A un mes de haber reabierto sus puertas, el comedor de la parroquia San Miguel, ubicada en Buenos Aires y Carlos Gardel, en Paraná, sumará días de funcionamiento para atender a las personas en situación de calle.

El 19 de marzo retomó su trabajo los martes y viernes, y desde la próxima semana también sumará los días jueves. El lugar es atendido por voluntarias, y la comida proviene de donaciones.

Antes de la reapertura, el sacerdote Gustavo Horisberger, párroco de San Miguel, había dicho: «Iremos retomando la apertura total de a poco, a medida que pasen los días.  Además, la situación económica del país también afecta a este tipo de actividades ya que el recurso es la solidaridad de las personas que nos ayudan, siempre han sido generosas y la providencia nunca nos dejó faltar un plato de comida. Pero imaginate: un paquete de fideos de 500 gramos en 2019 costaba $40; hoy cuesta entre $75 y $80. El arroz, el kilo en el mismo año $40, hoy cuesta $86. Y en general las personas que nos ayudan son jubilados, que paradójico ¿no?», dice el sacerdote.

En contacto con Entre Ríos Ahora, reflexiona: «Y no pensemos en el pan, la verdura o la carne que hay que comprar. Tratamos de planificar de acuerdo a lo que tenemos, pero el buen Dios nos asiste y hace que se multiplique lo que ponemos en la olla. Sé que el comedor es algo bueno, es una parte del imperativo del amor cristiano, pero no podemos apropiarnos la obligación de resolver la pobreza o el hambre. No le corresponde a la Iglesia. No me conforma dar de comer. Es triste descubrir que hay tres generaciones que no disfrutan un plato de comida ganado con el fruto de su esfuerzo sentados al rededor de una mesa en la que se dialogue, se discuta, se enseñe, se transmitan historias, experiencias, se corrija… esas cosas que han sido parte de la vida social y de la familia de la que muchos gozamos y que tristemente hoy hemos perdido».

Arrancó el comedor de San Miguel, con menos comensales de los que esperaban

El comedor María Reina -tal el nombre que le dio su fundador, el sacerdote Alejandro Patterson- había dejado de atender comensales con el inicio del aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) por la pandemia de coronavirus. El 16 de marzo de 2020 fue el último día que sirvieron comida.

El último menú, un guiso de arroz, fue entregado a los 60 comensales, el lunes 16 de marzo de 2020: ese día, las voluntarias del comedor María Reina no dejaron ingresar a la gente al salón ubicado en la parte de atrás del templo. En vez de eso, entregaron viandas que sirvieron en improvisadas bandejas hechas con envases tetrabrik que reciclaron, higienizaron y utilizaron para servir la comida.

La población que acude al comedor de San Miguel es fluctuante. Este martes 17, cuando se sirvió la comida, eran 30 personas, pero luego llegaron entre 8 y 10 más. Este viernes sumaron  unos 40 comensales.

La Iglesia y la asistencia: «No es nuestra obligación resolver la pobreza»

El cura Horisberger, que comparte comida con la gente en situación de calle casi todos los días, dice: «Creo hasta el momento falté una sola vez. Pero cuando sea toda la semana no voy a poder porque tengo actividades en las escuelas del Maccarone».

-¿Hay fotos de esos encuentros con la gente en el  comedor?

-No hay y tampoco tengo interés de hacerlo. Ese es un momento de intimidad. Son seres a los que les hemos robado la dignidad y una foto arruinaría lo que uno quiere devolverle en el diálogo, sobre todo escuchándolos, haciéndoles sentir que al menos en ese momento son importantes para alguien. Sabes que hoy (por el viernes 20) cumplo 22 años de ordenado y lo pasé con ellos, por supuesto ni lo sabían pero fue muy lindo en mi interior poder vivirlo así, porque en definitiva uno está para servir (no solo a los que no tienen para comer). Hoy me toca esto y lo disfruto.

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora