En esas reuniones campamentiles, Forcher organizaba juegos, según el detalle que elaboró el Ministerio Público Fiscal, y que sirvió de base para la acusación. Uno de esos juegos se llamaba “cortar riendas”, liberar la cabeza del pene del prepucio; otra, ocuparse de la depilación de la zona pélvica, alrededor del pene; en ocasiones, someter a cada uno de los adolescentes a una rutina precisa: medir la extensión del miembro viril. Todos esos “juegos”, claro, eran con una condición sine qua non: todos los scouts debían estar completamente desnudos.A lo sumo, con ropas mínimas. Eso era así cuando jugaban al juego de la “toldería de los indios”, y Forcher los hacía desnudar y sólo vestir con taparrabos.
Pero casi siempre el guiño era sacarse la ropa y quedarse desnudos: los chicos del Grupo Scout San Cipriano y también el jefe del Grupo Scout San Cipriano, Juan Carlos Forcher. Todos sin ropa. “No se preocupen, que esto no sale de acá”, los convencía.
A veces los tocaba también: les tocaba la zona de los genitales a los scouts, y los filmaba.
Forcher filmó todas y cada una de las juntadas con los chicos.
Todo lo que hizo Forcher en sus años al frente del Grupo Scout de Diamante quedó prolijamente filmado: en videocasetes, en DVD, en pendrive, y archivado en su casa.
Verdaderas colecciones de pornografía infantil, todo prolijamente ordenado, prolijamente guardado. Miles de horas de filmaciones que muestran, sin mediación, de cómo corrompía adolescentes, de qué modo los hacía desnudar, de qué modo él participaba en los juegos, desnudo; de qué manera los tocaba, con cuánta lascivia se excitaba viendo adolescentes sin ropa.
Su casa, una videoteca gigante de pornografía infantil: Forcher dirigió el Grupo Scut San Cipriano entre 2005 y 2013. Pero su trabajo con chicos viene de antes, de principios de la década de 1990.
Uno de esos juegos se llamaba “cortar riendas”, liberar la cabeza del pene del prepucio; otra, ocuparse de la depilación de la zona pélvica, alrededor del pene; en ocasiones, someter a cada uno de los adolescentes a una rutina precisa: medir la extensión del miembro viril. Todos esos “juegos”, claro, eran con una condición sine qua non: todos los scouts debían estar completamente desnudos.
Desde la denuncia, finales de 2015, se inició en los Tribunales de Diamante una compleja investigación penal preparatoria que llevó más de dos años, y que incluyó un allanamiento a la casa del exjefe scout. El miércoles 18 de octubre de 2o17 la causa fue elevada a juicio oral por el juez de Garantías de Diamante, Julián Vergara, con una petición durísima de parte de los fiscales: pidieron 20 años de cárcel para Forcher.
El 11 de noviembre de 2017, juez Rafael Martín Cotorruelo, vocal del Tribunal de Juicios y Apelaciones de Paraná, rechazó el planteo del defensor Schlotahuer, y confirmó una resolución que ya había adoptado el juez de Garantías Julián Vergara: elevó la causa a juicio oral.
Schlotahuer había reclamado el sobreseimiento de su defendido, y el incidente se trató en audiencia en los Tribunales. Cotorruelo rechazó el recurso que había interpuesto el defensor, pidiendo el sobreseimiento.
Todo se disparó, la investigación de los abusos, la decisión de las víctimas, eso presumen los fiscales, después de que los casos de abusos que salpican a tres miembros del clero paranaense –Justo Ilarraz, Juan Diego Escobar Gaviria y Marcelino Moya—despertaron la inquietud de los denunciantes. Primero, sondearon a su exjefe del Grupo Scout: averiguaron si esas filmaciones que les había hecho desnudos se guardaban. Se comunicaron por mensaje privado de Facebook. Cuando supieron que era así, y reconstruyeron lo que habían soportado siendo menores, decidieron presentarse en la Justicia.