En la escuela todavía no se habla de educación sexual, a pesar de que Entre Ríos rige, desde 2003, la Ley N° 9.501, y en el país, desde 2006, la Ley N° 26.150 que ordena su instrumentación en todos los niveles y modalidades.
Aquí en la provincia, el 78% de los estudiantes de secundaria entiende que hay temas prioritarios que la escuela debería tratar y que no los tiene en agenda. El principal: la educación sexual. De cada 10 estudiantes, 8 la consideran necesaria.
Los datos surgieron del operativo de evaluación Aprender correspondiente a 2017 correspondientes a Entre Ríos.
La situación deriva de los miedos de los propios docentes, que se niegan a enseñar educación sexual, y de la última batalla que presentan sectores ligados a la Iglesia Católica, que resisten su aplicación bajo el argumento que se trata de una «guerra del diablo contra Dios», tal como quedó reflejado en una charla que brindaron dos médicos y un cura en una escuela católica de Chajarí, en julio último.
«La causa de la resistencia a la aplicación de la Educación Sexual Integral tiene que ver con la desinformación, el desconocimiento y los prejuicio», dice Martín Müller, director departamental de Educación de Gualeguay.
Müller fue candidato a intendente de su ciudad en las últimas elecciones por el Frente Creer Entre Ríos y perdió frente al candidato de Cambiemos, Federico Bogdan, actual jefe comunal, que logró la reelección. Es católico practicante, padre de dos hijos y defensor de la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) y de la legalización del aborto.
«Este año ha sido muy movilizador respecto de la Ley de Educación Sexual. Venimos desde 2016 con marchas y contramarchas, con resistencias de los propios docentes, y con cuestiones externas que atraviesan a la escuela, que no es una isla. Pero hemos empezado un buen trabajo, con la tarea que desarrollan los coordinadores de Educación Sexual. Son docentes pares, que tienen la particularidad de haberse formado con postítulo en ESI. Están generando una pequeña revolución al interior de las escuelas», asegura.
El funcionario de Educación sostiene que ha logrado un entendimiento con católicos y evangélicos -férreos opositores a la ESI- y que sobre la base del diálogo ha podido avanzar. «Con los privados se ha dado un buen transitar.Lo que hemos hecho, porque han surgido cuestionamientos, no tanto desde la escuela, sino desde afuera, padres que concurren con notas a las escuelas, rechazando que sus hijos reciban educación sexual, es dialogar. Hemos mantenido reuniones con el colectivo de estas iglesias para aclarar qué es lo que se enseña», sostiene.
«Nosotros creemos que, ante estas situaciones, lo mejor es dialogar. No debemos perder el foco, el eje, que son los derechos del niño. Por eso nos interesaba convocar a las iglesias, hablar, aclarar, respetar la diversidad de opiniones. Sé que hay una pelea con cuestiones que ellos consideran ideología de genero. Nosotros queremos desdramatizar la cuestión. Lo que debemos enseñar tiene que ver con tomar la palabra, desarrollar el respeto, el conocimiento de nuestro cuerpo, de nuestro lugar frente al otro, de la autoestima. Son cuestiones importantes que hoy no podemos descuidar, que la escuela no puede descuidar. Nosotros entendemos que la cosa pasa por llevar información. Hay resistencia, silenciosa, de algunos docentes también, que resisten la educación. Creo que hay una cuestión generacional. Todo tiene que ver con desdramatizar sin banalizar. El enfrentamiento nos termina perjudicando y embarrando la cancha», plantea Müller.
Fe y legislación
El funcionario del Consejo General de Educación (CGE) se declara católico practicante.
«Sé el posicionamiento de nuestra iglesia, pero creo que también hay un debate que nos sana, nos mejora. No creo que haya que censurar el debate. Hay que valorar lo que significa esta revolución, este movimiento alrededor de los derechos y el empoderamiento de las mujeres. Esto nos hace bien como sociedad. Yo apoyo esa lucha. Veo con muy buenos ojos el protagonismo de las nuevas generaciones, de nuestras adolescentes, en las escuelas, tomando la palabra, muchas veces con su impronta, yendo al choque, y eso genera incomodidad. Pero pienso que es positivo. Del conflicto pueden surgir cosas superadoras», señala.
En el la discusión del debate por el aborto legal, se posiciona a favor de una legislación que respete los derechos de las mujeres, aunque entiende que este tiempo electoral no es el más propicio para dar ese debate. Y afirma: «Me parece que es necesario que se den estos debates. No debemos ponerlo en el primer plano ahora. No digo que no sea urgente, pero creo que la crisis económica social es muy profunda, y su solución debe ser prioridad de cualquier gobierno».
Dice que tiene diálogo directo con la jerarquía de la iglesia católica y los evangélicos. «Sé que hay una postura toma en contra de cualquier proyecto de interrupción voluntaria del embarazo -plantea-. Pero hay protocolos, como el protocolo de aborto no punible, que deben ser aplicados. La salud pública ha dado pasos importantes en esto, y no podemos retroceder».
Dice que volver atrás en el debate por una legislación que dé marco a la interrupción voluntaria del embarazo supondría «retroceder, sería una pena en términos de derechos de mujeres que no tienen voz, y que están vulneradas. Esto sería otro retroceso más».
De igual modo, dice, el aborto no está incluido en los programas de educación sexual, así que no entiende cuál es la oposición de católicos y evangélicos. «Entonces, no debería haber oposición. Hay que tratar de trabajar en esto, de otro modo nos corremos del eje por desconocimiento. Acá se habla de que es todo una cuestión de ideología de género, cuando no es así», afirma.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.