Emilia Elizar y Silvio Méndez acaban de publicar «Aguafuertes Fluviales», de Roberto Arlt, por Editorial Fundación La Hendija. Los periodistas reúnen textos imperdibles del autor de «Los siete locos» y le dan unidad, marco y nuevos sentidos a un viaje de dos meses de Arlt por la región mesopotámica. Qué vio Arlt en el 33 y qué nos dice hoy esa mirada.
Silvio Mendez comenzó el viaje hace casi 14 años. Un viaje sobre otro viaje. Estaba, como puede decir un periodista, “buscando tema” para escribir la nota que se publicaría el jueves en «Análisis». Estaba en ese proceso, a veces lerdo, a veces no, cuando dio con una de esas perlitas que brillan, sólo para algunos, en la consecución de páginas amarillas: «El Diario» había publicado, allá por los ´80, una nota sobre escritores prestigiosos o consagrados que habían puesto su mirada en Paraná. Entre ellos, lo que le llamó la atención a Méndez, fue el nombre y la cita de Roberto Arlt.
Siguió buscando.
«El Diario» en 1933 también había replicado algunas de las aguafuertes que Roberto Arlt le dedicó a Paraná en una fase de un viaje más largo y minucioso sobre la geografía y la penuria mesopotámica recostada sobre el río. Pero había más.
Emilia Elizar, en tanto, se había encontrado en esos recorridos distraídos por los estantes, en una librería de Monte Hermoso, una compilación de crónicas de Arlt sobre cine. Entre otros textos, el libro contaba una experiencia del autor en La Paz. “El cine y esos pueblitos”, se titulaba el escrito.
Mendez y Elizar comparten la redacción de «El Diario», que más allá de los disgustos cotidianos que provoca en los trabajadores lidiar con una línea editorial incierta y una situación económica de quebranto, todavía cobija ese espacio de intercambio sobre temas que a los periodistas le resultan aún más movilizadores que las notas sobre las enfermedades estacionales, los pastos crecidos o las veredas rotas. En este caso, entre Mendez y Elizar, el tema era Arlt. Arlt y un viaje por acá.
La literatura de Roberto Arlt alcanza obras de valor extraordinario en novela, cuento y teatro, sin embargo para todo interesados, aficionado o profesional del periodismo leer las aguafuertes es otra experiencia. Se trata de encontrarle uno de los sentidos más genuinos a la idea de crónica. Una foto tras otro, Arlt observa y cuenta, a su modo descarnado y vital -nada exento de belleza-, eso que ve y que de alguna manera lo integra, los incluye, le da risa y lo revela.
En la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional, Mendez encontró las 29 crónicas que Arlt publicó en el «El Mundo» durante un viaje de dos meses por el río, entre puertos de ciudades, distantes de la metrópoli y carcomidas por la pobreza. Ese fue el recorte elegido y a partir de ahí, en asociación con Elizar, sobrevino el trabajo de darle marco, rigor y concepto a una selección imprescindible de esos textos de Arlt en que el autor dibuja esta región sin pintoresquismo y con el puño -como siempre- bien afilado, para volver a pegar el famoso cross a la mandíbula.
“Esta edición de las aguafuertes busca rescatar la crónica periodística y tratar de ver como esa mirada nos ayuda tener una contemplación del presente. Estamos habitando estos lugares, dentro de la geografía que retrató Arlt. Entonces decimos que es una ventana hacia el pasado, claro, pero también para vernos nosotros mismos en el lugar que habitamos”, reflexiona Mendez.
El escritor viajó durante dos meses del año 1933 y semanalmente publicó sus impresiones en un diario de vanguardia para la época como fue El Mundo.
Arlt, recuerda Méndez, había tenido experiencia como estibador y sabía sobre el trajín de los trabajadores portuarios y de los avatares que se podían observar por la zona. Por eso, tal vez, aunque en el 33 ya era un escritor renombrado, quería conseguir más que el enfoque de visitante que puede tener el cronista que se asoma un día a la zona y se va a sentar frente a su máquina. Quería vivir un tiempo entre el barco, los puertos y los pueblos del interior. Contar in situ la experiencia.
Eso hizo Arlt y eso rescata «Aguafuertes Fluviales».
Pero hay más. Está el marco de esas ciudades que encontró Arlt, de esas ciudades que ahora pueden ya ser otras ¿o no?
De sus estadías entrerrianas, Mendez se dedicó particularmente a Paraná y Elizar se concentró en esa La Paz que retrató el autor a partir de un cartel que anunciaba una función de cine. “Nos encontramos, por ejemplo, con una cantidad importante de publicaciones del pueblo, incluso publicaciones anónimas que revelaban secretos de la vida de la gente de la zona, como engaños o abandonos, algunas cosas muy curiosas”, revela Elizar.
El trabajo es más amplio y va acompañado de ilustraciones e imágenes trabajadas por la diseñadora Cecilia Barrandeguy. La tapa fue realizada por Jaimo y hacia el interior se busca conservar partes de la gráfica que distinguió a «El Mundo».
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.