Antes fue un bar. Ese bar un día cerró y dejó a todo su personal en ascuas. Los dueños de ese bar, que se llamó Stradivarius y nació con ínfulas, cerraron por un argumento peculiar. Que en el lugar había fantasmas, y malas vibras, y todo eso. Y entonces, no. No podían. No siguieron. Fue en 2011. En Paraná. El bar funcionó en esa casona preciosa del siglo XIX ubicada en calle Buenos Aires casi Cervantes. “Gente, con mucho pesar lamento informar que Stradivarius cerrará sus puertas… son varios los motivos, pero uno es… para sorpresa de todos, que el lugar está embrujado!!!”. Eso dijeron sus dueños de entonces. Y el bar dejó de funcionar, y sus mesas de llenarse de parroquianos. Después, mucho después allí se afincó un banco, Santander. Y el banco atendió a su clientela, modesta. Hasta que también cerró. O se mudó. O dejó de atender a sus clientes. Y ahora esa casona del siglo XIX está tapiada con chapas. El inicio del final.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora