La muerte de Diego Maradona, este miércoles 25, a los 60 años, impactó en todo el mundo cuando trascendió la noticia.

Y en las historias que comenzaron a evocase, Paraná tiene una muy particular.

Fue cuando el astro ya formaba parte de Boca Juniors y este equipo llegó para jugar un amistoso con un combinado local. La vista de Diego coincidió con el fallecimiento de un tío materno que vivía en la capital provincial. Ese día, Maradona se acercó a la casa de sus parientes, en Villa Almendral.

Los chicos barrio, al enterarse, lo esperaron pasando el tiempo jugando a las bolitas en la vereda, cuando de pronto fueron sorprendidos por el propio Maradona que se hincó con ellos para para hacer unos tiros, según recordó emocionado Gabriel Puebla, uno de aquellos protagonistas que querían ver a su ídolo.

Corría el año 1981. Fue el año de pleno ascenso en la estelar carrera de Diego Armando Maradona, que hoy falleció a los 60 años. En ese entonces, el 17 de abril, el genial futbolista visitó la capital provincial para disputar un amistoso que se llevó adelante en el estadio de Club Patronato. Integrando el conjunto de Boca, enfrentó en a un combinado llamado Alianza Paranaense de Fútbol.

Pero además Maradona participó de un hecho extra deportivo: Concurrió al velatorio de un tío, hermano de su mamá, Dalma Salvadora Franco, la Tota, que vivía en el barrio de Villa Almendral. Fue a dar las condolencias. El dato que iba a estar en el barrio corrió como reguero de pólvora. Los chicos de las inmediaciones querían verlo y tal vez obtener un autógrafo. Se agruparon algunos frente a la sede del Club Atlético Santa María de la Villa Almendra, en calle Scalabrini y se dirigieron con otros vecinos a donde era el velatorio en calle Martín de Moussy, casi en su intersección con Francisco Soler, en el norte de Paraná, detalló en diálogo con esta Agencia Gabriel Puebla, uno de aquellos chicos que querían ver al Diez.

“Justo fallece su tío cuando vienen a jugar un amistoso. Y fue hasta el velatorio. Fue una revolución, que pasara frente a las puertas de nuestras casas. Él ya era un ídolo, y esto era todo un acontecimiento; además ver esa camioneta gradísima en la que llegó, para esa época era todo muy sorprendente”, evoca Puebla.

“Y fue así que llegó a la casa, entró al velatorio, que estaba lleno porque claro, estaba el Diego. Entonces todos los gurises ahí estábamos esperando que salga, nos pusimos a jugar ahí en la vereda, que era de tierra. Entonces en un momento sale Diego y nos ve que estábamos jugando la bolita y se agacha, agarra una y se pone a jugar un ratito con nosotros. Estuvo un ratito y entró de nuevo a la casa. Para nosotros fue todo un acontecimiento, porque Maradona jugó con nosotros a la bolita”, detalló sobre ese encuentro que da cuenta de la forma de ser de la estrella del fútbol.

En un recuerdo final ante su fallecimiento, Puebla como mucho dejan su deseo: “Que en paz descanse el más grande de todos”.

Es así que esta visita de Maradona a Paraná, que tuvo su origen en un compromiso deportivo, contó con una funesta coincidencia por la cual tuvo oportunidad de conocer a una rama de la familia con la cual no tenía un vínculo estrecho. Luego los acontecimientos llevaron a Diego al pináculo de la fama y la gloria, pero sin desdeñar esa tradición de tener presentes a los parientes. Ya instalado en Italia, vistiendo la casaca del Napoli, Diego decidió sellar con un casamiento esa larga unión con Claudia Villafañe.

La boda se celebró el 7 de noviembre de 1989 en el acondicionado estadio cubierto del Luna Park en Buenos Aires. Según la revista Vanity Fair la pareja gastó dos millones de dólares en la fiesta y que tuvo una torta gigante de ocho pisos con 100 cintas que colgaban en cuyos extremos había 99 anillos de oro y uno de diamante.

A esta celebración, que tuvo entre los presentes a las estrellas top argentinas e incluso al presidente cubano Fidel Castro junto a otros 1.200 invitados, fueron participados los parientes de Paraná, entre los que se encontraban a la viuda de Franco y tía de Diego y su nieta quinceañera. Con la tarjeta para la cena, los novios les regalaron a las invitadas vestidos y zapatos para concurrir, según luego recordaba en las charlas con sus vecinas de Villa Almendral la adolescente sobre la generosidad que había tenido el Diez.

Texto: Silvio Méndez
Fuente: Agencia de Informaciones Mercosur.