Sergio Hayy pasó de la Policía de Entre Ríos al Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo.

Dejó el uniforme de policía para calzarse la sotana, aunque ahora ha vuelto a estar cerca de la policía: es jefe de la División Capellanía de la Policía, tras la jubilación de su antecesor, Hérnán Quijano Guesalaga, también sacerdote, eterno canciller de la curia de Paraná.

Ahora, siendo sacerdote, tiene el cargo de subcomisario: tiene sueldo del Estado.

Antes ocupó el cargo de vicecanciller, a la sombra de Quijano.

Pero ese lugar quedó ahora a cargo del sacerdote Héctor Rodríguez en la curia.

Después de estar también a la sombra de Quijano en la Policía, ahora se quedó con su cargo. Quijano pidió el retiro de la fuerza, y se fue con un cargo altísimo.

En diciembre último, integró el viaje de una nueva promoción de oficiales de la Policía de Entre Ríos que recorrió Europa (Madrid, Roma y París), que incluyó una vista al papa Francisco. Su nombre está incluido en el listado de oficiales de la Policía que se publicó en el Boletín Oficial. El decreto N° 4.392, publicado el 30 de abril último, lo menciona como uno de los integrantes de la comitiva al subcomisario Hayy.

Hayy sucedió en la Policía a otro cura, Hernán Quijano.

Quijano es una figura clave dentro de la estructura de la Iglesia Católica de Paraná: desembarcó en Paraná con la oleada que trajo el finado arzobispo Adolfo Servando Tortolo, que dirigió durante dos décadas la curia, ocupó la presidencia del Episcopado y manejó el vicariato castrense durante los años duros de la dictadura.

Nació en Buenos, en 1950, se ordenó como cura en Luján, provincia de Buenos Aires, en 1976. Después, se mudó a Paraná.

Este año, Puiggari confirmó la designación como miembros natos del consejo presbiteral para el trienio 2017-2019 del vicario general Eduardo Tanger, de Quijano Guesalaga y el rector del Seminario Arquidiocesano, Cristian Torres.

Pero aunque cuando tuvo que declarar en la Justicia se mostró desmemoriado, conoció de cerca al cura Justo José Ilarraz, a punto de ir a juicio por siete denuncias por abusos a menores.

Formó parte del equipo de formadores del Seminario en el tiempo que ocurrieron los abusos del cura.

Cuando ocurrieron los hechos, Puiggari era prefecto de disciplina del Menor-Mayor, los últimos dos años del colegio secundario con internado que funciona en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo; Ilarraz, a su vez, era prefecto de disciplina del Menor-Menor, de primero a tercer años, el ciclo básico. Precisamente, los alumnos del Menor-Menor fueron quienes denunciaron los abusos.

La estructura funcional del Seminario, entonces, estaba conformada así: el rector, cabeza máxima y superior del cura Ilarraz, era el sacerdote Luis Alberto Jacob; por debajo, y como directores espirituales, estaban el ya fallecido cura Andrés Emilio Senger, y el ahora arzobispo Puiggari; y como prefecto de estudios, el canciller Quijano Guesalaga.

En una escala inferior, y como responsable de Teología, César Raúl Molaro, sacerdote agregado de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz del Opus Dei; y como prefecto de disciplina del curso propedéutico, Silvio Fariña Vaccarezza, también designado oficial de justicia, y encargado de llevar adelante, en 1995, la investigación diocesana que encomendó Karlic sobre Ilarraz, después de escuchar a las víctimas de los abusos.

Quijano entró en la Policía en 1984 y se mantuvo hasta 2016, que pidió el retiro de la fuerza.

Se fue habiendo accedido a uno de los cargos más altos que llegó jamás nunca un miembro del clero: comisario mayor.

 

 

Foto: Arzobispado de Paraná

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.