El cura Leonardo Javier Tovar dejó momentáneamente el sacerdocio. Su último destino había sido en la parroquia San Antonio de Padua, en San Antonio Oeste, Río Negro, adonde había llegado en marzo de 2019 y de la cual se despidió este domingo, durante una misa.
Pidió y obtuvo la dispensa del obispo del lugar, Esteban Laxague, y por un tiempo se mudó a su provincia natal, Santa Fe, para estar al cuidado de su padre. Aquí, en Entre Ríos, donde desarrolló la mayor parte de su labor pastoral, estuvo destinado en Villaguay y en San Benito, y en los dos lugares hizo notar su presencia.
En julio de 2015, el mundo eclesiástico paranaense se vio conmocionado con las declaraciones del entonces párroco de San Benito, Leonardo Tovar, que trató de “mentiroso” al arzobispo Juan Alberto Puiggari. “Quiero que la gente sepa que hay cosas que no se dicen. Sé que esto causará dolor y división en el clero. Pero hay que decirlo: Puiggari está mintiendo. En mi caso, por intentar ir con la verdad, he sido implícitamente perseguido y excluido, y mi comunidad se ha visto resentida”, dijo entonces.
“Hice todo lo que correspondía, y no me escucharon. Pedí que me digan cómo llegar al Papa, y todavía estoy esperando”, contó. “Lo más aconsejable sería que yo me retire. Si yo procedí mal, que el Papa me juzgue. Mi permanencia acá en San Benito va a depender de Puiggari. Pero mi proceder ante el obispo, lo juzgará el Papa. Estoy dispuesto a irme. No del ministerio, no pienso dejar el sacerdocio, pero sí dejar la parroquia. La entrego. Y me voy a vivir con mi viejo, a Santa Fe”. Tovar se fue de Paraná. En dos oportunidades intentó volver, pero Puiggari le negó el regreso. Volvió en 2019 a Paraná pero sólo para cumplir un trámite: declaró contra el secretario de Puiggari, el cura Mario Gervasoni, finalmente condenado por falso testimonio. En 2015, Tovar se marchó, primero a Buenos Aires, después a Río Negro, y explicó por qué se fue: porque no podía obedecer a un superior, Puiggari, a quien consideraba -todavía lo piensa- un encubridor de los abusos del cura Justo José Ilarraz, condenado en 2018 a 25 años de cárcel.
Aquí Tovar dio batalla contra el encubrimiento del clero a los abusos del cura Justo José Ilarraz e incluyó en esas maniobra al arzobispo Puiggari.
«Contemporáneamente a los supuestos hechos, vale decir entre el 1985 y 1992, yo no supe nada, absolutamente nada, ni sospechaba, ni podía llegar a pensar que esto podía llegar a estar ocurriendo. Esto es importante. Entre julio del 1995 aproximadamente y 1997, monseñor Puiggari, no era monseñor, era el rector del Seminario. Ilarraz ya no estaba; estaba en Roma; él (Puiggari) informó a quienes cumplíamos distintas funciones en el Seminario de que se habían recibido algunas denuncias contra Ilarraz y de que se había iniciado una investigación eclesiástica. Eso es todo lo que supe».
Eso declaró durante la etapa de instrucción de la causa por los abusos en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo, que tiene como único imputado al cura Justo José Ilarraz, el sacerdote Hernán Quijano Guesalaga, actual canciller de la curia. Quijano dijo que «a mí me tocó colaborar con uno de los abogados de la curia en el 2012, para preparar lo que se entregó al juez (Alejandro) Grippo; entonces, ahí, tomo conocimiento de lo que fue la investigación eclesiástica que se hizo entre el año 1995 y 1997; es lo que yo recuerdo, porque en el año 1997 es donde se impone la sanción de Karlic, lo que fue ese exilio. Todo eso se le mandó al juez, no lo mandé yo, había un abogado Mario Martínez que dijo que era lo que había o correspondía mandar al juez».
Raro.
Quijano se convirtió, cuando el caso Ilarraz estalló en los medios, en 2012, en un férreo defensor del actual arzobispo Juan Alberto Puiggari, y una espada filosa del ala más dura del clero: llegó a publicar en su muro de Facebook que los medios mentían sobre lo que había ocurrido en el Seminario con los abusos.
Nunca aclaró por qué ni en qué aspectos los medios mentían: cuando «El Diario» de Paraná reprodujo su publicación, eliminó lo que había escrito.
“Los medios locales no dicen toda la verdad y están llevan (do adelante) un juicio mediático. Confío en la Justicia, no en los medios”, escribió en la red social Facebook el 6 de noviembre de 2012, pero cuando supo de la repercusión que había tenido su frase, la borró de inmediato. ¿Sabía algo más Quijano?
Quijano fue contemporáneo de Ilarraz y formó parte del equipo de superiores del Seminario.
A la renuncia del arzobispo Estanislao Karlic, en 2003, lo sucedió Mario Maulión.
Maulión asumió el gobierno de la diócesis el 9 de julio de 2003 y se mantuvo en el cargo hasta que alcanzó la edad límite para el servicio activo, los 75 años. El 4 de noviembre de 2010 el papa Benedicto XVI aceptó su dimisión, y designó en su reemplazo al entonces obispo de Mar del Plata, Juan Alberto Puiggari, que tomó posesión de su nueva función el 7 de marzo de 2011.
https://entreriosahora.com/declara-el-cura-quijano-por-que-apreto-a-tovar/
Maulión supo de los abusos de Ilarraz por una carta que presentó un grupo de curas en 2010. Quijano también supo ese año de los hechos. Según declaró en la etapa de instrucción de la causa el cura Leonardo Tovar -que firmó aquella carta-, Quijano tuvo una actitud reprochable con él. «Quijano era el secretario del consejo presbiteral de Maulión, y fue quien redactó el acta con la respuesta de Maulión a aquella carta que presentamos. Después de la reunión del consejo presbiteral en la que Maulión nos informa de todo lo que había pasado con el caso Ilarraz, Quijano me salió al cruce cuando bajé a la Librería del Arzobispado. Me puso en un rincón, y me dijo: ´Terminala con Ilarraz. Eso ya pasó. En todo caso, el único responsable es Karlic. Puiggari no tiene nada que ver´».
Tovar entendió que aquel incidente con Quijano fue una «apretada».
Ahora, se fue a cuarteles de invierno: dejó el sacerdocio por un tiempo, y también sus batallas públicas. Lo esperan otras bartallas.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora