Los profesores de la Escuela Secundaria N° 48 Domingo Faustino Sarmiento no salen de su asombro.
Batallaron cuanto pudieron, hicieron una denuncia en el Consejo de Educación y, a pesar de las presiones, consiguieron que las autoridades separasen de su cargo al rector, Luis Soto.
Entre otros cargos, lo acusaron, con pruebas, nombres, y situaciones, de hechos de acoso hacia las docentes mujeres. Algunas profesoras, incluso, debieron pedir el traslado a otro establecimiento ante la imposibilidad de poner a raya a Soto.
Separado del cargo el rector –a quien el Consejo de Educación le abrió un sumario administrativo–, se procedió al llamado a concurso para cubrir la vacante en la Escuela Sarmiento.
Pero la sorpresa fue grande cuando se enteraron que quien quedó en su lugar es nada más ni nada menos que su esposa, docente de la escuela, y rectora, además, en la Escuela Secundaria Mariano Moreno.
Lo insólito es que la mujer, luego de que se ventilara el caso que involucró a su esposo, pidió licencia por 30 días por enfermedad. Esa licencia todavía está vigente.
Se trata de la docente Nilda Bernachea. “Ella había tomado una licencia por 30 días, que levantó cuando salió la fecha del concurso para rector y llevaba cumplidos 7 días de esa licencia”, contó un docente.
El viernes 30 de septiembre un grupo de 20 docentes elevó una petición a la supervisora de Educación Secundaria, Lelys de los Santos, para conseguir la “inmediata suspensión” del cargo de rector de Luis Soto. “Caracteriza el accionar del rector –dice la presentación de los docentes—una serie más o menos dispersa y constante de conductas de apariencia gentil al principio y hasta amigable, que avanzan a la esfera privada en diferentes niveles de significación sexual, configurando un acoso sobre el personal femenino de la escuela, sin ética ni respeto”.
Uno de los testimonios que consta en la denuncia corresponde a una profesora de Matemática, a quien un día Soto se dirigió en estos términos. “Hay un negro que te quiere comer. En realidad, quiere que lo comas a él”, le dijo, y después le entregó un alfajor de chocolate.
Una ordenanza soportó expresiones del mismo calibre. “No me digás que no sabés ponerla”, “te gusta estar arriba”, fueron las frases que escuchó del rector, antes de pedir el traslado a otra escuela, en 2015.
La presentación de los docentes de la Escuela Sarmiento ante el Consejo de Educación no sólo da cuenta de las situaciones de acoso que involucran al rector Luis Soto.
También señala la “formación irregular” de la cooperadora escolar, por cuanto carece “de todas las formalidades que garantizan su constitución, quedando a cargo del señor Mario Bugliolo, padre de alumnos de la institución desde el 2011, amigo privado del rector y constante presencia en el SUM (salón de usos múltiples) cuando explotaba el kiosco en épocas de larga licencia de la fuerza policial (2015).
Además, Soto exime a su personal, personal de la escuela, de las formalidades de la registración de asistencia, práctica que también alcanza a su círculo próximo.
También “arregla” en forma personal en su despacho, a puertas cerradas las situaciones que involucre a algún alumno, ya sea por mal comportamiento o consumo de sustancias. En ocasiones, además, le pide a los docentes que “modifiquen” alguna calificación.
La presentación de los docentes también da cuenta de entrega en forma caprichosa de las computadoras del plan Conectar Igualdad “a personas no alcanzadas” por ese programa.
A decir verdad, no es la primera vez que Soto se ve involucrado en situaciones de conflicto.
A mediados de marzo de 2005, cuando cumplía funciones de rector en la Escuela Secundaria Del Centenario, fue obligado a renunciar por una protesta que protagonizaron alumnos y padres en la calle.
La situación enojosa que plantearon ese año los estudiantes sirvió para sacar a la luz una serie de irregularidades del rector: persecuciones, malos tratos, y las primeras imputaciones por acoso contra Soto.
Esa vez, el CGE eligió el camino de pedirle al rector que tomara licencia, y después lo reubicó en la zona de Victoria, como supervisor.
Pero en mayo de 2010 el nombre de Soto volvió a verse envuelto en otra situación de conflicto.
Esa vez, el Consejo de Educación dispuso separar de su cargo a la rectora de la Escuela Normal Osvaldo Magnasco, de Victoria, Mariela Ramos, a quien se le reprochó impedir la reinscripción de alumnos repitentes. La investigación salpicó al supervisor Soto, que también fue separado.
Pero Ramos contraatacó: presentó una denuncia en la Justicia contra el Consejo de Educación y el supervisor Soto.
Pero la denuncia por violencia laboral no prosperó.
En 2011, la Cámara Primera de Apelaciones en lo Penal desestimó la denuncia penal presentada, avalando así un fallo de primera instancia dictado por el juez Alejandro Calleja.
“Pero Soto siempre sale airoso, porque se viene armado con todos sus abogados”, dicen en Educación.
Ahora, en cambio, no son denuncias verbales, sino una presentación por escrito en su contra. Es el paso previo a la apertura de una investigación sumaria.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.