San Expedito es un santo trucho.
Aunque cada 19 de abril hay celebraciones en distintos templos católicos, san Expedito no figura en el martirologio romano, el catálogo oficial que registra todos los santos y beatos reconocidos por el Vaticano.
San Expedito figuró entre los venerables de la Iglesia Católica, pero en 1906 el papa San Pío X ordenó que Expedito fuera retirado del martirologio. Y no volvió a ser incluido: no figura en la última edición del año 2001.
La historia cuenta que fue un miembro del ejército romano que se convirtió al cristianismo y por eso mismo fue ordenada su muerte por el emperador Diocleciano en el año 303 (dC). Pero para que la creencia popular lo convirtiera en santo debió existir una anécdota divina a su alrededor: y esa anécdota cuenta que en el momento de convertirse al cristianismo fue tentado por el demonio, que se le apareció en forma de cuervo, pidiéndole que retrasara su conversión para otro día. Expedito se negó, y ese mismo día se convirtió, y por eso se lo considera el santo de las causas urgentes, que no esperan a mañana.
En Paraná, las celebraciones en honor a san Expedito ocurren en la Parroquia San Martín de Porres, en el barrio Anacleto Medina.
Este 19 de abril hubo cuatro misas en San Martín de Porres por san Expedito: a las 10, a las 14,30; a las 17,30; y a las 19,30. Uno de los curas que celebró una de esas cuatro misas fue el Leovigildo Escorcia, miembro de la Asociación Clerical Cruzada del Espíritu Santo, férreo sostén del sacerdote Juan Diego Escobar Gaviria en el proceso judicial desarrollado en los Tribunales de Gualeguay, cuando fue condenado, en septiembre de 2017, a 25 años de cárcel por abuso y corrupción de menores.
Leovigildo Escorcia celebró la misa de las 14,30 en honor a san Expedito, el santo trucho de las causas urgentes.
Este cura inclasificable es un freelance del rebaño que depende del obispo Juan Alberto Puiggari.
Escorcia, oriundo de Rosario, está afincado en Paraná desde 2013: es el responsable de la casa general de la Cruzada del Espíritu Santo, la congregación religiosa que da cobijo al cura sanador Ignacio Peries, y que hoy tiene como cabeza al colombiano Henry Wilson Echavarría, residente en Texas, Estados Unidos.
La Cruzada tiene entre los suyos a un reo, también: el cura Juan Diego Escobar Gaviria, todavía miembro del clero de Paraná, condenado a 25 años de prisión por abusos y corrupción de menores. A finales de agosto de 2017, fue llevado a juicio en Gualeguay, y en septiembre la Justicia emitió un fallo durísimo. La sentencia no está firme -fue apelada ante la Cámara de Casación Penal- aunque de igual modo Escobar Gaviria, otrora cura sanador, está en prisión: desde el 21 de abril cumple prisión preventiva en la Unidad Penal de Victoria.
Ya condenado en una causa penal, Escobar Gaviria enfrenta ahora otra causa judicial: una demanda civil que plantearon las víctimas, y que reclaman una cifra varias veces millonaria. Previo a ir a los tribunales, el abogado querellante Mariano Navarro se allanó a una negociación en un ámbito de conciliación, con mediadores designados por la Justicia. Navarro se sentó con los representantes del arzobispado de Paraná, el abogado Mario Martínez y el contador José María Ríos; los defensores de Escobar Gaviria, Milton Ramón Urrutia, Juan Pablo Temón y María Alejandra Pérez, y el delegado de la Cruzada del Espíritu Santo, Leovigildo Escorcia.
Mientras se desarrollaba el juicio a Escobar Gaviria, en Gualeguay, Escorcia se mostró, sin pudor, junto a los seguidores del cura ahora encarcelado. Los adláteres del cura condenado por abusos y corrupción de menores se reunían, durante los debates del juicio oral, en la Plaza Constitución, frente a Tribunales. Hasta allí llegó Escorcia a darles apoyo y aliento.
Lejos de llamarlo a sosiego, la curia hace la vista gorda y permite que Leovigildo Escorcia siga como si nada, pavoneándose por todos lados.
Ahora, oficiando misas para el santo de los casos urgentes.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.