Un relato en una red social –un hilo de Twitter- puede servir para contar un viaje, dar a conocer un hecho, semblantear un personaje o poner en evidencia de qué modo una víctima de violencia de género transita el árido camino de denunciar, primero en la policía, después en la Justicia, y el trato arisco que a veces recibe, una indiferencia que la mayoría de las oportunidades puede traducirse en revictimización.
El 30 de septiembre, Verónica Curvale (@remalamadre en Twitter) publicó este tuit: “Voy a relatar la secuencia de la violencia y la situación de la víctima que quiere salir”. Lo que siguió es una crónica detallada de un caso de violencia de género y de la situación de una víctima, CM, y del denunciado por violento, MC, y de los tropiezos, los malos entendidos, la indefensión y la falta de respuesta del sistema.
“Después de dos meses de sometimiento y situaciones de violencia de las que creía que podía salir sola, un día la encierra con llave y le dice qué va a hacer ahora, indefensa. Trata de que se tranquilice, se duerme, y ella se escapa. Va y hace la denuncia”, cuenta Verónica Curvale sobre la historia desgarradora de MC.
No fue suficiente esa situación espantosa para proceder con lo que el protocolo de sentido común. “Le dicen –dice @remalamadre- que con eso no lo pueden detener. Que ella llame cada vez que se acerque y que si todas hicieran la denuncia (?) No terminarían muertas AJÁ”.
Voy a relatar la secuencia de la violencia y la situación de la víctima que quiere salir
— Tana (@remalamadre) September 30, 2021
“Ella –continúa el relato- abandona su casa, está refugiada en lugares que él no conoce. Su hija, con 8 meses de embarazo, en otra casa. Vamos a una unidad de violencia, nos mandan a otra”.
Es 30 de septiembre. Jueves. Ese mes en el que todo el mundo dice que hay que estar bien, y feliz, y sonriente.
MC no estaba en nada de eso. Estaba procurando visibilizar su caso en la Justicia, que tiene ojos vendados y manías perezosas.
Es 30 de septiembre, entonces. La denuncia de MC tarda 48 horas en encontrar la forma de un expediente judicial. “Mientras tanto vamos por la calle y estamos en la oficina con miedo de que aparezca. Ni siquiera fue a la panadería para no exponerse”, sigue el relato en Twitter.
Entonces, deciden ponerle prisa al trámite y acuden a la Fiscalía de Género. “Venimos a hacer la denuncia a Fiscalía para que entre más rápido. Ya le va contando todo lo que pasó a 5 personas en total”, revela, y agrega: “El tipo anda en la calle, sin pedido de captura, sin riesgo legal. Queremos conseguir la restricción mientras planeamos los próximos 10 días, cómo vivir mientras tanto”
Entonces, la Justicia le pone un primer freno. “En Fiscalía no le toman la denuncia, hay que esperar que entre la de la policía. La denuncia de la Policía que firmó en estado de shock no dice nada de lo que ella contó. Ni privación de libertad, ni amenaza de muerte, NADA”. Y en la Justicia le empiezan a enseñar el abecé de la amansadora: “Tiene que pedir ampliación de denuncia en Fiscalía. Mientras tanto, mirando para todos lados, pidiendo custodia en el trabajo. Presa”.
Sale con las manos vacías de la Fiscalía. «´Volvé a las 12,30´. Con eso salimos de Fiscalía, con una promesa de que dentro de 2 horas SI NO TE MATA vuelvas”.
Es 30 de septiembre y Verónica Curvale escribe y llora. “Escribo y lloro. Igual no importo yo. Pero no quiero tener que marchar por mi amiga muerta. La impotencia es inmensa”.
Hay que buscar caminos alternativos, entonces. ¿Todos saben de esos senderos? ¿Hay conciencia de que es preciso tomar atajos cuando nadie, nada da respuestas?
“Ahora -sigue el relato- fui a hablar con el funcionario y dijo que la guardemos. Que no venga más a trabajar para que no pueda encontrarla ni seguirla. BIEN”.
Finalmente ocurre. “Llegó la denuncia de la comisaría a Fiscalía. Vinimos para que amplíe y pongan todo lo que la cana no puso. Además hay que pedir averiguación de paradero porque si no se notifica, no pueden tomar medidas”.
Aprendieron algo en la emergencia, en ese ir y venir, llamar, mandar whatsapp, conseguir contactos, autoabastecerse de justicia y protección. “Desde la Subsecretaría de la Mujer nos asesoraron que en la denuncia figure la averiguación de paradero porque el agresor no tiene familia en esta ciudad y no se sabe dónde está desde que ella lo pudo sacar de la casa”, sigue.
“Con la averiguación de paradero se le da injerencia a Investigaciones y ahí deben localizarlo para notificarlo de la denuncia y las subsiguientes medidas”: otro aprendizaje sobre la marcha de esta espiral de desprotección.
En las oficinas de Fiscalía no encuentran contención ni condescendencia, ni acompañamiento: le vuelcan encima un interrogatorio indolente:
-¿Para qué querés saber dónde está?: mejor si no sabés
-¿Qué tanto te interesa ubicarlo?
-¿Si lo notificamos, va a calmar tu ansiedad?
No. No pusieron en la denuncia pedido de averiguación de paradero.
“La denuncia es por hostigamiento. La realidad: ´Si vos me dejás te tengo que matar´. ´No vas a salir viva de acá´. ´Las voy a prender fuego a vos y a tu hija’ «: los mensajes del agresor.
Ahora es 5 de octubre. Martes.
Dice en su relato de Twitter Verónica Curvale: “Llegó la orden de restricción. 200 mts para ella y la hija, por 90 días. Nunca asentaron lo que ella denunció de que el agresor no tiene domicilio acá y no sabe dónde está parando. Se agarraron de lo que contó que alquiló un depto por 24 hs, y a la notificación la mandan a ese domicilio”. La Justicia tiene los ojos vendados.
Miércoles 27 de octubre. “A cuántas personas ya le contó que se metió con un tipo que la cagó a palos y la amenazó de muerte? 4 en la comisaría, dos en Fiscalía, consulta en la Secretaría de la Mujer, 2 llamados al 911, mensajes a las chicas del Programa más una entrevista presencial, citación Fiscalía”. La enumeración del sinsentido.
Más todavía: “¿Cuántos papeles lleva en la cartera? ¿Cuántos miedos lleva en el cuerpo? ¿Cuántas marcas en la psiquis? ¿Cuánto tiempo pasará? ¿Cuándo volverá a tener una vida más o menos normal?”.
Mientras tanto transcurre lo que transcurre en el mundo real que está afuera de Tribunales: “Mientras tanto, el psicópata”.
Ahora es 16 de noviembre. Martes. Nada bastó: ni la cantidad de funcionarios que escucharon su caso, el tiempo invertido, las denuncias hechas, los expedientes armados. “Hoy mi amiga llegó a su casa y tenía la puerta barreteada. El tipo revolvió todo y se llevó las denuncias y una foto de ella. ¿Y ahora qué? ¿Seguir esperando?”, se pregunta.
Pasó más de un mes. “Acaba de ir a la comisaría. Hicieron un pedido de tobillera electrónica, tampoco lo detienen por violar el domicilio. La vida de las mujeres vale menos que un celular. El violento no ha pasado ni un par de horas preso por nada”.
La causa sigue, la angustia también: todo quedará asentado en un expediente de papel que tendrá un destino incierto.
No hay final. No tendría por qué. Los finales son siempre abiertos. Ojalá no sea el peor.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora