Por Álvaro Augusto Escobar (*)
Los supervivientes del holocausto supieron desde siempre que vivieron para contarle al mundo lo que padecieron y así evitar que eso se vuelva a repetir.
La foto muestra el último trabajo que realizamos con mis alumnos y los niñitos de nivel inicial sobre Malvinas el viernes 1º de abril; la idea era hacer la muestra el martes 5 pero….. desde el lunes 4 con la catástrofe de La Paz empezamos a tomar conciencia que el agua venía para quedarse y no estábamos equivocados, llegó y se instaló, primero traspasó las viviendas de mis alumnos, después mi aula,luego el comedor hasta que se adueño de todo el edificio escolar.
Jamás olvidaré ese viernes 8 cuando con la directora y un grupo de maestros fuimos a evacuar el mobiliario, ese sonido que anunciaba su arribo. El ir a llevar las cosas y volver encontrándonos frente a frente fue una experiencia difícil de explicar y desde ese momento intuí, como Eugenia Unger, Primo Levi, Ana Frank, que debía documentar para la memoria colectiva lo que el agua estaba haciendo. No se de donde saque el valor para volver varias veces a visitar el edificio escolar lleno de agua, ese espacio donde Mariano Bsts y Naty Quartino enseñaban arte, Cynthia Casco Música, Hernan Gimenez Tecnología, Sandra Flaka Medina y Vanesa María Cecilia Franco deportes, Joa Fink Inglés, Nilda Rodriguez preparaba el mate con limón, Marisel Alem tenía su kiosco, Silvia González coordinaba la gestión escolar, Fabi Gonza y Luis Lopez acondicionaban las compus para Tics, Nora Talento recortaba papeles para su jardín, Patricia Urrutia nos recordaba por enésima vez que se quiere jubilar, Estefii Córdoba guardó su caja negra floriada, Emanuel Almirón ensayaba su baile, Ángel Gómez me saludaba con su infaltable y Álvaro como estamos, hoy??? Ines Candia y Sandra Bonomi hacían sus artes culinarias y por sobre todas las cosas nuestros gurises llenaban con sus gritos, sus reclamos, sus peleas, sus trabajos, sus abrazos…. pero volví y documenté porque sé que cuando el agua baje deberemos reconstruir lo destruido, sembrar lo que se perdió para cosechar nuevamente, para que nuestra Escuela Carlos María Onetti renueve su pasión por la educación y su vocación de enseñar….. No se cuales sean las condiciones de las aulas cuando volvamos, sí se que las volveré a llenar de colores y de alegría, con sus láminas, sus cortinas verde manzana y prometo ponerles las franjas amarillas aunque la dire prefiera rojas y blancas porque «enseñar es un ejercicio de inmortalidad. De alguna forma seguimos viviendo en aquellos cuyos ojos aprendieron a ver el mundo a través de la magia de nuestra palabra».-
(*) Docente de la Escuela Carlos María Onetti, de paraje El Quebracho, a 10 kilómetros de Santa Elena. Su escuela está totalmente inundada.