En la tradición del catolicismo, en el Jueves Santo, Jesuristo instituyó el sacerdocio y también el gesto del lavado de pies a sus doce discípulos.
Ese hecho, según el evangelista Mateo, supone que Jesucristo vino «no para ser servido, sino para servir». Y el evangelista Juan acota que con ese gesto, «se despojó de su rango» y demostró que era «el que sirve».
Desde entonces, cada Jueves Santo, en todas las iglesias y templos el sacerdote elige a doce hombres de su comunidad, y le lava los pies, como gesto de servicio.
Pero este Jueves Santo, en la parroquia de San Agustín ocurrió un hecho peculiar: el sacerdote Sergio Hayy recorrió el templo y fue eligiendo al azar a quienes lavaría los pies. Y uno de los elegidos resultó ser Diego Dlugovitzky, presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), de Paraná, vicepresidente a nivel federal de la organización.
«Cuando Sergio se acercó y me identificó me dijo, vení y sentate acá… intenté un tímido último NO… pero entendí que el Padre Sergio me estaba ofreciendo un gran gesto de fraternidad, de hermandad y de absoluta humildad e igualdad.
«Reconozco que me conmovió.
«Cada día más convencido que la fraternidad, igualdad y hermandad es posible y se consigue haciendo, no sólo hablando. «