Este año se recuerda el centenario de la Reforma Universitaria de 1918. ¿Qué fue la Reforma, cómo surgió, cuál fue el epicentro, de qué modo impactaron los cambios impulsados por aquel movimiento que surgió en Córdoba a principios del siglo pasado?
El Movimiento de Córdoba surgió como respuesta a una nueva situación social, por lo que debe ser considerado dentro de su contexto socioeconómico y político. Llegando a la segunda década del siglo XX, la universidad se encontraba todavía controlada por el clero y la oligarquía terrateniente, respondiendo a las clases dominantes y ayudando a sostener la estructura social, caracterizada por su autoritarismo y centralismo cultural. La emergente clase media, buscando aumentar su participación activa en el proceso social, veía a la universidad como el medio que permitiría su progreso político y social. De las cinco universidades argentinas en existencia al comienzo del movimiento (Buenos Aires, Córdoba, La Plata, Santa Fe y Tucumán; las tres primeras nacionales y las otras dos de carácter provincial), la Universidad Nacional de Córdoba era la única que aún conservaba su estructura medieval, caracterizada por el racismo, nepotismo, misoginia, elitismo y con fuerte presencia clerical.
Desde principios de siglo, los estudiantes habían comenzado a organizarse en centros de estudiantes y federaciones por facultad, universidad y a nivel nacional: el Movimiento Pro Reforma Universitaria en 1871 y la Reforma Universitaria de 1906 en la Universidad de Buenos Aires (UBA) constituyen antecedentes importantes al instalar reclamos que pasarían a formar parte de la Reforma de 1918.
A fines de 1917, comienzan las protestas, encabezadas por el Centro de Estudiantes de Medicina, mediante huelgas y tomas de facultades a partir de la clausura del internado en el Hospital de Clínicas. A esto siguió una serie de modificaciones que perjudicaban al estudiantado, por lo que finalmente a principios de 1918 los estudiantes salieron a la calle en protesta. Como consecuencia de esto, alumnos de Medicina, Ingeniería y Derecho organizaron un Comité Pro Reforma, tal como había sucedido en la UBA, según lo mencionado anteriormente; su Manifiesto “A la juventud argentina” repudiaba el estado de la Universidad de Córdoba, caracterizando a sus dirigentes como ineptos, a sus planes de estudio como anticuados, sus procedimientos como inmorales, condenando su falta de autoridad moral y su “horror al progreso y a la cultura”.
Al no ser atendidas sus demandas y luego de que las autoridades clausuraran la Universidad, se funda la Federación Universitaria Argentina (FUA), quienes logran que el gobierno del presidente Hipólito Yrigoyen decrete la intervención de la Universidad. Esto permite modificar sus estatutos y democratizar el gobierno universitario, estableciendo que serían los decanos y consejeros elegidos por profesores quienes a su vez elegirían al rector. Al no respetarse lo pautado durante las primeras elecciones, la FUA desconoce al nuevo rector y exige su renuncia, volviendo a decretar la huelga general.
El 21 de junio de 1918 marca un hito histórico al publicarse el Manifiesto Liminar, titulado “La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud América”, redactado por Deodoro Roca y firmado por los líderes de la Federación Universitaria Cordobesa (FUC), como se denominó al anterior Comité Pro Reforma.
La Reforma tuvo entre sus propósitos:
“1) Devolver la Universidad a la sociedad en que se desarrolla, lejos de prejuicios y limitaciones de clase, casta o familia;
2) ponerla al alcance de las clases desvalidas, haciendo flexible la asistencia y creando las cátedras libres y paralelas, que compitan o sustituyan a las oficiales o inflexibles;
3) con el fin de romper el monopolio familiar y oligárquico, ejercido sin discriminación por un cerrado cuerpo de profesores, exigió la participación de los estudiantes en el gobierno de las universidades;
4) para quebrantar la impermeabilidad de un profesorado dogmático, ajeno a menudo a las variaciones de sus respectivas disciplinas, propugnó la temporalidad de la cátedra, esto es, la revisión de la idoneidad del profesor cada cierto número de años, que varió entre cinco y diez;
5) contra la inmutabilidad de los programas y sistemas, alentó la enseñanza en seminarios, coloquios y mesas redondas;
6) para hacer más fecunda la acción de la Universidad, propuso inaugurar las universidades populares, estableciendo la obligación del estudiante de ser profesor de quienes supieran menos que él, especialmente de obreros y campesinos;
7) impulsó considerablemente la vinculación de la Universidad con los grandes problemas de cada país o región;
8) abogó por una relación más estrecha entre las universidades de América Latina”. (Sánchez, 1969: 63-64).
Principios de la Reforma
Los principios de la Reforma se pueden sintetizar de la siguiente manera:
1- Autonomía universitaria: considerada en sus aspectos político, docente, administrativo y económico, se refiere a la capacidad de sancionar normas propias según los lineamientos establecidos por las leyes nacionales que rigen las universidades, así como de establecer sus propios estatutos y los mecanismos de la vida universitaria. La autonomía funciona como protección a la comunidad académica frente a las intromisiones del Estado y sus organismos burocráticos o represivos; supone además cierto grado de independencia ante las presiones ejercidas por la sociedad civil y los grupos de poder. También, permite que las universidades públicas se rijan por criterios de excelencia académica y para que los representantes de los claustros debatan democráticamente las mejores estrategias para cada institución.
2- Cogobierno: implica la elección de los cuerpos directivos y de las autoridades de la universidad por la propia comunidad universitaria y la participación de sus elementos constitutivos –es decir, profesores, estudiantes y graduados– en la composición de sus organismos de gobierno. De este modo, se logra la democratización del gobierno de la universidad y la garantía de su renovación constante, principalmente por la acción de los representantes estudiantiles.
3- Docencia libre: también denominada “cátedra libre”, fue pensada como procedimiento para permitir el acceso a la cátedra de profesionales de cualquier procedencia social o credo ideológico sobre la base de su competencia, para así mejorar el nivel de la enseñanza. Esto aseguraría que la selección de profesores se haga teniendo en cuenta únicamente su capacidad y que constituya uno de los requisitos imprescindibles para permitir la superación del modelo de enseñanza clasista burgués. Esta selección se daría además por medio de la participación y decisión estudiantil, lo que garantizaría que el favoritismo político fuera desterrado definitivamente de la Universidad. La implementación de la Cátedra Libre estaría directamente relacionada con la implementación de la Cátedra Paralela, que ayudaría a reparar toda injusticia o equívoco cometido en la selección de los docentes, así como a dar la seguridad de que ninguna tendencia ideológica fuera excluida. Complementario a este principio, también se propuso la realización de concursos de oposición para la selección del profesorado y la periodicidad de las cátedras.
4- Asistencia libre y gratuidad de la enseñanza: consiste en permitir el acceso a los estudios universitarios de jóvenes provenientes de sectores económicos desfavorecidos. Este principio pretendía hacer efectivo el anhelo de democratización de la enseñanza superior, abriendo las puertas de la formación profesional a grupos más amplios de la sociedad.
5- Reorganización académica: esto implica la creación de nuevas escuelas, la modernización de los métodos de enseñanza, la docencia activa y el mejoramiento de la formación cultural de los profesionales. La metodología activa fue el principal postulado referido a la introducción de nuevos métodos de enseñanza, coincidiendo con las corrientes educativas de la época, que veían en la clase magistral –de origen medieval– un anacronismo pedagógico.
6- Vinculación con el sistema educativo nacional: este principio ha resultado también un punto programático necesario e imprescindible, sin el cual la universidad carecería de base y apoyo para los procesos de formación y capacitación. La influencia de la educación superior, por otra parte, en los niveles de educación media general, técnica y primaria, coadyuva a la renovación y calidad del proceso educativo del país.
7- Extensión universitaria: corresponde al fortalecimiento de la función social de la universidad y la aspiración de vincularla más estrechamente con la sociedad y sus problemas, de volcarla hacia su pueblo, haciéndolo partícipe de su mensaje, transformándose en su conciencia cívica y social. La reforma incorporó la extensión universitaria y la difusión cultural entre las tareas normales de la universidad latinoamericana, y propugnó por hacer de ella el centro por excelencia para el estudio objetivo de los grandes problemas nacionales.
8- Vocación americanista: complementando la plataforma del movimiento, este principio declara la intención de trabajar en pos de la unidad latinoamericana, y de luchar contra toda forma de dictadura política e imperialismo.
La vigencia de la reforma
Como ya fuera comentado, el Movimiento estudiantil de Córdoba respondía a condiciones sociales, económicas y culturales particulares que no eran exclusivas de ese entorno sino que formaba parte de un contexto regional. Esto explica la repercusión de la Reforma en toda América Latina: “Se trató de un movimiento latinoamericano que surgió en la Argentina, al darse allí una serie de factores que precipitaron su irrupción, y no de una proyección latinoamericana de un fenómeno argentino”, según Tünnermann Bernheim, C. en Noventa años de la Reforma Universitaria de Córdoba: 1918-2008.. También es importante destacar su influencia no sólo en el ámbito universitario sino en todos los niveles educativos, además de a nivel social, político y cultural.
Muchos de los postulados de la Reforma siguen vigentes en la actualidad, resistiendo el paso de gobiernos e intereses privados: los más importantes, el cogobierno, la autonomía y la gratuidad de la enseñanza. A pesar de esto, tal como decíamos al comienzo, es necesario repensar el sentido de la Reforma para actualizar y resignificar sus principios de acuerdo al contexto social y político que nos atraviesa, reflexionando acerca de qué universidad tenemos y qué universidad queremos.
Fuente: área de Comunicación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER).