El cura Juan Diego Escobar Gaviria está, judicialmente, rodeado. La investigación que llevan adelante los fiscales Federico Uriburu y Rodrigo Molina, de la Unidad Fiscal de Nogoyá, acumula todos los elementos necesarios como para elevar la causa por abusos a juicio oral, aunque antes de dar ese paso deben concluir un trámite: la incorporación de un querellante.
El abogado Mariano Navarro se va a constituir esta semana como querellante en la causa en representación de dos de las cuatro víctimas que denunciaron a Escobar Gaviria, que fue párroco de San Lucas Evangelista, de Lucas González, desde 2005, hasta finales de octubre de 2016, cuando fue denunciad por dos monjas del Colegio Castro Barros San José.

Fue el primer caso, el de R, un nene de 11 años que fue monaguillo en la parroquia y a quien el cura abusó.
El caso quedó caratulado como Promoción a la corrupción agravada. Después, se presentó una segunda víctima, A, un joven mayor de edad: ese caso también se caratuló como Promoción a la corrupción. Luego, se presentó S, que sólo denunció «tocamientos» por parte del sacerdote, y entonces se lo tipificó como abuso sexual agravado. Y finalmente G, también Promoción a la corrupción agravada por la figura de sacerdote de Escobar Gaviria.
El cura fue apartado de sus funciones de párroco, obligado a abandonar Lucas González y recluido, se presume, en la casa general de la Cruzada del Espíritu Santo, en calle Comandante Espora al 500, en Paraná. Todo eso, por disposición de la Justicia y también del arzobispo Juan Alberto Puiggari.
Pero el abogado Mariano Navarro presume que no todo es tan así: que la libertad de movimiento de la que goza el sacerdote podría ubicarlo muy próximo a Lucas González, y que el contacto con los menores, eventuales víctimas, continúa. Por eso el querellante quiere pedir medidas más estrictas, y avanzar sobre la posibilidad de que existan más víctimas de los abusos de Escobar Gaviria.
Uno de los denunciantes de Escobar Gaviria tuvo que abandonar Lucas González ante el escarnio. El pueblo, convertido en la caldera del diable, le resultó ariscco y tuvo que emigrar. Volvió en los últimos días y asistió a los carnavales locales, pero allí no la pasó bien: recibió la agresión de parte de leales al cura. Antes había soportado la mirada desviada de la jefa del cuerpo de Bomberos Voluntarios adonde trabajaba. «Si vos lo denuncias al cura, te vas a tener que ir de Bomberos», le dijo, indolente, la mujer.
Entonces se fue. No sólo de Bomberos. También se fue de Lucas.
Ahora, su caso está en manos de un abogado querellante.
Y la causa por los abusos en Lucas González cobra otro impulso. Un impulso quedejará a Escobar Gaviria al bordel del juicio oral.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.