Es mediodía, hay una luminosidad de otoño y en este templo ubicado en calle Enrique Carbó no hay nadie. Están las puertas abiertas, pero nadie adentro. En realidad, nadie podría. Hay unas pocas hileras de banco de este lado de esa reja monumental instalada. Se reza de este lado de la reja, en esos pocos bancos. Y Dios, y las vírgenes, y los santos evangelios, están del otro lado de la reja. La reja pone distancia entre los beatos que llegan a deshora y el mundo del más allá. Dios, parece, atiende así: reja de por medio.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.