Este lunes 13, a las 8,30, el intendente de Gilbert -a 215 kilómetros de Paraná, en el departamento Gualeguaychú- Ángel Fabián Constantino (PJ). se sentará en el banquillo de los acusados ante el Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguaychú para ser juzgado potres tres hechos de abusos sexuales simples y con acceso carnal.
El tribunal está conformado por los vocales Arturo Dumón, Alicia Vivian y Mauricio Derudi. La acusación fiscal estará a cargo de los fiscales Martina Cedrés y Lisandro Beherén, y por la querella particular, a cargo de Juan Ignacio Weimberg; a Constantino lo defienden los abogados Fabián Otarán, Mario Arcusín y Martín Sawan.
La Fiscalía tiene citados a 57 testigos. Las audiencias se extenderán hasta el 28 de este mes, cuando se conocerán los alegatos de clausura de las partes.
La acusación pública y privada unificó un mismo pedido de condena: 18 años de cárcel para el jefe comunal de Gilbert.
Gilbert: el intendente tomó licencia y se cae la intervención
Constantino está alejado de la función pública, aunque sigue percibiendo el sueldo. El 16 de mayo de 2022 inició una licencia con goce de haberes por un plazo de 90 días, un ardid que le permitió sortear una decisión que ya había tomado el Poder Ejecutivo provincial: intervenir el Municipio de Gilbert ante la negativa del jefe comunal de dar un paso al costado.
Los dichos de una víctima
Nacida en Gilbert, residente en Urdinarrain, María Luján Aguirre (39) trabajó en la municipalidad de su pueblo, en el área de prensa, desde 2019, cuando Constantino fue intendente electo. «Al principio la relación era distante, él siempre se mostraba como una persona paranoica, insegura, con la sensación de que su gente lo iba a traicionar. Entonces tenía una manera agresiva de dirigirse, generaba un poco de miedo», dice.
“Si no te gusta, ahí está la puerta”: las frases del intendente denunciado por abuso
Con el paso del tiempo y después de la pandemia del coronavirus, cuando los empleados empezaron a realizar el trabajo presencial empezó el calvario para Aguirre, en pareja con un médico cirujano y con un hijo de 13 años. «Primero fueron constantes insinuaciones, palabras desubicadas, mirada lasciva y acotaciones que tenían que ver con mi uniforme, con cómo me quedaba la camisa. ¿Qué insinuaciones? Saludaba con un beso desagradable, te abrazaba y aprovechaba para deslizar la mano y tocarte».
El día a día empezó a tornarse una tortura para Aguirre, cuya oficina lindaba con la de su jefe. «Una vez, en febrero de 2021, estaba preparando un mate en la cocina, que es chiquita, y él entró a preparar el suyo. Desde atrás me agarró la cintura y me pidió que me corriera. Como tenía gente en su oficina, se fue rápido y apoyó su mano en mi cola. Yo me quedé paralizada pero cuando volvió a quedarse solo, entré a su oficina, le dije que se había desubicado, me miró sonriendo y me respondió: ‘Si no te gusta, mirá, ahí está la puerta‘. Muda quedé».

El acoso fue creciendo. «Sabiendo que estaba en pareja, me llamaba a mi casa para invitarme a salir, para decirme guarangadas, un tipo repugnante, pero yo no podía hablar, me tenía amenazada con dejarme sin trabajo a mí y a mi papá, que también trabajaba en otra área de la Municipalidad».
En los primeros días de marzo escuchó: «María Luján, a mi oficina«. Dudó pero fue. Constantino cerró la puerta, la tomó de los hombros y la arrinconó contra la pared. «Me empezó a besar en la boca, en el cuello, me manoseó en todos lados y no pude reaccionar».
Las lágrimas y la congoja interrumpen el relato, pero Aguirre se esfuerza, dice que necesita hablarlo. «Callé mucho tiempo, a mi marido le decía que estaba estresada, me tragué toda esa angustia sola. Tuve ataques de pánico y de ansiedad, fui a ver a un psicólogo, que me derivó a un psiquiatra, me medicaron y sigo tomando tres pastillas por día para combatir la depresión, para poder dormir y para poder estar de pie. Pero a nadie de mi entorno le había dicho la verdad». Pasaron unos días y volvió a la oficina con temor.

«¡María Luján, vení«. Dos semanas después del último ataque, Constantino volvió a ejercer acoso laboral y sexual. «Estaba aterrada, demoré en responder, no quería ir. Me volvió a llamar, fui y apenas entré a su oficina, me agarró,me tiró arriba de su escritorio, me tapó la boca y llevó sus manos a mis partes íntimas. No sé cómo hice pero zafé y me fui corriendo a ver a mi psiquiatra, quien me dio 60 días de licencia por mi estado de angustia general». Sin embargo, Luján le rogó a su médico que fueran 30, porque Constantino la amenazaba por teléfono con dejarla desempleada.
Retornó al trabajo en mayo de 2021 y transcurrió la primera semana «relativamente» tranquila. «Pensé que se había calmado el tema. Pero promediando mediados de mayo, me convocó a su oficina para llamarme la atención por un error ortográfico en la página web. Yo temblaba y empecé a llorar al lado de él y le pedí por favor que me comprendiera, que me costaba mucho trabajar en esas circunstancias. Se levantó, me agarró por atrás y me empezó a manosear y me repetía ‘tené mucho cuidado con lo que decís‘. Hasta hoy yo me pregunto por qué nunca reaccioné, por qué no le tiré algún objeto».
Entre llantos y súplicas, Constantino la empujó a Aguirre contra el escritorio. «Nunca había llegado tan lejos como esa vez. Con su mano hizo abuso carnal. Me fui a mi casa llorando, después fui a la psicóloga, le dije toda la verdad, luego le conté a mi marido, hicimos la denuncia en la fiscalía y me dieron una licencia hasta agosto -período en el que bajó 17 kilos-, que se extendió a diciembre de 2021, cuando me terminó echando».
De la Redacción de Entre Ríos Ahora