Quedó así, con las entrañas abiertas. Es un pozo resguardado por unas maderas pintadas de rojo y blanco, y está en la esquina de Buenos Aires y Cervantes. Al pozo se abrió cuando la obra de desagües que durante meses se llevó adelante sobre Cervantes. Pero el plan no acabó de modo eficiente. Quedó un pozo, la tierra removida, las maderas puestas a modo de cerca. Y quedó ahí. Los vecinos no saben bien por qué. Ni para qué. De modo que habituados a su presencia cayeron en cierta familiaridad. Y ahora decidieron festejarle el «cumplemes». Pusieron un cartel escrito sobre un cartón. Y unos globos. Todo, de momento, sobrevive. Recordando a todos que ese pozo está ahí. Aunque no debería.

 
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.