Tiene 92 años -nació el 7 de febrero de 1926 en Oliva, Córdoba- y fue, durante dos décadas, jefe de la Iglesia de Paraná: con Adolfo Servando Tortolo ya enfermo, el 19 de enero de 1983 el Vaticano lo nombró administrador apostólico de Paraná. Renunció cuando llegó a la edad límite para mantenerse al frente del gobierno de una diócesis, los 75 años: el 20 de abril de 2003 presentó su dimisión a Roma. En medio, ejerció durante dos períodos la presidencia del Episcopado argentino ( 1996-1999 y 1999-2002). Ya retirado, en 2007 Benedicto XVI lo hizo cardenal.
A mitad de su largo mandato, ocurrieron los abusos en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo por parte del cura Justo José Ilarraz, a quien había ordenado sacerdote en 1984 y a quien luego designó como prefecto de disciplina, a cargo de los adolescentes que cursaban como pupilos la escuela secundaria en el denominado Seminario Menor. Karlic, que en los primeros 80 había corrido al ala más integrista de la Iglesia que se cobijaba en el Seminario de Paraná -medida que le valió en el invierno de 1985 pintadas agresivas-, puso al lobo a cuidar de las ovejas. Ilarraz llegó al Seminario nombrado por Karlic; luego, en 1993, se marchó a Roma también con la venia del cardenal. En el ínterin, abusó de los menores que tenía a su cuidado en el Menor.
Fue el propio Karlic quien en 1995 abrió una investigación sobre Ilarraz cuando supo de los abusos en el Seminario. Lo dispuso el 5 de julio de ese año, mediante un decreto en el que el cardenal señaló que ante «la posibilidad seria de que con ocasión del desempeño del Pbro. Justo José Ilarraz como miembro del cuerpo de superiores del Seminario se puedan haber cometido delitos graves, previstos y sancionados por el Derecho Canónico», se abriera un proceso sumario.
El 9 de julio, cuatro días después, en la residencia episcopal de la Costanera Alta, DC, una de las siete víctimas que denunció a Ilarraz ante la Justicia, se sentó frente a Karlic y al cura Silvio Fariña, y contó que en 1992, cuando tenía 15 años, Ilarraz lo llevaba a la cama en su habitación del Seminario. Las actuaciones de la Iglesia entonces fueron de una indolencia atroz. «¿Cuándo empezaron los problemas?», le preguntaron a DC. «¿Tenes idea de que lo hacía con otras personas?», le planteaban. «¿Vos cómo reaccionabas ante estas cosas?», preguntas de ese estilo.
El testimonio de DC, reflejado en la investigación diocesana que la Justicia incorporó a la causa Ilarraz, es revelador y contundente, aunque al final del acta, los investigadores eclesiásticos ponen: «No creyendo ser conveniente profundizar en esta oportunidad más esta declaración y habiendo jurado haber dicho toda la verdad, monseñor Estanislao Esteban Karlic asistido por el Pbro. Silvio Fariña, responsable de la investigación previa prevista en el canon 1717, da por terminada la sesión».
El expediente eclesiástico sumó dos víctimas más de los abusos, y varios testigos. El 18 de diciembre de 1996 el proceso se cerró con un dictamen inapelable. Karlic dispuso «prohibir al Pbro. Justo José Ilarraz venir y permanecer en el territorio de la Arquidiócesis de Paraná así como tener comunicación de cualquier tipo con los seminaristas». Cuando fue citado a declarar en el juicio a Ilarraz -que empezó el 16 de abril y concluyó el lunes 21 de mayo, con la lectura de la sentencia: 25 años de prisión-, Karlic se ocupó de echar por tierra la coartada de Ilarraz, que en 2015, en su indagatoria, negó haberle pedido perdón, y dijo que el cardenal lo había malinterpretado.
El cardenal afirmó en la Justicia, como ya lo había hecho en 2014, que Ilarraz estuvo al tanto de la investigación diocesana que ordenó en 1995, tras conocer las primeras cuatro denuncias por los abusos en el Seminario. También, dijo que reconoció su autoría en los hechos y que pidió perdón de dos modos diferentes: a través de una carta pública que redactó en Roma, lugar en el que residió entre 1993 y 1997, y también ante el propio cardenal Karlic.
“El pedido de perdón lo hizo en relación a los hechos que se le imputaban sobre su relación con algunos seminaristas. Reconoció su culpabilidad en los hechos”, respondió. “Tengo la seguridad de que ello ocurrió por cuanto hechos posteriores así lo confirman. Uno de ellos es que nunca volvió a la Arquidiócesis, lo que es expresión del cumplimiento de la sanción”, escribió en su declaración a la Justicia.
Ilarraz había desmentido una aseveración brindada por Karlic durante su primera declaración, en 2014, en la etapa de instrucción de la causa Ilarraz, el sacerdote a quien siete víctimas denunciaron por graves casos de corrupción de menores que ocurrieron en el Seminario Arquidiocesano de Paraná, y cuyo juicio oral empezó en Paraná el lunes 16 de abril. En su declaración indagatoria del 24 de junio de 2015, el exprefecto de disciplina del Seminario –desempeñó esa función entre 1985 y 1993- negó haberle pedido perdón a Karlic, y aseguró que nunca fue notificado de la investigación que se ordenó en 1995.
El tribunal conformado por los camaristas Alicia Vivian, Carolina Castagno y Gustavo Pimentel condenó este lunes 21 de mayo a Ilarraz a 25 años de prisión de cumplimiento efectivo, al probar cinco casos de corrupción de menores y dos casos de abuso deshonesto, en ambos, agravados por su condición de educador. Un día antes de la lectura de ese fallo demoledor, Karlic estuvo en el Seminario, el lugar de los hechos. Ese día la Iglesia aplicó una máximo que suele utilizar el mundo del espectáculo: el show debe continuar. El domingo 20 estuvo en los festejos patronales del Seminario, y ofició misa. Se lo vio caminar ayudado por muletas, sonriente.
Ilarraz, que había sido su secretario personal en 1984, transitaba sus últimas horas en libertad ese domingo. Un día después, el lunes 21 de mayo, salía de la Alcaidía de Tribunales con una tobillera electrónica, camino a cumplir prisión preventiva en la modalidad de arresto domiciliario hasta que la condena a 25 años de cárcel quede firme. Karlic, que durante los seis años que duró la investigación sobre Ilarraz -entre 2012 y 2016- nunca pisó Tribunales y siempre declaró por escrito, volvería a golpearse el pecho y a mirar al techo, el caliz en alto, y a pedir perdón, y a repetir las fórmulas del misal. Libre.
Fotos: Arzobispado de Paraná.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.