“Lo único que pido es que se haga justicia por mi hija. Nada más: que se haga justicia”.
De ese modo, Miguel Ángel Cristo, acusado por el crimen triplemente agravado de su hija, Nahiara Luján Cristo, de 2 años, ocurrido el 7 de febrero de 2019, se defendió ante el tribunal que lo juzga y que hoy escuchó su último alegato defensivo. Durante más de una hora, Cristo esbozó un relato monocorde, casi sin expresar sentimiento, sobre los últimos días de vida de Nahiara, y culpó de su muerte a su expareja, Yanina Soledad Lescano.
De acuerdo al informe de los forenses, Nahiara murió producto de los malos tratos que recibió –constataron 28 lesiones en su cuerpo, de distinta gravedad- y por un avanzado estado de desnutrición. Tenía quemaduras en los pies, lesiones en todo el cuerpo, le faltaba parte del cabello y era tal el nivel de desmejoramiento general que, por falta de alimentación, había consumido las últimas reservas de su organismo: cuando falleció de modo brutal tenía 0% de grasa.
Los fiscales Santiago Brugo y Juan Malvasio, más el querellante particular Eduardo Gerard centran la acusación por la muerte en Cristo y Lescano, y para ambos pidieron prisión perpetua. El tribunal, conformado por Gervasio Labriola, Carolina Castagno y Alejandro Cánepa, hizo lugar hoy al derecho de que gozan ambos imputados de hacer su defensa: Lescano no habló, sólo se remitió al testimonio que dio en la etapa de instrucción de la causa; en cambio, Cristo habló durante más de una hora.
Contó que luego del fallecimiento de su primera esposa, mamá de sus dos hijas, Mía y Nahiara, el 12 de agosto de 2017, inició una relación, en marzo de 2018, con Lescano, con quien empezó una convivencia en una vivienda del barrio Paraná III en abril de ese año. Nahira, que entonces convivía con los padres de Cristo, fue a vivir con la pareja en agosto de ese año. “En el transcurso de todo, todos esos meses, éramos una familia, iba todo bien, como un grupo familiar, todo tranquilo. De repente, empezaron las discusiones por los juegos de los nenes: se peleaban por los juguetes, por cosas, y de repente Lescano no quería que se junten los hijos de ella con mi hija”, contó.
A lo largo del juicio, Cristo no gesticuló, no mostró en su rostro evidencias de emociones. Ni enojado, ni hastiado, ni angustiado, ni nada.
La relación iba más o menos en camino, a tal punto que Yanina Lescano se mostró interesada en formalizar la pareja: fue al Registro Civil para pedir turno para casarse el 14 de febrero de 2019.
En octubre de 2018, Cristo empieza a “trabajar” en la Agrupación Evita –distribuía bolsones con alimentos, y se dejaba una parte para dar de comer a su hija a y a los hijos de Lescano- y así transcurrió todo hasta que en diciembre de ese año “tuvimos una discusión”. El entredicho surgió, dijo, por cuanto el padre de Lescano no quería que Génesis, la hija de ambos que nació el mismo día de la muerte de Nahiara, llevara el apellido de Cristo. El argumento, según contó, es porque es “gitano”.
Después, Cristo, en su afán de cargar culpas en Lescano por la muerte de Nahiara y mejorar su situación judicial, contó de un hecho extraño: su expareja lo “llevó” a conocer a una “Mai”
Contó: ”Un mes antes de las fiestas, me lleva a la casa de una señora que conoce ella, una Mai. Me lleva y me dice: ´Vamos a la cosa de esta señora´. Andábamos mal, sin plata, y vamos a la casa de esta señora. Me hace unos baños con un balde, con perfumes, hojas, todas esas cosas. Entro al baño, me quedo en bóxer, me hace girar, y me hace bañarme con eso. Ahí, al poquito tiempo, empecé a no comer, a estar mal”.
La vida familiar siguió. Pasaron las fiestas de fin de año, los regalos, las visitas de los pocos parientes que llegaban hasta su casa del barrio Paraná III.
A principios de enero de 2019, Cristo estaba trabajando en la Agrupación Evita, y dice que lo llama un tío –raro: después dirá que jamás usó celular, que siempre que ha querido hablar con alguien va y lo habla de forma personal- y le avisa que Nahiara se había quemado con agua de un termo. “Me dice que se quemó ella sola. Cuando vuelvo, tenía los piecitos apenas quemados”, recordó. “El 5 o 6 de enero yo cobraba, y le compré una crema para pasarle en los piecitos”, agregó.
En medio ocurrió un intento de transacción comercial que, según Cristo, Lescano había pactado por Facebook: un hombre quería un trueque: les entregaba una casa a cambio de un auto. El negocio no prosperó.
El “7 o el 8 de enero”, relató Cristo, “viene un amigo de ella y le trae dos armas. Un aire comprimido y una .38. El arma supuestamente se la mandaba el padre para que la tenga ella. Yo le dije que no quería armas en la casa. Me contestó que las iba a tener unos días”.
Entonces, empezó su versión de cómo ocurrió el desenlace: la muerte de Nahiara. Según su papá, la autora de todo sería Lescano. Que él terminó siendo víctima y rehén de la situación.
No recordó haber visto jamás alguna de las 28 lesiones que los forenses encontraron en el cuerpo de Nahiara. Sólo mencionó unos “pinchazos” que le produjo Lescano en la mano; aquellas quemaduras con agua caliente, y nada más. Recordó que Lescxano una vez lo golpeó en la cabeza con una de las armas, que eso le provocó una herida, y que esa situación agudizó el conflicto entre ellos.
“Cuando escucho a mi hija gritar, al lado de una puerta, estaba ella pinchándole la mano con una aguja. Se la saco. No me acuerdo si discutí con ella o no. Y ahí es donde no la dejé que se acerque más a mi hija”, explicó Cristo.
El día de la muerte de la niña, según el papá, todo se desencadenó por un hecho fortuito: “En el momento del hecho, le doy de comer un pedazo de pan. Cuando le doy de comer, se me atora. Me voy para el baño, la mojo a mi hija. No sé qué pasó ahí. Salgo afuera, le pido (a Yanina Lescano) que me ayude y no me ayudó nada. No sabía cómo hacer para deshahogarla, solamente la mojé. De repente, se desahogó. Voy a para afuera, y estaba la señora Silvia, y le pido que por favor me llame la ambulancia (…) Lo único que vino fue un patrullero que me pudo llevar hasta el Corrales. Ahí estuve en una sala con mi hija, un médico, uno o dos oficiales. De ahí, de urgencia en la ambulancia con mi hija hasta el San Roque. Entramos a una sala: estaban los médicos, había una oficial, y una médica que le habla a Nahiara. Le dice que la van a ayudar, que la van a curar. Y Nahiara le contesta, le dice que sí, y ahí me largo a llorar, quiero salir, y la oficial no me deja salir. No tenía para comunicarme con nadie. La oficial me presta el celular y llamo”.
Cristo llamó a Lesano, y la comunicación entre ambos, hecha desde un teléfono de la Policía, fue exhibida durante el juicio. La primera argumentación en esa conversación fue que culpara a la mujer que cuidaba a la niña en ocasiones, Ana Abraham.
“¿Puedo volver para atrás?”, pregunta Cristo al Tribunal.
Entonces, relata un incidente con un amigo de Yanina Lescano, de nombre Hernán, quien los contactó para que le haga un “viaje” para transportar droga en su auto. Fue una forma de conseguir más ingresos para el hogar, relató. “Yo le digo que no. Con lo que tengo, con eso nos vamos a mantener, le dije. De ahí, de ese momento, me empezó a llevar a la casa de la señora, de la Mai, de nombre Mónica, y ahí empezaron las discusiones, yo venía mal, ella insistía que haga esos viajes”.
Fue después de la visita a la tal “Mónica”, dijo Cristo, que Lescano armó un “santuario”, debajo de la churrasquera, dedicado a San La Muerte.
Después de la declaración de Cristo, llegaron las preguntas de los fiscales Malvasio y Brugo.
-¿Por qué no le dio de comer a su hija?
-Siempre le daba de comer.
-¿Por qué no le dio agua?
-Le daba agua. Agua y pan, lo único que le podía dar.
-¿Por qué usted y Lescano pretendieron responsabilizar a Ana Abraham de las lesiones de Nahiara?
-Ella me decía que era Ana.
-¿En qué momento lo dijo?
-Cuando me iba. Cuando estaba al lado de la puerta, saliendo con mi hija envuelta para subir al patrullero.
-Usted mencionó dos o tres lesiones. ¿Quién le provocó las otras 25 lesiones?
-Yo no sé. Yo vivía trabajando.
-¿Por qué no la llevó al médico?
-No salíamos casi de la casa. Fue una especie de nervios y de locura de ella. Yo no tenía la llave de los candados de la casa. Las tenía ella.
-¿Usted vio las lesiones de Nahiara?
-No. Yo casi no la bañaba a Nahiara. Se ocupaba más ella. Un día antes ella le pegó con la manguera. Estábamos tirados en el piso, ella pasaba y nos pegaba con la manguera.
-¿Y por qué no la ayudó a su hija?
-Por miedo. Ella me golpeó –se refiere al episodio del golpe con el arma en la cabeza, NdelR-. Le agarré miedo.
-¿Miedo a qué tenía?
-A ella.
El interrogatorio siguió. Las preguntas eran punzantes, las respuestas de Cristo casi armadas, pensadas, contestadas sin sobresaltos.
-¿Está arrepentido de algo?
-Sí.
-¿De qué?
-De haberme juntado con esta persona.
El martes serán los alegatos de clausura de las partes, y luego el tribunal dará a conocer su decisión final.
Foto: Gentileza Análisis Digital
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.