Sobre Isla La Invernada, en jurisdicción de la ciudad de Victoria, en las islas del Delta del Paraná, se encuentra la “La Casita d´enfrente”, el primer parador con balneario que habilita el toples en Entre Ríos. «La Casita d’enfrente» se autodenomina además como parador isleño, y es conocido por los conocedores del circuito turístico isleño como el más hippie.
El hallazgo lo realizó el equipo de los cordobeses de Cadena 3 que se encuentran de recorrida por distintos puntos del país relevando lugares de veraneo. Es un lugar «sin estructuras», les dijo Diego, su dueño y administrador, a los visitantes que llegaron en 5’ por embarcación desde Rosario. El ingreso cuesta $500 por personas y acampar, otros $1.500.
El balneario “es muy sospechoso”, dice el conductor de radio de la Cadena 3 haciendo gala del típico humor cordobés para presentar al corresponsal Matías Arrieta, quien cuenta de su “operativo verano” por Rosario que lo llevó a cruzar a las islas entrerrianas y visitar a «La Casita de Enfrente», una playa muy particular donde el “respeto por el otro” es una de los principales “pilares”, señala el encargado en diálogo con el cronista. Es un lugar para pasar el día junto al río o acampar disfrutando de la tranquilidad de la naturaleza que todo lo rodea. Y también para quien se anime, a hacer toples sin que sea objeto de molestias o miradas inoportunas. Es “un parador que permite algunas libertades siempre respetando el entorno y al que está al lado”, se indicó del primer balneario de este tipo en Entre Ríos.
“Es un parador sin estructuras, donde si no se molesta al que está al lado pueden venir como quieran», expresó Diego, su dueño y administrador.
El ingreso cuesta $500 y los visitantes pueden llevar sus alimentos o consumir los que ofrecen allí en el lugar. Se pueden utilizar todas las instalaciones y acampar por $1.500.
«Es un lugar donde nos manejamos con mucho respeto, el límite está en no molestar al otro y así trabajamos sin ningún problema desde hace 11 años”, relata el propietario del espacio.
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Sobre el concepto que los «diferencia» como parador, señala: «No ponemos música alta, tratamos de pasarla bien y de convivir con los demás sin ningún inconveniente, estamos rodeados de otros paradores distintos y jamás tuvimos un inconveniente. Hay menos berretines, mientras no se moleste al otro, se puede estar».
En rigor, el negocio forma parte del grupo de paradores que desde hace dos años vienen siendo monitoreado de cerca por los encuentros masivos bailables sin autorización que se realizan en la zona. Se trata de locales comerciales que operan en las islas con habilitaciones dudosas y en los límites de las actividades que se encuentran permitidas en este sector que se encuentra dentro de un área natural protegida.
Fuente: Cadena 3 / Matías Arrieta.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora