmienten.
«Tiene las visitas habituales, las de cualquier interno», asegura José Osuna, director de la Unidad Penal N° 5 de Victoria.
Silvia Muñoz, la mujer que primero lo denunció a Escobar Gaviria por los abusos a los que sometió a su hijo, R, la primera víctima, mostró su malestar por los viajes continuos que se organizan desde su pueblo, Lucas Gonazález, hacia Victoria: un contingente que semanalmente está junto al cura en la cárcel, contó.
«Acá en Lucas -contó a Entre Ríos Ahora– hacen misas barriales por él y viajan y le llevan cosas para que coma; hacen filas para ir a visitarlo».
El jefe del penal dice que no hay trato preferencial para Escobar Gaviria ni contingentes, y que las visitas que recibe ocurren en las jornadas habituales: miércoles y domingo.
«No -dice Osuna-: el cura tiene los mismos días de visita que el resto de los internos; a veces recibe, como también pasa con los demás, la visita de gente de afuera, que pueden venir cualquier día de la semana. Las visitas son miércoles y domingo. Pero si la persona es de afuera -de afuera de Victoria, y eso lo comprobamos con el DNI- puede visitarlo cualquier día de la semana. Esto ocurre con el cura uno o dos veces a la semana; quizá tres. Pero eso pasa con los otros internos también».
Osuna dice que la mayoría «viene y toma mate con el cura, como hacen todos; en su caso, la gente que lo visita dice que viene en calidad de amigo. Como es de Colombia, todo los que vienen son amigos, no familiares. Vienen acá, toman mate y qué se habla en esas reuniones, realmente no lo sé. Eso sí, no puede celebrar misa ni hacer bendiciones. Pero sí, viene gente de afuera, que no es de Victoria».
Osuna dice que lo extraña la rutina sedentaria del cura.
Un día quiso saber por qué: entró al pabellón y le preguntó.
«Una vez entré y lo saqué a hablar, porque pensé que estaba deprimido, o algo por el estilo. Y no. Me dice: ´Mi vida es así. Yo me manejo así. Soy sedentario´. Está ahí, mira televisión o lee en el pabellón en el que comparte con los otros internos», dice Osuna.
-¿No lo incorporan a las tareas que hacen los otros internos?
-Nosotros no lo podemos obligar a que participe en los talleres ni a estudiar. Así que lo dejamos.
Su única actividad son las «auto misas», todos los días de la semana, a las 5 de la tarde.
Después, vuelve a su rutina habitual: no hacer nada.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.