El primer recuerdo que tiene Nicolás Faes Micheloud es haber escuchado una versión de El Huahuaqueño; después, mucho después, las finas melodías del maestro, así lo llama, Jaime Torres, pero antes de todo eso, su enamoramiento con el charango empezó casi de casualidad. Tenía 11 años cuando empezó a tocar el charango y aquella relación no se cortaría jamás.
Nicolás Faes se formó con maestro en Paraná, también en Buenos Aires y en el Perú, y alguna vez se presentó en un escenario y en la platea apareció Jaime Torres, el charanguista mayor, y escuchó aquello que le dijo el maestro y que no se olvidó jamás: “Me dijo: `Acá viene mucha gente a estudiar, buscando saber cómo yo toco, cómo hago la melodía, y vos te centraste -no me lo olvido más- en el lugar, en cómo se produce ese sonido, qué simboliza`”.
“Nos pasaba algo muy lindo cuando teníamos esas largas charlas, de transferencia, de cómo deben pasar las cosas en la música, más allá del virtuosismo en manejar las cuerdas que uno pueda tener. Hay algo que pasa ahí, cuando tocas, y que es una evocación de sonidos muy antiguos, de ancestralidad”, dice, en una larga charla con el programa Puro Cuento de Radio Plaza 94.7.
Su formación, entonces, surgió en Paraná -Nicolás Faes es paranaense- y siguió por el mundo, y el mundo empezó a escucharlo: viajó a Perú, a Chile, a Bolivia, se presentó en África, y también en Roma, ante el papa Francisco, que bendijo su charango. Su encuentro con Jaime Torres lo facilitó uno de sus formadores, Pedro Torres, que formaba parte de la banda del gran charanguista.
“Tiempo después, toco estos conciertos para charango y orquesta que estudié en Perú. Y no va que en uno de esos conciertos, entre el público, asiste Jaime Torres. El maestro sabía que había un chico que tocaba el charango en Paraná. Salimos de ese concierto. Y me dice: `¿Te vas ya a Paraná?`. `No, tengo un rato`, le digo. Charlamos largo rato. Me dice. `Yo te voy a dar una obra para que vos continúes`. Y efectivamente, me manda tiempo después las partituras, una Suite para Charango y Orquesta, temas de su autoría, orquestado por Gerardo Gandini,y que en el 86, cuando yo nacía, estrenaron con la Camerata Bariloche, en el Teatro Colón. Empiezo a ver que el charango no estaba. Ninguna de las versiones suyas era igual porque era todo improvisado”, recuerda.
Como Jaime Torres tocaba por intuición no había dejado escrita ninguna partitura. Esa fue la tarea que completó Nicolas Faes. Y así surgió el libro “Jaime Torres: Charango, Sonqo, América”, que editó la Editorial de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader).
Así lo cuenta:
“Me aventuro a la tarea de escribir las primeras transcripciones que hago sobre la obra para integrarla a la partitura. Y eso le da inicio a un trabajo que luego profundicé con ayuda del maestro, con quien tuve un vínculo estrecho. Es el primer libro de transcripciones de su obra. Escribí en partituras lo que el maestro tocaba. Ese trabajo lo pude hacer gracias a las herramientas que me ha dado la Escuela de Música Constancio Carminio, que yo quiero tanto. Eso fue lo que me permitió poder escribir lo que yo escuchaba. Al ser charanguista, y dominar la técnica y el lenguaje, y tener ese vínculo con el maestro, la tarea resultó más fácil. El amaba este charango que tengo en mis manos. Finalmente, no contento con la transcripción de las cinco obras de Jaime Torres, empezamos un trabajo de hacer la transcripción total del 100% de su obra, que editamos en un libro, que lo presentamos en 2019, a meses de su desaparición física, que ocurrió el 24 de diciembre de 2018”.
Es el primer gran trabajo que resume la obra del maestro. “Hay libros que citan una obra de don Jaime. Y normalmente son arreglos donde el charanguista que hace el libro pone las indicaciones para que luego se toque. La novedad de este libro es que están transcriptos los toques del maestro. Eso me permitió meterme adentro de su obra. Había que meterse en serio”, resalta.
Casi no toca en Paraná, salvo excepciones. Sus escenarios están fuera de Paraná, pero nunca pensó en emigrar. “Nunca pensé en irme. No me arrepiento de haber elegido mi ciudad -acepta-. Tuve posibilidades. He viajado. Me he especializado. Pero siempre vuelvo”.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora