Se puso en funciones la nueva balsa que une Villa Urquiza con Paraná. Está realizada con material naval y cuenta con la última tecnología e iluminación. Es una inversión del gobierno provincial, que entiende que este tipo de obras son fundamentales para promover el desarrollo turístico de la región, indicó Vialidad.
Mantener la originalidad fue fundamental para que sea el icono turístico que fue siempre. Tiene todo lo que es materiales, tecnología y normas de construcción aprobado por Prefectura Nacional que fue quien inspeccionó la balsa y realizó el control durante todo el proceso de ejecución.
La balsa cruza el arroyo Las Conchas, uno de los 7.500 pasos de agua que tiene la provincia de Entre Ríos.
El arroyo se cruza en balsa a cadena, tirada manualmente por un empleado que debe activar una manivela para transportar hasta tres autos de una costa a otra. No es la única en la provincia: otra muy parecida existe en Paranacito, donde el arroyo Martínez es la principal “avenida” de la ciudad.
La de hoy es la quinta balsa que cumple la función incansable e incesante de ir y venir de una orilla a otra. Desde 1905 se sucedieron una a otra, pero siempre con su sistema rudimentario, básico pero seguro. “Nunca hubo ningún accidente”, se jacta Carlos Bautista Cardeña, que hizo girar la palanca o corrió la cadena de la balsa durante 40 años, desde mediados de la década del 50, según publicó El Diario en su edición del 23 de julio de 2012.
Hoy, ese trabajo lo hace su hijo, su yerno o su nieto Fabricio. “ahora se mueve con el malacate, pero usábamos la maroma”, dice Fabricio. El malacate es una madera con una muesca que se calza en la cuerda que sirve de guía y a la que está enganchada la balsa. Y la maroma es una especie de reel con el que se recoge o se suelta la cuerda que mueve la balsa.
Cuando Carlos Bautista comenzó a realizar ese trabajo, el arroyito tenía 15 metros de ancho. Pero ya se sabe, el inquietante correr del agua hace su trabajo y hoy la balsita anacrónica y bella recorre 75 metros para cruzar los autos, máquinas del campo y motos de una costa a otra.
En unos minutos pasa media docena de autos, entre lugareños y los desconocidos, especialmente para los más chicos, quienes se bajan a vivir al aire libre ese cruce de ensoñación y fugaz misterio durante una típica jornada de sol invernal.
En su parte más honda del caudal, el arroyo Las Conchas tiene 15 metros de profundidad. Cerca está la casa de los Cardeña.