Cuando no fue más intendente, quiso retomar funciones en el hospital, y Warlet le asignó tareas de atención en los consultorios externos, que Orué rechazó. No sólo eso: llevó su malestar al Ministerio de Salud por cuanto no creía que ésa debía ser su función; aspiraba a otro rango: director.
Cuando fue intendente, la administración de Orué fue observada con detenimiento por el Tribunal de Cuentas de la Provincia, que le reprochó algunas irregularidades detectadas. Quizá el dato anecdótico que más se recuerde sea la decisión adoptada por el jefe comunal de comprar una partida de Viagra con fondos comunales.
Orué había sido echado durante la administración del exgobernador Sergio Alberto Montiel. Pero en octubre de 2010 consiguió que el Poder Ejecutivo le perdonara un oscuro episodio que derivó en su cesantía en 2001 de su cargo de médico asistente del Hospital Nuestra Señora del Carmen, y también de los centros de salud Coronel Dorrego, de Gobernador Echagüe, y Sagrado Corazón, de Arroyo Clé.
La pérdida de aquel maletín mereció otro reproche. Orué justificó el viaje hasta Rosario del Tala, distante a 40 kilómetros de Mansilla, por cuanto allí le resultaba más barato sacar las fotocopias de la documentación.
Para la Dirección de Sumarios hubo una conducta «negligente» al no haber puesto celo en la documentación que llevaba, y además «poco creíble» al no poder certificar si perdió el maletín o se lo robaron. Además, le cuestionaron «la desidia» en la exposición ante la Policía, y la «burda excusa de sacar fotocopias en Rosario del Tala, por una disminución de costos, cuando el viaje que debía hacer suponía «mayor erogación» en combustible.