La Espiga de Oro había logrado instalarse como una referencia indiscutida en el Centro Cívico de la capital entrerriana. En la esquina de Laprida y Córdoba, la tradicional panadería alimentaba, con producción propia, la pasión por las harinas de cientos de clientes, con un amplio radio de influencia, especialmente enfocada en los edificios públicos: Consejo General de Educación, Tribunales, Casa de Gobierno, IAPV.
Durante años, los miles de agentes estatales, sumado a los vecinos de la zona y los compradores ocasionales de bizcochos, abultaron las ganancias de una firma histórica, que afrontaba más bien en soledad las demandas de un público muy amplio y diverso en cuanto a las preferencias específicas del rubro.
Hace un tiempo, el escenario cambió. Tal vez las últimas gestiones de Gobierno cooperaron en este nuevo sentido. Pero en los alrededores de la Casa Gris, a pesar de las extendidas contraindicaciones de las harinas blancas que se escuchan en la actualidad, hay un auténtico boom de panaderías. El crecimiento es exponencial.
La competencia llegó primero por calle Santa Fe: una sucursal de panaderías La Perla, en un pequeño local, se dispuso a ganar mercado del lado este, apuntando más que nada a la clientela de Casa de Gobierno, Cámara de Diputados y oficinas lindantes de legisladores, con alcance a Hemeroteca y Biblioteca Provincial por Alameda de la Federación.
La disputa recrudeció sobre la misma arteria, poco tiempo después. En una nueva derivación de sus negocios, el grupo empresario Losi inauguró una línea dedicada a la panificación y como una de sus primeras incursiones instaló un local Quirinales -así la marca- en calle Santa Fe. Ya teníamos dos panaderías al este y una al noroeste. Parecía que de ese modo se podría cubrir toda la demanda y encontrar un equilibrio.
Pero no.
Del otro lado de Casa de Gobierno, ahora apuntando sus bizcochos a la Policía de Entre Ríos y a la cara oeste del edificio histórico, se instalaron dos dispositivos de exposición y venta de harinas elaboradas. La amenaza de La Espiga de Oro que la enfrentó por Santa Fe, avanzó también por calle Córdoba.
Dos Molinos, es uno de los relativamente nuevos, coqueto y con una barra para apurar un café con leche con medias lunas. Y todavía hay uno más, con aspecto barrial y otras ofertas que incluyen fiambres y comidas para salir del paso, al ingreso de un edificio frente a la plaza Carbó, siempre por Córdoba y a pocos pasos del nuevo Museo de Casa de Gobierno.
Cinco panaderías en un radio no mayor a los 300 metros ya parecía un exceso. Tanta producción se podía leer como un desbalance entre oferta y demanda que rápidamente iba a liquidar alguno de los contendientes. Sin embargo, contra todo pronóstico y estudio sensato de mercado, por Laprida, casi Santa Fe, ya asoma un nuevo reducto del denominado por algunos detractores veneno blanco.
Sí, una panadería que lleva la clásica marca Los 3 indios, está por inaugurar una nueva sede para batir así el record. La Casa de Gobierno está rodeada: son seis panaderías, seis, en menos de una manzana.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora