Por Fabián Schunk (*)

 

Este lunes no era un día especial, no debía ser especial.

Comenzó como un día más, un día de trabajo, de responsabilidades ordinarias, pero algo rompió la monotonía en la vida de muchas personas, de cientas, de miles de personas.

Hoy la Justicia le puso fecha de prescripción a la impunidad, al silencio, al encubrimiento.

Y, por más que cueste dimensionar en toda su amplitud el alcance de un número en un almanaque, hoy se puso fecha a un nuevo renacer.

Hoy en todo el país, miles de víctimas de abuso eclesiástico renacen con la esperanza de convertirse en sobrevivientes y protagonistas de sus vidas.

Que la Justicia, con la autoridad de la equidad, le diga a las víctimas: «El 13 de noviembre será el día del juicio», nos llena de esperanza, y reconforta.

Al fin seremos escuchados y nos tendrán que escuchar. Con vergüenza, varios tendrán que dar razones de su actuar, varios tendrán que hacerse cargo, directa e indirectamente, del dolor causado y permitido.

Hoy son Ilarraz y Moya, pero en ellos, muchas víctimas en Argentina ven representados a sus propios abusadores, y en nuestra lucha como así también en la Justicia entrerriana, encuentran por fin, un poco de voz, un poco de paz un poco de luz.

 

 

(*) Integrante de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico. Víctima del cura Justo José Ilarraz, uno de los siete denunciantes en la Justicia.