Corría 2010 y gobernaba Cristina Fernández de Kirchner. El contrapoder, la Iglesia Católica, estaba dirigida por el cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, una figura crítica querida por pocos. Bergoglio encabezó el Episcopado entre 2005 y 2011. Nadie lo pensaba Papa. Eso llegaría recién el 13 de marzo de 2013.

Esa noche fría y lluviosa en el Vaticano, el cardenal protodiácono Jean-Louis Tauran se asomó a los balcones y frente a la Plaza de San Pedro repleta pronunció la esperada frase: “Habemus Papam”, dando a conocer el nombre de Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa latinoamericano y el primero en llevar el nombre de Francisco. Pero eso ocurrió en 2013.

En 2010 era Jorge Mario Bergoglio y podía andar entre los comunes, viajar en subte, visitar una villa, llegar a Paraná a interesarse por los asuntos del legado familiar. Los Bergoglio, llegados de Italia, pisaron primero Paraná. La familia Bergoglio tuvo un paso significativo aquí a principios del siglo XX. En el microcentro de la ciudad, se erige el Palacio Bergoglio, una imponente construcción que perteneció a miembros de su familia; el edificio fue construido como conjunto de viviendas, y local comercial en la planta baja y tenía un pequeño Teatro en el subsuelo. Esta residencia, que aún conserva su valor arquitectónico, es un testimonio silencioso del vínculo entre la familia Bergoglio y la historia local.

Según registros históricos, el abuelo del pontífice, Giovanni Angelo Bergoglio, fue un inmigrante italiano que vivió en Paraná y estos lazos familiares conectan al primer Papa latinoamericano con la capital provincial, refleja un texto del Municipio de Paraná. Su padre, Mario José Bergoglio, llegó desde Italia para trabajar como contador en la firma familiar radicada en la capital entrerriana dedicada a la pavimentación. Durante ese período, la familia residió en el actual Palacio Bergoglio, ubicado en la esquina de Andrés Pazos y la Peatonal San Martín, un edificio emblemático que aún se conserva.

 

La empresa, conformada por varios integrantes de la familia, fue afectada por la recesión económica de la época y por la muerte de su presidente, Juan Lorenzo Bergoglio, hermano del abuelo de Francisco. Esta situación llevó al cierre de la firma y a la posterior venta de sus bienes, incluido el mencionado Palacio Bergoglio.

En un escrito personal, el propio Papa Francisco relató este episodio:

“Vino la recesión económica. El presidente de la empresa en Paraná, hermano de mi abuelo (se llamaba Juan, igual que mi abuelo, pero el segundo nombre era Lorenzo) enferma de leucemia, y linfosarcoma. Lo atiende el Dr. Ivanisevich (quien fuera luego ministro de Educación) y muere. Ambas cosas –la recesión y la muerte de Lorenzo– fundieron la empresa. Tuvieron que vender todo, hasta la bóveda del cementerio (todavía se conserva en Paraná el Palacio Bergoglio, de 4 pisos, donde vivían los cuatro hermanos) y mis abuelos y papá quedaron en la calle”.

Por algún motivo ajeno a su labor pastoral, en 2010 Jorge Mario Bergoglio llegó a Paraná. Luis “Cosita” Romero, histórico baqueano del río, ambientalista, lo llevó en tres oportunidades a la isla en su lancha. No reparó demasiado en su figura, ni pudo dialogar. Bergoglio era reservado y callado. Lo recuerda con un libro bajo el brazo, y acompañado de un joven, un asistente. No se fotografió con el futuro Papa: entonces, 2010, no estaba la moda de la instantaneidad y de las redes sociales. Ni siquiera se le ocurrió -ahora lo lamenta- pedirle que firmase un libro de visitantes ilustres que solía hacer firmar a toda personalidad que llevaba hacia la isla en su lancha.

 

“Cosita” Romero rememoró aquella anécdota durante una larga charla con el programa Puro Cuento de Radio Plaza 94.7.

-¿Lo conociste a Bergoglio?

-A Bergoglio lo conocí, sí.

-¿En qué circunstancia lo conocés?

-En 2010. Nosotros llevábamos gente al río, a conocer, con Baqueanos del Río, y justo en ese año hubo una bajante importante del río: Paraná no tenía playas. Ese año, Bergoglio cruzó en tres oportunidades el río con nosotros. La verdad que era una persona muy preocupada por la realidad, porque los tres días que yo la vi, los tres días iba con un libro en la mano, leyendo. Y lo acompañaba una persona joven, que nacía la segunda. Las tres veces fueron interesantes. Pero recién en la tercera vez fue que me saludó.

-¿Cómo fue ese encuentro con vos?

-Él en ese momento era el líder de la iglesia. Aparecía mucho en la tele, con las críticas de los gobiernos, creo que era el gobierno de Cristina en ese momento. Él bajaba su posición con respecto al tema de los pobres. Y bueno, me pareció rarísimo verlo, que bajara a la lancha. Hizo la cola como el resto. Lo llevamos a la Isla Puente y al islote Curupí. En el viaje, yo iba explicando a la gente y él leía. Recién el tercer día fue que levantó la mirada y asintió, diciéndome que estaba muy bien lo que estaba haciendo, lo que estaba haciendo yo. No tuve yo una comunicación con él. En realidad, nadie tuvo una comunicación con él en ese momento. Sí, me llamó la atención de que viniera al río, que se metiera al río, que fuera a la playa. Venía con una persona joven, con la reposera, que le facilitaba el joven. Una de las cosas que me llamó la atención es que yo pregunté cómo andaba por aquí, qué raro. Bueno, sí, creo que tenía que ver mucho con el tema de la sucesión de la Galería Bergoglio.

“Cosita” Romero dice que no ha contado en muchas oportunidades la anécdota que, ahora, reflexiona, lo ha marcado en su actividad en defensa el medio ambiente.

-Lo increíble de todo es que después, pasando los años, él termina siendo Papa y escribe la encíclica sobre el cuidado de la casa común. En esa encíclica hace un llamado al mundo sobre la necesidad de que activemos cuestiones que tienen que ver con la defensa del ambiente. Se empezó a hablar de la casa común. Nos inspiramos en él para empezar a hablar nosotros también del cuidado de la casa común. Jamás nunca hubiera pensado que iba a aportar algo, digamos, desde ese lugar, desde lo religioso. No soy una persona que ha sido militante religiosa, ni nada de eso.

-Pero te unió al Papa la defensa de la casa común.

-La verdad que quedé atrapado con la encíclica del Papa Francisco. La verdad que es un documento que deberíamos tener que leer todos, como una manera de desarrollar el aprendizaje con nuestro entorno, con naturaleza. Por eso creo que la pérdida de Francisco va a ser una pérdida muy grande en la historia de la humanidad. Puso la luz en todas esas problemáticas que tienen que ver con la pobreza, con los descartados de la sociedad. Habló tanto de estas cuestiones que merece escribirse nuevas bibliotecas para poder entender tanta profundidad de esta persona que dejó muy alto a los argentinos, puso la vara muy alta en lo que respecta al ser humano.

-Hablas de la Encíclica Laudato Si (Alabado seas), que estableció una nueva mirada del medioambiente, sobre todo desde el Vaticano, que nunca se había interesado por estos temas.

-Claro, lo que sucede que también es que hemos tenido momentos donde la Iglesia ha sido conservadora. Y bueno, cuando vienen personas como Francisco, que vienen y pegan una mirada a otro rumbo, la verdad que cambian cosas. Ojalá que los cardenales que deben elegir un sucesor elijan correctamente.  Porque muchas veces hemos tenido papas que han colaborado para la corona.

 

 

Foto potada: 170 Escalones

De la Redacción de Entre Ríos Ahora