Por Jorge Daneri (*)
Quizás su historia insular, autosuficiencia alimentaria, diversidad cultural y escala humana, la fue llevando por decisiones construidas socialmente de libertades fundamentales, creativas y atípicas, incluso otras más atrevidas, contra la corriente del modelo vigente y sus tendencias simplificadoras.
Tierra libre de energía nuclear, de plantas de celulosas, libres sus tres ríos de represas hidroeléctricas, libre desde hace poco, del potencial uso del método de fracking para la explotación de combustibles fósiles no convencionales, libre de los intentos privatizadores del Delta.
Así sus libertades, no existe duda de que a pesar de todos los contextos políticos transcurridos y vigentes en los últimos veinte años, Entre Ríos sigue siendo un experimento histórico de tierra de mujeres y hombres libres.
Hoy la lucha de sus seres humanos, en sus tres cuencas, es también por tres libertades centrales: la libertad en el ejercicio pleno de la Justicia, de prensa y de la soberanía alimentaria.
Justicia. Más que independiente, intransigente con las presiones, serena, ágil, solo con compromisos y convicciones frente a la norma y el ser gente de bien, sembradores de semillas pensando en sus hijos; jueces y fiscales manifestándose en sus textos que eternamente relatarán sus historias propias de juzgar, de condenar para liberar y defender los derechos colectivos, humanos y ambientales.
Si una libertad hoy está ausente, es la que expresa aquella frase ya imborrable que nos interpela tan fuerte y dramáticamente: » Cómo pudimos alguna vez haber creído que era una buena idea cultivar nuestra comida con veneno» (Doctora Jane Goodall). La libertad en el ejercicio democrático de la seguridad y soberanía alimentaria. Esta resulta ser una libertad primaria a recuperar, a rescatar, a liberar.
Y el ejercicio pleno de la libertad de prensa. Soporte de la democracia y la república, esencia ésta última, que ahora unos y otros en la maldita grieta abusan tanto y olvidan así de rápido conforme para donde se aliñen las estrellas o el viento que las encuestas electorales dispongan.
Entre Ríos celebró el 25 de septiembre, la libertad de sus ríos. Caso utópico hecho posible solo y magníficamente por seres comunes, anónimos, por los incluso olvidados. No existe antecedente en el mundo de una construcción social con este resultado, una Ley y una Constitución Provincial que liberan sus aguas y sistemas de humedales con sus diversidades biológicas y culturales en flor.
Es como una Libertad que fue tallada gracias a la sinergia viviente de casi todas las otras aquí abrazadas.
Entonces no es menor, ahora, poner sobre la mesa de lo público, en la escala nuestra, aquí en la tierra de los «ríos libres para pueblos libres», el recuerdo viviente de aquellos seres que están con nosotros en y junto a sus ríos.
La memoria de los tres ríos los trae una y mil veces. Clara Páez Allende de Berduc, Juan de Dios Muñoz, María Cura, Anacleto LLosa, Eduardo Basso del Pont.
Esa sinergia de libertades en ejercicio aún nos permite disfrutar una Entre Ríos que celebró los veinte años de la libertad de sus aguas, que no se rinde para recuperar las perdidas y volver a esculpirlas con las esperanzas de las juventudes comprometidas con la militancia social y política. Un pueblo que está vivo para decir No y también Sí, «Entre Ríos Si, entre represas No».
(*) abogado de la Fundación M´Biguá, Ciudadanía y Justicia Ambiental.