El secretario del arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, el cura Mario Javier Gervasoni, condenado a un año de prisión condicional por el delito de falso testimonio, apelará la decisión adoptada por el juez José Mará Chemez el 1° de este mes, al cerrarse el juicio en su contra.

El cura Gervasoni irá con un planteo ante la Cámara de Casación Penal, para que revise esa condena. Así lo hizo saber a Entre Ríos Ahora el abogado defensor del secretario de Puiggari, Guillermo Vartorelli. El jueves 10 se conocieron los fundamentos de la decisión del juez Chemez, y a partir de esa fecha la defensa tiene un plazo de 10 días para presentarse en Casación.

“En este juicio quedó demostrado con certeza que a la fecha de la audiencia del 8/4/15 Gervasoni sabía mucho más de lo que relató, pero lo ocultó a la autoridad competente con pleno conocimiento de que lo hacía”.

De ese modo, el juez José María Chemez justificó la condena a un año de prisión condicional al cura Mario Javier Gervasoni, secretario privado del arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, por el delito de falso testimonio.

Gervasoni declaró el 8 de abril de 2015 en la instrucción de la causa contra el cura Justo José Ilarraz, condenado en 2018 a 25 años de cárcel por abuso y corrupción de menores.  

En Tribunales, en 2015, Gervasoni dijo: que supo que se hicieron actuaciones diocesanas. “Si mal no recuerdo las fechas, se comenzaron en el año 1995, creo. Es lo que sé. Lo sé porque en el año 1995 se me pide a mí un testimonio de si había visto alguna conducta inusual o algo raro que haya visto en ese tiempo, a lo cual yo respondo que no, que no percibí nada inusual o fuera de lo común. Me pidió que declarara en esa época el padre Puiggari y la declaración la hice en el Seminario, porque yo en esa época todavía estaba allí”.

“La declaración la hice por escrito y  se lo di al padre Puiggari. Se nos  nos pidió que seamos reservados. Por mi manera de ser, nunca lo comenté porque no me parecía que correspondiera comentarlo”, contó.

El Ministerio Público Fiscal acusó al secretario privado de Puiggari por “haberse pronunciado con falsedad y reticencia, ocultando datos al juez, datos que no podía ignorar por el rol protagónico de secretario del arzobispo, con quien convive” en la residencia episcopal de la Costanera Alta. Fue cuando Gervasoni declaró como testigo en la causa Ilarraz, en 2015. Como para la Fiscalía se encontraría ya acreditado el delito, durante la audiencia de hoy ya hizo el adelanto de pedido de pena que hará para el cura: prisión condicional de 1 año y 6 meses por el delito de falso testimonio.

Pero finalmente le aplicaron una pena de 1 año de prisión condicional.

Chemez concluyó que “está acreditado que el imputado a la fecha de la audiencia llevaba 10 años ininterrumpidos como secretario de Puiggari, sin contar la estrecha relación que mantenían desde la época del Seminario, conforme se demostró con las declaraciones testimoniales claras, creíbles y contestes de Hernán René Rausch, Leonardo Javier Tovar, Milton Ramón Urrutia y José Carlos Wendler. Todos estos testigos coincidieron en destacar que Gervasoni formaba parte en la época del Seminario del círculo íntimo de Puiggari y que dicha relación fraterna continuó hasta la fecha”.

El juicio por el delito de falso testimonio se originó ante la reticencia del sacerdote cuando declaró, en 2015, en la instrucción de la causa al sacerdote Justo José Ilarraz, condenado en 2018 a 25 años de prisión por abuso y corrupción de menores. “Frente a este panorama, resulta absurdo desde el inicio del análisis aceptar que a la fecha de la declaración testimonial Gervasoni no tenía mayor conocimiento de la investigación sobre los abusos de Ilarraz, por cuanto ha quedado plenamente probado que Puiggari sí conocía todo lo relativo a las conductas indecorosas y lascivas de ese sacerdote desde la década del 90 y resulta inverosímil que durante alrededor de 20 años no le haya comentado a su colaborador más inmediato nada ´expresamente´ o ´específicamente´ -en palabras del imputado en el acta testimonial-. Considero que no resiste la lógica más elemental ni las reglas de la experiencia, la defensa material que ejercita Gervasoni, cuando dice en el debate que ´en realidad charlas con Puiggari había tenido, monseñor es muy reservado en esas cosas, generalmente cuando son personales no las comenta, pero las charlas que tuvimos fue a tenor de lo que había salido en los medios, circulaba por todos lados y era obvio que había comentarios en ese sentido desde los diarios´”, planteó el magistrado en su resolución.

“Por último -observó Chemez-, a los efectos de una correcta e integral valoración de las probanzas reunidas, es imposible soslayar que la declaración de Gervasoni se inscribe dentro de un contexto de ocultamiento y negación de los abusos por parte de sectores de la Iglesia que felizmente ha tomado estado público en los últimos años”.

Y añadió: “En suma, atendiendo a las pruebas mensuradas precedentemente es posible concluir con el grado de certeza exigido en esta etapa del proceso que Gervasoni se pronunció con falsedad y reticencia en la audiencia testimonial, prestada en el Juzgado de Transición por la causa Ilarraz, cuando afirmó primero y negó más tarde haber charlado con Puiggari sobre la investigación, por cuanto ha quedado demostrado que ocultó a la Jueza datos que conocía por resultar relevantes y además por su extenso desempeño como secretario del arzobispo Puiggari, quien ya conocía los hechos de la época de su comisión”.

Gervasoni había sido acusado de no haber contado todo lo que sabía del caso cuando declaró como testigo en la instrucción de la causa por abuso y corrupción de menores que se abrió en 2012 al cura Justo José Ilarraz, finalmente condenado en 2018 a 25 años de cárcel. La Fiscalía lo acusó de haber sido “reticente” y no haber contado todo lo que sabía.

“Cuando se le preguntó en la instrucción de la causa Ilarraz qué sabía de los abusos, Gervasoni contesta que no sabía nada. Que nunca se había sentado a charlar con Puiggari específicamente del tema. Pero la prueba reunida acredita lo contrario. Fue reticente Gervasoni; ocultó lo que sabía. El conocimiento que tenía (del caso Ilarraz) era mucho mayor. Y esto surge de los testigos. Fundamentalmente de (Hernán) Rausch y (Milton) Urrutia. Urrutia es claro. Dijo que con Rausch fueron a hablar con el arzobispo Puiggari, y que Gervasoni estaba puerta de por medio. Y que ingresaba a la sala de reuniones cuando lo solicitaba el obispo”, dijo el juez en el adelanto de sentencia que leyó este martes, y cuyos fundamentos se conocerán el 10 del actual, a las 8,30.

“Tenía conocimiento plenamente de lo que estaba sucediendo”, dedujo el magistrado. “Gervasoni dijo que con Puiggari había hablado generalidades, que nunca trató con el obispo el tema Ilarraz. Pero estuvo en la reunión a la que fue Urrutia al Arzobispado. Traía papeles, como dijo Urrutia. Tenía conocimiento de lo que había pasado. Y esto se refuerza luego de que toman estado público los hechos. La revista ´Análisis´ (que publicó el caso de los abusos de Ilarraz en 2012, NdelR), no reveló los nombres de ninguna víctima. Sin embargo, cuando ocurre la publicación, Gervasoni se dirige al Colegio del Huerto (donde Rausch es preceptor) y tiene una charla, que más allá de si fue intimidatoria o en confianza, como dijo Gervasoni, quedó demostrado que evidentemente sabía que una de las víctimas era Rausch”, señaló el juez Chemez.

Dijo el magistrado que los testimonios de Urrutia y de Rausch, que dieron cuenta de aquella entrevista primera con Puiggari, en la que lo pusieron al tanto de la necesidad de apartar a Ilarraz del sacerdocio por los abusos cometidos en el Seminario, “resultan creíbles”.

Tambíén Chemez resaltó los dichos de los testigos José Carlos Wendler y el sacerdote Leonardo Tovar, que hablaron de la “afinidad” que existía en el Seminario entre Puiggari y Gervasoni. “Seríamos ingenuos si no pensáramos que Puiggari comentaba hechos importantes con Gervasoni”, razonó.

La defensa de Gervasoni se apoyó en un elemento para sostener su inocencia: el sacerdote tiene secreto profesional por su función de asistente del arzobispo y antes de tomársele declaración en 2015 debió habérselo relevado de esa situación. Como eso no se hizo, ese testimonio resulta nulo, aseguró. Y acompañó una prueba documental: un juramento por escrito hecho por Gervasoni ante el vicecanciller de la diócesis, Héctor José Rodríguez, el 6 de abril de 2011, con la promesa de ejercer su función y “observar religiosamente el secreto de oficio”.

Vartorelli negó que Gervasoni “haya sido remiso o declarado falso”. Y apuntó: “Entendemos que no hubo falso testimonio que tenga la entidad suficiente para considerarla ocultamiento de un dato relevante por parte de Gervasoni”.

Y por eso, pidió la absolución de su defendido. El juez Chemez entendió que el secreto que puede guardar un sacerdote es por lo que escuche en confesión, aunque también relativizó esa posibilidad ante un delito de abuso de menores por parte del clero.

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.