En ocasiones, la ciudad parece estar atada con alambre.
Pero la ciudad se empeña en mostrar sus hermosuras, sus bellos amaneceres, su ribera mañosa, sus colores ocre del otoño, sus ondulaciones.
Sólo que los paranaenses boicotean tanta belleza: estropean la ciudad, la maltratan, la ponen contra la pared.

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Ese cartel, que ya no indica nada, que ya no previene nada, que ya no sirve para nada, que anda por el piso, a un costado de la Iglesia San Miguel, en esta zona que fue el barrio del Tambor, quizá uno de los sectores más característicos de la ciudad: ese cartel, por ejemplo.
Está ahí ese cartel, estropeado el cartel.
Balconea el cartel hacia la Capilla Norte de San Miguel, el templo católico del barrio negro, que se desploma en medio de la más absoluta indiferencia.
Nadie sabe qué es, nadie atiende su estado catastrófico, y la Capilla Norte se va desarmando.
El cartel también.

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.