La Secretaría de Cultura, que dirige el periodista y escritor Fabián Reato, sale de la órbita del Ministerio de Desarrollo Humano, a cargo de Verónica Berisso, y pasa a depender del Ministerio de Gobierno y Trabajo, que bastonea el ministro poeta y escritor Manuel Troncoso. La medida cobrará vigencia a partir del próximo 1° de septiembre.

La decisión del Gobierno se conoció en las últimas horas y posibilita que Cultura se despegue de un ministerio que está muy demandado por la asistencia social más urgente, como es Desarrollo Humano.

El decreto N° 1.764, dictado este martes 16, dispone la reasignación de competencias y reubica a Cultura “en el ámbito del Ministerio de Gobierno y Trabajo”. Al respecto, la norma señala que “transcurridos los primeros seis meses de gestión, se estima conveniente y oportuno reasignar algunas de las competencias del Ministerio de Desarrollo Humano, disponiendo el traspaso de la Secretaría de Cultura al ámbito del Ministerio de Gobierno y Trabajo”.

De ese modo, Troncoso, el así llamado»ministro poeta», tendrá ahora bajo su órbita al área de Cultura.

Abogado especializado en Derecho Laboral (es autor de un manual para dirigentes y delegados gremiales), exlegislador provincial en Entre Ríos de Juntos, referente del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), exdirector nacional de Asociaciones Sindicales del Ministerio de Trabajo durante la presidencia de Mauricio Macri, padre de dos niñas e hincha de Independiente, Manuel Troncoso (Concepción del Uruguay, 1986) también es poeta y ya debutó como novelista. En el sello Mansalva lleva publicados dos poemarios: Liminal (2021) y Flor artificial (2022).

Troncoso se define como “un hijo de la crisis de 2001″ y un lector ávido. Escribe poemas desde la niñez. “Recuerdo que en quinto grado nos enseñaron las diferentes estructuras literarias, entre ellas la poesía, que me impactó más que las otras -dice en diálogo con La Nación, desde Villa Paranacito-. De hecho me gustó tanto que cada vez que nos mandaban de tarea una consigna de escritura libre, la hacía en forma de poema; mi maestra Nélida me llamaba ‘El poeta’. Después de eso, no sé por qué motivo, dejé de hacerlo, y volvió a aparecer en la adolescencia, pero de manera esporádica, sin sistema, y generalmente la escritura de poemas estaba vinculada a momentos de angustia”.

Hace unos años, comenzó a asistir a la Escuela de Poesía y Edición de Daniel Durand. “Es mi coterráneo y mi maestro; con él empecé a estudiar y escribir poesía con más método y enjundia”, revela. Troncoso tiene previsto publicar un tercer poemario, Taraxacum, en marzo, y trabaja en su primera novela.

“Me gusta mucho lo que se conoce como poesía entrerriana u orillera, ribereña, pero también me gusta lo urbano -dice acerca de las temáticas de sus escritos-. El amor o el desamor están bastante presentes, así como el paisaje, la ruta, que es donde paso gran parte de mi vida; mis hijas, que son una de mis principales fuentes de inspiración; Dios, las ausencias y también intentar encontrar la poesía en las cosas que parecen ser simples o pequeñitas al ojo humano, pero que esconden grandeza o trascendencia. No sé si encuentro razones objetivas para escribir poesía, porque precisamente es creación en estado puro y duro. Vivo con una pulsión interna a la poesía que no tengo la más mínima chance de desoír, al menos por ahora. La poesía manda”.

Su carrera política surgió luego del estallido sociopolítico de 2001. “En paralelo a ese proceso de caos, de crisis social y económica, estaba cursando el segundo año del secundario y en Educación Cívica nos enseñaban el sistema de partidos y cómo funciona la democracia en la Argentina -recuerda-. Una de las actividades era dividirse en grupos para que cada uno creara su propio partido político con su respectiva plataforma. Lo vivimos con bastante seriedad y de hecho ganamos el simulacro de elecciones. Eso, además de la angustia con la que vi a mis papás en ese momento y la efervescencia social que se vivía, me llevaron a ahondar primero en lecturas políticas y después a involucrarme como militante”.

Actualmente integra el equipo de Rogelio Frigerio. “Es un orgullo para mí -dice-. Tiene condiciones políticas y humanas para transformar la provincia. Tiene, además, gesto y verbo. Es importante que él llegue”. Y reconoce su deuda con Gerardo Martínez, secretario general de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra). “Él me formó”, cuenta.

“Puedo vivir sin política, pero no puedo vivir sin poesía -afirma-. Con mi equipo de trabajo intentamos vincularlas permanentemente y nos hemos sentido bastante acompañados por dirigentes y colegas, tanto de mi espacio como del oficialismo. Por ejemplo, oportunamente presenté un proyecto solicitando que se instituya el día 11 de junio como el día de la poesía entrerriana, en honor al natalicio de Juan L. Ortiz, y se aprobó por unanimidad en ambas cámaras para que podamos darle a la poesía entrerriana el lugar que se merece sin importar las banderías políticas. Así y todo, creo que antes la dirigencia se recostaba más en la poesía, la literatura y las humanidades en general. Ahora, salvo excepciones, hay un divorcio en esa relación. La dirigencia pareciera estar más preocupada por el carguito y las chapas que por la formación holística. Y eso es todo un tema, porque la política es humanidad y sensibilidad ante todo; si se pierden esas virtudes, difícilmente se utilice la política con el sentido de trascendencia que lleva inherente como la mejor herramienta para transformar la realidad y hacer posible lo necesario”.

 

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora