El cura José Padilla, superior de la Fraternidad de Belén, en Intendente Alvear, La Pampa, declaró este viernes en la Fiscalía de la ciudad pampeana General Pico, tras la acusación de abuso sexual que pesa en su contra, presentada por Vicente Suárez Wollert, un joven de Santa Elena que llegó a esa provincia a los 19 años para convertirse en monje de los Capuchinos Recoletos y después, dijo, terminó abusado por el religioso.

Padilla llegó a los Tribunales pampeanos acompañado por su representante legal, Jorge Salamone para la audiencia de formalización del delito que se le imputa, trámite a cargo del juez de Control, Alejandro Gilardenghi.

La fiscal interviniente, Ivana Hernández, explicó cómo se procedió en este sentido: «Este es el inicio formal de la investigación tendiente a acreditar si existen los hechos que constan en la denuncia». Consultada por la declaración realizada por el imputado, añadió: «El señor Padilla negó los hechos. Negó que haya ocurrido lo que estaba expuesto en la denuncia. Efectuó apreciaciones negando los hechos y haciendo manifestaciones en ése sentido».

El cura Padilla, en los Tribunales de La Pampa, junto a su abogado defensor.

Según refleja la versión digital del diario La Reforma, el delito se entiende como «abuso sexual agravado por el carácter de miembro de un culto».

Se aplicaron medidas de coerción que tienen que ver con la sustitución de la prisión preventiva, como la prohibición de contacto y acercamiento.

«Lo que se hizo es recibir la declaración de imputado en la sede del Ministerio Público Fiscal, y se llevó a cabo la formalización de la investigación fiscal preparatoria. Como siempre decimos, es el inicio formal de la investigación, que es tendiente a acreditar si existieron o no los hechos que contiene la denuncia», explicó la fiscal en declaraciones que recogió el periodista Juan Ferraro.

-¿Qué dijo Padilla?

-El señor Padilla negó los hechos, obviamente haciendo uso a su derecho de defensa, y negó que haya ocurrido lo que está expuesto en la denuncia.

-¿Solamente negó los hechos o dijo algo más?

-Efectuó apreciaciones que hacen a su derecho de defensa, negando los hechos.

-¿Cuál es la imputación?

-El delito es un delito de abuso sexual, agravado por el caracter de miembro de un culto.

Fiscal Ivana Hernández (Foto La Reforma).

El caso

La denuncia se conoció primero en redes sociales, pero después el joven la formalizó ante la Justicia de La Pampa. Y el miércoles 20 del actual, el fiscal general de General Pico, Armando Agüero, encabezó un allanamiento al convento de los Capuchinos en General Alvear, La Pampa, como consecuencia de la denuncia que presentó el joven entrerriano. El procedimiento judicial, del que participó la fiscal Ivana Hernández, alcanzó también a la parroquia Inmaculada Concepción. Del operativo tomaron parte además personal de la Agencia de Investigación Científica y el jefe de la Departamental de Intendente Alvear, comisario Cristian Navarro.

Como contó Entre Ríos Ahora, Vicente Suárez Wollert había dejado su ciudad, Santa Elena, para vivir la vida monacal. Se trasladó a La Pampa, con los frailes Capuchinos Recoletos. Tenía 19 años.

Los Capuchinos Recoletos llegaron a Intendente Alvear, en La Pampa, en año 2004 por pedido del entonces obispo Rinaldo Fidel Brédice. Tomaron a su cargo la parroquia y convento de la Inmaculada Concepción. Los frailes también tienen bajo su responsabilidad el Colegio Secundario Nuestra Señora de Luján.

Los Recoletos, que conformaron una versión dura y anclada en las viejas tradiciones del catolicismo, adoptaron el nombre de Fraternidad de Belén, y en sus estatutos dejan en claro su perfil: “Los miembros de esta fraternidad se proponen ante todo buscar la perfección de la caridad, es decir tender fervientemente a la santidad de vida para la mayor Gloria de Dios, de acuerdo a la espiritualidad franciscano capuchina, acentuando la sublime Cátedra de Belén, como camino de recolección”. Tienen tres casas religiosas. Una, en Intendente Alvear, La Pampa. Allí llegó Vicente Suárez Wollert con la pretensión de hacerse monje.

Nunca lo consiguió. Allí fue abusado por uno de los superiores, el padre fundador.

Vicente Suárez Wollert lo contó públicamente en su cuenta de Twitter.

Tato@vicenteswoll

Un «Ángel» guardián

– Mi misión será acompañarlo en sus primeros pasos en la vida de la comunidad, Hermano. Es hasta que se acostumbre, pero estoy seguro que pronto podrá adaptarse y guiar a otros que se sumen a nuestra fraternidad.
– ¿Vos cómo llegaste acá?

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16423:38 – 19 oct. 2019Información y privacidad de Twitter Ads30 personas están hablando de esto

Ahora tiene 24 años y busca entender qué fue lo que le pasó en la casa de Dios.

Todo empezó con aquel llamado del superior del convento Inmaculada Concepción, en Intendente Alvear, a 150 kilómetros al norte de Santa Rosa, La Pampa. La convivencia llevaba no más de tres meses y era el nuevo en aquel lugar. Lo sorprendió cierto trato privilegiado que empezó a tener. Pero no encontró nada extraordinario en eso. Hasta que sucedió todo lo que sucedió.

Un día el padre fundador pidió que fuera a su habitación.

Que debía medirle la presión arterial y ponerle crema en un tobillo, lastimado producto de una caída. Eso hizo: fue a su habitación, le midió la presión, le aplicó la pomada en el tobillo.

-Me dijo que nadie lo iba a hacer mejor que yo. Dije que sí, que iría, y pregunté si tenía que ir con mi Ángel Guardián, que me seguía a sol y a sombra. Me dijo que no, que tenía que ir solo. Fue ahí que pasó: primero dijo una serie de incoherencias, que uno tiene que compartir el alma. Esa frase siempre la decía para justificar las groserías que decía o cuando se propasaba. Hasta ahí no había contacto físico. Me empecé a ponerme nervioso. Intento salir de la habitación, pero el salta de la cama, me agarró de atrás, me besó el cuello y me dijo que yo era solamente de él. Me acuerdo las palabras justas que me dijo: «Ya te siento un poquito más mío». Pensé que estaba poniendo a prueba mi castidad. Cualquier cosa pensé, menos que la persona que estaba encargada de cuidarnos, iba a tener este tipo de intenciones.

-¿Qué rol cumplía ese sacerdote?

-Es el fundador de la congregación y el superior actual. No me animaba a contar esto, porque pensaba qué podía pasar. Pero ahora poco me importa lo que pase. Todo eso que pasó se lo conté al obispo (auxiliar de Santa Rosa) Luis Martin, a través de un correo que le envié. No me contestó. Le envié un segundo correo. Llamé al obispado. Además, este sacerdote, después de que salí del convento, consiguió mi número de teléfono y me envió una serie de mensajes. Hice captura de esos mensajes y se los envié al obispo, y no hubo una sola contestación.

El padre superior es el cura José Miguel Padilla. Es el mismo que en su rol de capellán del Ejercito acompañó, en 1988, el alzamiento carapintada contra el gobierno de Raúl Alfonsín. La primera chirinada tuvo lugar el 17 de abril de 1987 y se originó por la negativa del mayor Ernesto Barreiro a presentarse a declarar en la Justicia por delitos cometidos en la última dictadura. No hizo eso sino que se refugió en su regimiento, medida que fue acompañada desde Campo de Mayo por Aldo Rico.

En enero de 1988, cuando Rico fue llevado a la Justicia por aquel primer levantamiento, se produce el segundo movimiento carapintada, esta vez con el acompañamiento del capellán José Miguel Padilla.

En 2013, en Alvear, provincia de La Pampa, Padilla adquirió triste notoriedad por distribuir entre los alumnos del Instituto Nuestra Señora de Luján un material que contenía un feroz ataque a la presidenta de entonces, Cristina Fernández, por «no decir la verdad sobre la guerra contra la subversión llevada adelante por las Fuerzas Armadas» contra las «minorías rebeldes extremistas», enrostrándole al mismo gobierno nacional el hecho de «exaltar la gallardía de sus patéticos y deplorables protagonistas, hoy apañados».

También, por intentar desmentir «la historia oficial kirchnerista», que subraya que los indígenas masacrados durante la llamada «Conquista del Desierto» no eran originarios de este suelo, que eran «sanguinarios, cuatreros y extorsionadores». Y que esa actitud empobrecía el tesoro nacional.

Por ello, el material que el cura distribuyó en el colegio tildó de «monumental empresa» la llevada a cabo por el general Julio Argentino Roca en 1879 y difamó sin ruborizarse a quienes pretenden suplantar su nombre en calles o eliminar su imagen del billete de 100 pesos por la figura de Eva Perón, mujer que «no consiguió los logros» del militar.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.