Al whatsapp del grupo de padres de la escuelita de básquet del club acaba de entrar un mensaje. Es un audio de 4 minutos 52 segundos que alerta sobre la posibilidad que drag queens puedan dar clases en los colegios. Sí, así como leen es lo que se escucha.

Lo comparte una madre que no conozco, ni tengo agendada, ni me interesa conocer a esta altura. El mensaje de whatsapp interrumpe en medio de la siesta, y no puedo evitar oír toda la cháchara en la que, hacia el final, agita una consigna: ir a una marcha al Congreso Nacional, el 28 de octubre, a las 17, bajo la consigna “Con mis hijos no te metas”.

A continuación entra otro mensaje. Es una placa, de fondo mitad celeste y mitad rosado, con la invitación a la concentración local, en la Plaza Mujeres Entrerrianas, de Paraná, el mismo día y a la misma hora. Y ahí ya me terminó por desvelar. Y me pregunto si lo que estoy padeciendo puede ser real.

Que una señora, con una tonada cordobesa, nos alerte sobre la existencia de un proyecto en el Congreso maquinado “a la luz de la ideología de género” para que personas externas a las escuelas puedan entrar “a educar a las chicas”. Personas que podrían ser travestis o de la comunidad LGTB. Y pienso en lo glorioso que sería que una drag queen pueda dar clases en estas tierras pastoriles. Y no puedo evitar recordar a “Las aventuras de Priscilla, reina del desierto”, esa maravillosa película que transcurre en los agrestes paisajes australianos.

En el audio se intenta aclarar, después que ya generó el clima de pánico, que el problema no es que drag queens den clases, sino el contenido que se les va a dar a los chicos, porque la “Ley de Género” –así dice vagamente– “no es tolerancia, no es respeto para la diferencias, no es el mundo que les toca vivir a nuestros hijos”.

Eso, dice el audio, es algo muy “pernicioso” para la “mente” de los chicos, ya que “ellos pueden y tienen derechos a indagar sobre su propia sexualidad, buscar qué es lo que son realmente, que tienen que dejar de lado sus atavismos culturales con los que sus padres le han dicho que son varón y mujer”.

Y cuando vuelvo a preguntarme qué hice yo para entrar en este grupo, que no lo pedí, pero que no puedo quedar afuera de las actividades de mi hijo, vuelvo a escuchar el audio, porque no caigo todavía cuando plantea el escándalo que sería que le enseñen “técnicas de masturbaciones”, cuando por no ser materia obligatoria después sucede lo que sucede con las madres y padres reenviando audios de Whastapp a diestra y siniestra.

Al final, el mensaje no escatima clase de historia latinoamericana, con arenga incluida, y alude que en Perú y Chile se levantó un millón y medio de personas para erradicar la “ideología de género” y lo lograron. “La batalla vino para acá”, advierte, pero reconoce que en Argentina “estamos como dormidos”. Y ahí entiendo el porqué del horario en el cual la madre de básquet envió el mensaje.

Y vuelve, y repite, y me da jaqueca ese machacar de los “valores” que se pierden, y los “valores” que están en juego, pero que no pega con nada cuando dice que el género es ideología porque no es científico y entonces, ¿en qué quedamos?

Tomo la iniciativa entonces que nunca tuve para intervenir en este grupo, y me aliento diciendo que a esto hay que cortarlo por lo sano, y les digo que nadie les pregunta a los chicos antes de entrar a la cancha de qué religión es o si profesan alguna y pido que no manden más este tipo de mensajes. Gracias.

Silvio Méndez

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.