Esperar el colectivo es una tarea que requiere paciencia, y a veces, estoicismo. Las garitas son chicas y no logran dar cabida a todos los que esperan. A veces es preciso buscar reparo a la sombra de algún edificio. Otras, el hastío obliga a buscar donde sentarse. En cualquier lado. Lo más a mano que haya.

 

 

 

 

De la Redacción de entre Ríos Ahora.