La vida de un niño se puede estragar de varios modos, y siempre será un estropicio que dejará marcas. Pero la familia, por acuerdos tácitos, se entiende que es el lugar más seguro para un niño. Usualmente es así. Pero el escándalo de los aberrantes abusos y corrupción de cuatro hermanos en Oro Verde, en el que están acusados como partícipes la madre, una tía, un tío y su pareja, los abuelos maternos, un tío abuelo, y otras seis personas desnuda el infierno que se esconde detrás de las a veces aparentes paredes protectoras de un hogar, y echan por tierra con una lógica aprendida.

El hogar familiar suele ser un espanto y el peor lugar para vivir.

Un juez, Gustavo Maldonado, procesó a 11 personas el 12 de agosto de 2019, y les achacó una serie de delitos aberrantes: corrupción de menores reiterada y triplemente agravada por la edad de la víctima, por el medio de comisión y por el vínculo; promoción a la prostitución de menores doblemente agravada por el vínculo y por la edad de la víctima; abuso sexual con acceso carnal calificado por el vínculo y por el número de personas; abuso sexual sin acceso  carnal reiterado; promoción de la prostitución de menores doblemente agravada por el vínculo y por la edad de la víctima.

Un tribunal de segundo grado, compuesto por los camaristas Gustavo Pimentel, Alejandro Grippo y Gervasio Labriola, confirmó esos procesamientos el 19 de diciembre, y descartó las apelaciones y los pedidos de nulidad planteados por los abogados defensores, con el argumento de que “los agravios en los que los impugnantes fundan su pretensión aparecen como una mera disconformidad con la valoración que de los elementos probatorios colectadas hiciera el Señor Juez de Transición; es así que los letrados defensores plantean una hipótesis diferente a la que atendible y razonadamente llegara el Instructor”. Y por ello, el tribunal concluyó que “los planteos de las defensas recurrentes no debilitan la conclusión a la que arribara” el magistrado de primera instancia, “debiendo seguirse el proceso para llegar a la etapa de juicio, momento procesal en el que las partes debatirán y argumentarán con mayor amplitud”.

En el proceso en la Justicia, que se abrió en 2013, actuaron una defensora oficial, Mabel Carnero; dos fiscales, primero Santiago Brugo, luego Laura Cattáneo; y los cuatro hermanos víctima N., D., E., y M., fueron escuchados por seis psicólogas diferentes. “Todas las profesionales les dan credibilidad a los chicos, todas hablan de los parámetros que hacen que sus relatos sean veraces, entre ellos justamente que el relato no es lineal ni volcado en un mismo tiempo, ni en una misma secuencia, esto le da credibilidad a los dichos de los menores, al contrario de lo que pretende la defensa. También mencionan que el chico (N., NdelR) contaba lo más traumático y omitía otras cosas porque eran muchas. La psicóloga dijo que fueron tantas que ni siquiera él las recuerda, por eso tiene coherencia que el padre haya venido con un ayuda memoria, porque son tantos hechos que no los podía recordar. La propia fiscal que vio la causa muchísimas veces, tiene que anotarlo para recordarlo, porque es tal la cantidad de hechos y tan aberrantes que si no se confunde”, dice un párrafo del pronunciamiento del tribunal de juicio al citar el planteo de la fiscal Cattáneo.

La corrupción, la prostitución, los abusos, ocurrieron, dice la instrucción de la causa, con la familia materna como abusadora; con la madre, la tía, el tío, la abuela y el abuelo maternos, un tío abuelo paterno, terceros que no tenían relación filial con los cuatro hermanos, pero que en ocasiones pagaban para tener sexo con ellos.

Hubo, claro que sí, momentos de contención ante tanto horror.

El abuelo paterno fue la figura que los contuvo, los escuchó, les dio amparo, hasta que falleció.

En la casa del padre, que fue quien formula la denuncia en la Justicia en 2013, los cuatro hermanos víctima (N., D., E., y M) también la pasaron mal, sin descender, claro, a los abismos del infierno al que los llevó la mamá. “Muere el abuelo paterno, que era el referente de estos chicos  -todos, cuando declaran, hablan muy bien del abuelo-, que fue el único que los escucha y que los contiene. Sufrieron mucho cuando muere el abuelo y quedan al cuidado de padre  (O.Q.) con P. R., su nueva pareja, que se encarga de destruir la relación paterno filial, o al menos de resentirla, y ahí el padre empezó a tratar mal a los chicos, a ser violento con ellos porque su pareja le llenaba la cabeza. A raíz de eso, interviene el Copnaf (Consejo Provincial el Niño, el Adolescente y la Familia) y los chicos son separados del padre por violencia. D. había llamado al 102 y los chicos son separados del padre y quedan, primero, en dependencias del Copnaf, y, luego, al cuidado de  M. (la hermana mayor, NdelR), con el agravante de que M., con 18 años, tuvo tres chicos a cargo -porque E.  también estaba con el papá desde del 2014. Lógicamente, no los puede controlar: N. empezó a consumir droga, a no ir a la escuela, a no hacerle caso. Era un caos y terminan luego en el tiempo con algunas familias sustitutas y luego conviviendo con el padre de nuevo, y hoy viven con el padre en Oro Verde, salvo M. que hizo pareja y tiene una hija”, se lee en el relato de la fiscal Cattáneo.

Pero antes del desarraigo, de que fueran a hogares del Copnaf, de que quedaran al cuidado de la hermana mayor, de la inquina de la pareja del padre, de los actos de violencia del padre hacia los cuatro, ocurrió todo aquello que contiene un expediente judicial: los abusos, la corrupción de menores, la prostitución de niños, los ritos dizque aberrantes, enfermizos. Los incestos.

La familia de los cuatro hermanos víctima N., D., E., y M, fue primero una familia rota, después una familia disfuncional, y antes de todo eso, un vórtice oscuro y siniestro.

Mediáticamente sólo trascendió el nombre de Mario Rene Wolff Furlong, uno de los 11 imputados. Pero están también la madre, los abuelos maternos de los cuatro hermanos, sus tíos, las parejas de su tío, otras personas. Unos partícipes de los abusos y la corrupción; otros envueltos en ritos extraños. Todos, corruptores de cuatro menores.

El abogado Rubén Pagliotto, codefensor junto a Guillermo Mulet de Mario René Wolff Furlong, calificó a la causa como “hiper compleja”, que en su matriz deriva de una “saga” y enfrentamiento de dos familias: Questa, paterna, y Saavedra, materna. “Hay una separación en el año 2011, hay parte de la vida de los niños que la llevan adelante en Mar del Plata porque su padre es militar, integra la banda del Ejército Argentino, y hasta el 2009 moraba toda la familia primaria (…) en Mar del Plata, venían en verano a Paraná y se repartían en las visitas entre la casa de los abuelos maternos Saavedra y los abuelos paternos Questa”, cita el letrado.

Y apunta: hay un divorcio en el año 2011 de M.J. y O.Q., los padres, y “una familia materna con perversas desviaciones sexuales”.

Historias de perversión

Ante el tribunal que confirmó los procesamientos de los 11 implicados en los abusos, la prostitución de menores y la corrupción en Oro Verde, la fiscal Cattáneo citó los testimonios de los cuatro hermanos víctima, “porque es la única forma de entender, dado la cantidad aberrante de hechos que padecieron los menores a lo largo del tiempo”. Y que “es tan complejo que relatar los hechos que tiene cuarenta fojas solo de la descripción de los mismos”. Pero aclaró que  aclaró que se trata de “cientos de episodios” de los que fueron víctimas “a chicos de seis a trece años de edad”. 

El caso se dispara con la denuncia del papá y el abuelo el 23 de junio de 2013, dos años después de la separación de los padres, que sucedió en 2011. Fue así que el papá y el abuelo de los cuatro hermanos tomaron un primer conocimiento de los hechos por el relato de dos de los cuatro hermanos, N. y D. “Ese relato, esa develación de los niños, se dio cuando hacía dos años que no veían a la madre. Demoraron dos años porque la psicóloga explica que fueron ´los tiempos del menor´, que el secreto tiene que ver con la negación, pero sobre todo porque ambos empezaron a sospechar que su hermana menor, E., también podía estar siendo víctima de abuso, quien en ese momento tenía cinco años de edad y vivía con su madre. Agregaron que sospechaban esto porque cuando la niña los venía a visitar les contaba que su mamá  le tocaba la cola y que veía a D. (pareja de su tío) desnudo en la casa. Esto, a los dos les llamó la atención y en pos de proteger a su hermana develaron el secreto, por miedo a que E. le pase lo mismo”.

“N.  también rememora que los abusos los padecía desde que tenía  cinco años”, y que quien lo abusaba era su propia madre; que una de sus hermanas fue abusada por la pareja de un tío, y los hermanos abundan en relatos que dan cuenta de la participación de la madre, los abuelos y los tíos en los abusos de los que eran víctimas. “Todo esto demuestra la participación de la madre y la tía de los menores, quienes se ocupaban de neutralizar la resistencia de los menores para que los violen”, dice la fiscal Cattáneo.

“Si se escucha (el relato de N. en Cámara Gesell) es conmovedor cómo N. baja la mirada cuando lo cuenta. En esa extensa entrevista, N. también relata que en ese departamento que ocupaban el tío y su pareja (…)-el famoso departamento “J” de Oro Verde- se armaban orgías y fiestas con cierto tinte religioso, porque bailaban sobre una estrella, practicaban rezos, prendían velas, tenían un tinte de ritual. Que estas fiestas se hacían con frecuencia y que a él lo llevaban a las mismas, a veces se lo abusaba allí, allí lo violó el abuelo y allí también fue abusado por otras intervinientes y también lo sentaban y lo obligaban a que presenciara cuando los mayores tenían relaciones entre sí. El nene dice que en ese departamento estaba su mamá, había señoras desconocidas, también estaban D. y J. que tomaban una bebida con pastillas que molían. Él dice que se desmayó una vez, aunque posiblemente haya quedado mareado o perdió o tuvo bajas de conciencia que enseguida recuperaba, porque después podía recordar lo que le había pasado. Le daban cierta bebida o medicamento o droga que influía en la conciencia y  luego tenían relaciones sexuales todos con todos”, describe Cattáneo.

También en Cámara Gesell testimonió otra hermana, D. e “hizo referencia a la violación que sufrió por parte de su abuela, de su madre” y del novio de su tío. Dijo que la madre comenzó con los abusos con ella “igual que lo hizo con N. cuando vivía en Mar del Plata, cuando ella tenía seis años (…) y que le decía que era para que se fuera acostumbrando porque le quería hacer igual que le hicieron a ella, que quería que a su hija le pase lo mismo que a ella”.

Cattáneo refiere a otro delito, el de promoción a la prostitución de los hermanos. El abuelo paterno, ya fallecido, declaró el 31 de julio de 2013 y reveló un dato todavía más escalofriante: que su nieto fue abusado por la anterior pareja de su tío –también imputado en la causa- “y le había pagado para ello” a la abuela materna de N.

La fiscal aseguró que los niños “no contaron todo, que si  hoy nos sentamos en juicio deberemos escucharlos una mañana entera como mínimo, y habrá que ver cómo se le pregunta a tres chicos sobre sobre cien hechos. Era imposible que contaran todo, iban recordando de a poco y daban por ende la información de a poco”. Está el siniestro “departamento J” de Oro Verde; pero también otros lugares que los niños relatan como escenario de los abusos y la prostitución a la que eran sometidos por su propia familia. El niño era abusado, y la madre, o la abuela, cobraban lo que pagaba el abusador.

Ahora, tres de los hermanos son mayores de edad, y han dado testimonio en la causa, ante el juez Maldonado.

“El forense no duda que hubo penetración y reiterada en un nene de 13 y nena de 12 y penetraciones antiguas, lo cual da plena credibilidad a los dichos de los chicos”, relató la fiscal.

Y cerró en que la prueba colectada y los testimonios recibidos acreditan los hechos y la responsabilidad de los imputados. “Si queda alguna duda -afirmó Cattáneo-  se develará en lo que queda de la instrucción o en el juicio, donde podrán nuevamente interrogar a los niños y pedirles detalles”.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.