La Ley de Protección Integral para Prevenir la Violencia contra las Mujeres N° 26.485, sancionada en 2009 por el Congreso de la Nación, fijó como objetivo prioritario el derecho de las mujeres «a vivir una vida sin violencia».

Y estableció que la violencia hacia las mujeres adquiere diferentes modalidades:

a) violencia doméstica: aquella ejercida por un integrante del grupo familiar;

b) violencia institucional: ejercita por funcionarios, profesionales y agentes pertenecientes a cualquier órgano del Estado;

c) violencia laboral: la que ocurre en los ámbitos de trabajo públicos o privados y que obstaculiza su acceso al empleo, contratación, ascenso, estabilidad o permanencia en el mismo;

d) violencia contra la libertad reproductiva: aquella que vulnere el derecho de las mujeres a decidir libre y responsablemente el número de embarazos o el intervalo entre los nacimientos;

e) violencia obstétrica: aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales; y

f) violencia mediática: aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres.

Silvia Muñoz sufrió «violencia obstétrica». Y lo denunció en forma pública en su cuenta de Facebook.

El hecho, contó, ocurrió en el Hospital San Blas, de Nogoyá.

Este es el relato, muy crudo, de la mamá de una de las víctimas del cura Juan Diego Escobar Gaviria, de lo que ocurrió puertas adentro del hospital cuando llegó con un aborto espontáneo en curso:

«Voy a compartirlo porque me tocó pasar por ésto hace unos días en el Hospital San Blas de Nogoyá; la atención del grupo de mucamas y enfermeras excelente; me tocó lamentablemente me hicieran un legrado me atendió alguien bestial me sentí como que castigaba ése médico sentí que pensó que lo había abortado o que no quise tenerlo y me ultrajó lloraba del dolor le suplicaba que parara que me dolía demasiado me decía que no me mueva porque estaba trabajando en un lugar muy delicado claro que lo sabía pero nunca usó anestesia metió dentro mío 2 clases de pinzas con gasas sentía me desgarraba por dentro; aguanté ése dolor y el dolor de perder lo que tanto anhelaba mi bb; me llevan a la sala donde había parturientas yo seguía llorando ellas me preguntaban qué me pasaba ellas felices con sus hijos y yo arruinando su felicidad con mi llanto mi desilusión mi angustia de no tenerlo en mis brazos como ellas algún día; hay cosas por cambiar si ; la contención y la sala particular para quiénes sufrimos ésa pérdida; nadie merece pasar por éstas situaciones que pueden ser resueltas !!! Perdí mi embarazo no aborté!!!!».

Después, agregó: «Sé que no es el único mi caso; sé de adolescente primerizas que han pasado por éste mismo maltrato y falta de humanidad ; hasta a un animal lo anestesian para operarlo; vas sabiendo que lo perdiste y que te hagan pasar mal es inentendible!!!».

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.