Bajo la consigna “Justicia por Santiago Maldonado”, se convocó a una marcha para este miércoles, a las 17,30, desde Plaza 1º de Mayo hasta el edificio de Gendarmería, en Avenida Alameda de la Federación y Santa Fe.
La convocatoria se lanza, dijeron los organizadores, “a tres meses de la desaparición forzada de Santiago Maldonado, cuyo cuerpo apareció sin vida 78 días después de la represión de Gendarmería”. Por eso, en Paraná “nos sumamos al llamado de la familia y de los organismos de derechos humanos para manifestarnos en todas las plazas del país y del mundo para no permitir que este crimen de Estado quede impune”.
El caso aparece, tres meses después de la desaparición de Santiago Maldonado, sin respuesta, sin resolución. Una muerte que no haya explicación.
El martes 17 de octubre, 79 días después de la última vez que Santiago Maldonado fue visto con vida, bomberos, prefectos y perros llegaron al predio que ocupa la comunidad mapuche Pu Lof en Cushamen, al pie de los Andes en la Patagonia argentina, para hacer el cuarto rastrillaje en busca del joven desaparecido.
Faltaban cuatro días para las elecciones legislativas en Argentina y el deshielo fluía fuerte sobre el río Chubut. El prefecto Leandro Ruata, quien había coordinado las búsquedas anteriores, le había sugerido al juez de la causa —caratulada como “Desaparición forzada”— hacer un rastrillaje más “debido a las características que presenta el curso de agua”.
Antes de las 13,30, en un codo del río, a unos cincuenta metros de donde habría sido visto por última vez, un buzo se topó con un cuerpo que no se avistaba desde la orilla: estaba en posición fetal atascado entre las ramas. Cuando lo revisaron tenía una cachiporra en un bolsillo y el documento de identidad de Santiago Maldonado en el otro. Sergio Maldonado —hermano de Santiago— y su mujer, Andrea Antico, permanecieron en el lugar mientras duró el trabajo de los peritos. Velaron el cuerpo desde la orilla durante siete horas: “No confiamos en nadie”, diría más tarde Antico en la conferencia de prensa.
En la autopsia, que se hizo dos días después en la morgue judicial de la ciudad de Buenos Aires, Sergio Maldonado reconoció el cuerpo: identificó a Santiago por los tatuajes. El juez federal a cargo de la causa, Guillermo Lleral, aseguró más tarde que el cadáver no mostraba lesiones. El cuerpo se encontraba relativamente bien conservado pese a los más de dos meses desaparecido.
La noticia respondía a la pregunta que movilizó dos veces a miles de argentinos hacia la Plaza de Mayo: “¿Dónde está Santiago Maldonado?”. Sin embargo, las circunstancias de la aparición del cuerpo abrieron nuevas interrogantes. La hipótesis de que se ahogó, en vez de librar de responsabilidad a las fuerzas de seguridad, potenciaba la incertidumbre: ¿por qué se lanzaría a un río correntoso una persona que le temía al agua y no sabía nadar?
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.