Luis Soto, el rector de la Escuela Secundaria N° 48 Domingo Faustino Sarmiento envuelto en una serie de denuncias por acoso a profesoras y ordenanzas, pidió una licencia por diez días.
De ese modo, Soto quedó a salvo de una eventual separación de su cargo a raíz del escándalo que lo rodeó luego de que el viernes un grupo de alrededor de 20 profesores presentara una denuncia en su contra en la Dirección Departamental de Educación de Paraná.
El directivo no sólo tiene cargos en su contra por acoso verbal a las profesoras –algunas incluso han debido renunciar a horas en la escuela para evitar cruzárselo—sino que le reprochan supuestas irregularidades en el manejo de las cuentas de la cooperadora escolar.
La separación preventiva del cargo había sido una medida sugerida a la titular de la Dirección Departamental de Paraná, Stella Maris Salas, desde la conducción central del Consejo de Educación. Pero antes de que se concretara esa directiva, Soto solicitó diez días de licencia por hallarse en un “estado depresivo”, según explicó Salas a Entre Ríos Ahora.
“Soto sacó licencia por diez días a partir de hoy. Es una medida que ayuda a descomprimir la situación que se vive en la escuela –indicó Salas–. Además, él mismo pidió que se abriera un sumario administrativo. Por ahora, no hay separación del cargo. Esa medida la decidirá el área legal del Consejo de Educación una vez que cuente con toda la documentación”.
Casi todos los profesores de la Escuela Sarmiento han reprochado el comportamiento de Soto. Y así lo relataron en una presentación que hicieron el viernes, cuando además pidieron a Educación que sea separado de su cargo.
La petición que elevaron el viernes los docentes a la supervisora de Educación Secundaria, Lelys de los Santos, apunta a conseguir la “inmediata suspensión” del cargo de rector de Luis Soto. “Caracteriza el accionar del rector –dice la presentación de los docentes—una serie más o menos dispersa y constante de conductas de apariencia gentil al principio y hasta amigable, que avanzan a la esfera privada en diferentes niveles de significación sexual, configurando un acoso sobre el personal femenino de la escuela, sin ética ni respeto”.
Uno de los testimonios que consta en la denuncia corresponde a una profesora de Matemática, a quien un día Soto se dirigió en estos términos. “Hay un negro que te quiere comer. En realidad, quiere que lo comas a él”, le dijo, y después le entregó un alfajor de chocolate.
Una ordenanza soportó expresiones del mismo calibre. “No me digás que no sabés ponerla”, “te gusta estar arriba”, fueron las frases que escuchó del rector, antes de pedir el traslado a otra escuela, en 2015.
También señala la “formación irregular” de la cooperadora escolar, por cuanto carece “de todas las formalidades que garantizan su constitución, quedando a cargo del señor Mario Bugliolo, padre de alumnos de la institución desde el 2011, amigo privado del rector y constante presencia en el SUM (salón de usos múltiples) cuando explotaba el kiosco en épocas de larga licencia de la fuerza policial (2015).
Además, Soto exime a su personal, personal de la escuela, de las formalidades de la registración de asistencia, práctica que también alcanza a su círculo próximo.
Le reprochan además que “arregla” en forma personal en su despacho, a puertas cerradas las situaciones que involucre a algún alumno, ya sea por mal comportamiento o consumo de sustancias. En ocasiones, además, le pide a los docentes que “modifiquen” alguna calificación.
La presentación de los docentes también da cuenta de entrega en forma caprichosa de las computadoras del plan Conectar Igualdad “a personas no alcanzadas” por ese programa.
A decir verdad, no es la primera vez que Soto se ve involucrado en situaciones de conflicto.
A mediados de marzo de 2005, cuando cumplía funciones de rector en la Escuela Secundaria Del Centenario, fue obligado a renunciar por una protesta que protagonizaron alumnos y padres en la calle.
La situación enojosa que plantearon ese año los estudiantes sirvió para sacar a la luz una serie de irregularidades del rector: persecuciones, malos tratos, y las primeras imputaciones por acoso contra Soto.
Esa vez, el CGE eligió el camino de pedirle al rector que tomara licencia, y después lo reubicó en la zona de Victoria, como supervisor.
Pero en mayo de 2010 el nombre de Soto volvió a verse envuelto en otra situación de conflicto.
Esa vez, el Consejo de Educación dispuso separar de su cargo a la rectora de la Escuela Normal Osvaldo Magnasco, de Victoria, Mariela Ramos, a quien se le reprochó impedir la reinscripción de alumnos repitentes. La investigación salpicó al supervisor Soto, que también fue separado.
Pero Ramos contraatacó: presentó una denuncia en la Justicia contra el Consejo de Educación y el supervisor Soto.
Pero la denuncia por violencia laboral no prosperó.
En 2011, la Cámara Primera de Apelaciones en lo Penal desestimó la denuncia penal presentada, avalando así un fallo de primera instancia dictado por el juez Alejandro Calleja.
“Pero Soto siempre sale airoso, porque se viene armado con todos sus abogados”, dicen en Educación.
Ahora, en cambio, no son denuncias verbales, sino una presentación por escrito en su contra. Es el paso previo a la apertura de una investigación sumaria.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.