La historia y el método Tierra Bomba. El primer club de música de Paraná. Cómo nació y cómo crece el espacio cultural autogestivo, en la vieja casona de calle Urquiza donde funcionó un centro de detención.

En el enfoque está la distinción. Y en la fe. Hay una mirada que se despega de la narrativa permanente sobre una ciudad que genera poco y aplasta las buenas ideas. Para hacer un contrato por dos años en un caserón antiguo de 600 metros cuadrados y abrirlo no más de tres veces al mes, con el propósito de pensar cada función como una pieza artesanal y sin comparación, hay que creer. Creer otra cosa.

Los hacedores de Tierra Bomba tienen esa visión que encuentra buenas ocasiones donde los que estuvieron parados en ese mismo lugar, un rato o diez años antes, no vieron nada y se fueron. Ellos ven y transitan hoy el espacio inventado, más de un año después del inicio, con el respeto y esos susurros que uno usaría, por ejemplo, en un templo. Nicolás y Martín construyen eso: un templo de la música. Son profundos creyentes y son hermanos.

Tierra Bomba se llama la inspiración de un espacio ganado a lo que tenía destino de torre. A edificio de 12 pisos y negocio inmobiliario. No quiere decir que jamás sea eso, pero por ahora es el primer club de música de Paraná. Y funciona, tanto que desde su apertura, a modo de prueba, en junio de 2015 a hoy ya se van organizando 17 peñas a un promedio de 400 personas por noche de fiesta.

Algo más: ese caserón de calle Urquiza casi Sana Fe, fue antes un instituto de educación terciaria privada y alguna vez la división investigaciones de la policía de Entre Ríos durante la década del 70´. Hay dos habitaciones minúsculas en el fondo, de dos por dos metros, con puertas ciegas de hierro: dos calabozos que permanecen intactos, iguales a cuando el lugar funcionaba como centro clandestino de detención. Dicen que había una entrada por Santa Fe por donde ingresaban los detenidos y que en cada uno de esos calabozos hubo, alguna vez, hasta siete personas.

HISTORIA Y CONCEPTO.

Los creadores de Tierra Bomba vivieron intensamente la experiencia de la autogestión como integrantes de bandas de rock. Había que hacer todo el trabajo, juntar fondos para contratar el sonido, hacer la difusión y después tocar por una pizza y dos cervezas. En ese tránsito se piensa generalmente en un paisaje mejor, la diferencia está en mirar la imagen nada más o hacerla con pedacitos de mosaicos que se detectan de camino.

La primera vez lo alquilaron por una noche. Pusieron el dinero que hacía falta y pensaron que con 200 personas se pagarían los costos. Tocó Factor Fan y Canciones de Luca y Sumo. Fueron 400 personas. En noviembre lo hicieron una vez más, pero ya con el compromiso de haber alquilado el espacio de modo definitivo por dos años.

La idea trasciende la organización de un concierto. Se trata de ofrecer un show que contemple la presentación de dos bandas –en lo posible una local y otra de Santa Fe Rosario, Córdoba o Buenos Aires, por caso-, pero también una puesta en escena, con una determinada mirada estética y unidad de concepto.

Rosario Smowing e Integrante Brownie fue la segunda apuesta. Otra vez superó las expectativas, aún cuando no eran nombres conocidos en la ciudad.

Tierra Bomba le paga el caché a las bandas, dispone de camarines y un sólido respaldo en luz y sonido. Los que van a tocar, agradecen la creación del espacio. Los que van a escuchar, dicen Nicolás y Martín, cuidan el lugar como si fuera propio.

“La gente que viene desde el principio se siente parte, ve los avances, que para nosotros son como pequeñas medallas y te los celebran. La última noche viene un flaco y me dice, che allá se cayó algo. Yo pensé que me iba a hacer un reclamo, pero el flaco me dice, ¿no tenés un trapito así te lo pudo limpiar? porque es una pena”.

Desde principios de este año Tierra Bomba está habilitado como Club de Música y Artes por la Municipalidad de Paraná. Es el primero en inscribirse en ese registro y la idea es, justamente, incorporar a la oferta una mayor gama de actividades artísticas.

Nicolás y Martín imaginan lo que sigue, ven las posibles mejoras, proyectan tener las bandas que escuchan y descubren. Ellos creen que todo eso es posible, porque la experiencia les dice que sí. Y ellos creen. Creen en la música, en la autogestión, en el espacio compartido y en Tierra Bomba, inspiración de una islita frente a Cartagena, en Colombia, que alguna vez conocieron. Una tierra hermosa, de pescadores y trabajadores, que viven un paraíso de autogestión que los turistas no ven, ni conocen.

 

 

Julián Stoppello de la Redacción de Entre Ríos Ahora