El rostro de Gisela López, la chica asesinada en abril de 2016, a los 19 años, es hoy un ícono en la ciudad de Santa Elena, a 150 kilómetros al norte de Paraná, en el departamento La Paz. Su imagen aparece en la pared de la Clínica Pediátrica local, en el de la Municipalidad, y en El Bajo, la zona exacta donde fue encontrada asesinada.

Pasaron 3 años y nueve meses del femicidio de Gisela. La chica desapareció la noche del 22 de abril y su cuerpo fue hallado 18 días después, el 10 de mayo, en un descampado. La Justicia no pudo encontrar a un culpable, y la ciudad que la vio crecer se resiste al olvido. Gabriel López, su hermano, es una de las figuras centrales de la historia.

Desde el brutal asesinato de Gisela, cuando él apenas tenía 22 años, le ha puesto el cuerpo al reclamo por justicia. Ha hablado con todos los medios, y todas las autoridades políticas y judiciales que se involucraron en la investigación.

En ese recorrido, en esa pelea, Gabriel le pone palabras a la ausencia de Gisela: “Es difícil para mí escribir estas letras. Difícil porque me acuesto y me levanto empapado en lágrimas sin terminar de asimilar que ya no estás a mi lado, que ya no te volveré a ver más, al menos no en esta vida. Hoy miro al cielo deseando poder sentirte, pero no alcanzo a encontrarte. Solo logro divisar estrellas, aunque en el fondo de mi ser sé que tú estás entre ellas. Eres la constelación más bonita y brillante de todo el universo, y creo que precisamente por eso te fuiste. Allí, en el firmamento, necesitaban una sonrisa mágica como la tuya para alumbrar el mundo que últimamente está demasiado apagado sin ti. 3 años y 9 meses que no estás”, posteó en Facebook el 22 de enero último.

En diálogo con Entre Ríos Ahora, Gabriel asegura que cada fecha especial hay sensaciones encontradas: “A veces es tristeza, pero yo trato siempre de tener buen ánimo. Lo importante es tenerla presente, más allá de que no esté presente físicamente. El otro día fui con mi hija al cementerio, a visitarla. Le llevamos flores”, cuenta.

Y agrega cómo sobrelleva la ausencia de su hermana: “Hay que entrar en razón de que ella no va a volver más, y que hay que seguir. Pero hay un legado: su causa. En instancias judiciales estoy ansioso, esperando qué es lo que decide la Corte”.

En efecto, la Corte Suprema de Justicia de la Nación debe analizar si el femicidio sigue impune o si se debe realizar un nuevo juicio que lo esclarezca. El caso llegó a la máxima instancia judicial del país tras varias apelaciones en la provincia.

Los únicos acusados fueron juzgados en 2017, pero salieron absueltos. Los beneficiados con ese veredicto fueron Mario y Elvio Saucedo (padre  e hijo) y Matías Vega.  Entonces, el Tribunal de Juicio y Apelaciones de Paraná, integrado por los jueces Ricardo Bonazzola, José María Chemez y Cristina Van Dembroucke, los absolvió al entender que no había pruebas suficientes.

Sin embargo, el Ministerio Público Fiscal apeló ante la Cámara de Casación Penal, que el 25 de abril de 2018 anuló la sentencia absolutoria y ordenó hacer un nuevo juicio. Al poco tiempo,  el defensor de los acusados, el abogado Roberto Alsina, presentó un recurso de queja ante la Sala Penal del STJ, que el 20 de marzo de 2019 confirmó el fallo absolutorio de primera instancia. Los vocales Daniel Carubia y Miguél Ángel Giorgio votaron por la confirmación del fallo absolutorio de primera instancia, mientras que Claudia Mizawak se expresó en disidencia, es decir, a favor de que se realice un nuevo juicio.

Enseguida, la Procuración interpuso un recurso extraordinario para ir a la Corte Suprema, y le fue concedido en julio último. Desde entonces, en la familia López hay esperanza, pero también incertidumbre. “Mi familia está peleándola como siempre. Por ahí mi mamá está un poco más desligada de la causa porque mi hermano más chico se ha enfermado muchísimo con todo este arrastre de la causa. Pero la estamos peleando”, señala Gabriel.

—¿Qué recordás de Gisela?

—Recuerdo muchas cosas. Recuerdo su cara, su forma de hablar, sus expresiones. Recuerdo su pelo largo y suelto que siempre tenía y que era con lo que más jodía. La recuerdo siempre descosiendo su ropa, armándola de nuevo, pintándose. Todas esas cosas las he guardado en mi corazón y conciencia. También recuerdo cuando completábamos la carpeta del colegio juntos; y que a la hora de la comida me pedía que cocine, siempre éramos el uno para el otro como hermanos.

—Era fan del grupo La Beriso.

— Sí, era muy fanática de La Beriso. Precisamente, en el 2017 estuve con la banda haciendo un pedido de justicia. Recuerdo que fue en el Club Echagüe, en Paraná, y el cantante repudió la impunidad, y entre los presentes estaba el juez Ricardo Bonazzolla, uno de los jueces que absolvió a los acusados. Había ido con su hija. Yo lo había visto en el ingreso al club y, cuando el cantante pidió que el caso de Gisela no quede impune, quise ver qué cara ponía el juez. No lo pude encontrar.

Gabriel cuenta que días antes de la desaparición, mantuvo un diálogo particular y premonitorio con Gisela. “Una semana antes de que ella desapareciera, nos sentamos a tomar mates. Ella estaba sobre la ventana de casa y me dijo que yo iba a ser papá. Para entonces yo hacía poco tiempo estaba de novio. ‘Vas a tener una hermosa hija y te va a doler el lomo’, me dijo. Yo le respondí que se deje de hablar pavadas. A los tres días de que ella apareció sin vida, cuando el cuerpo estaba en la morgue, me entero que iba a ser papá. Lo tomé como que Gisela volvió a nacer. Cuando nació, a mi hija la llamé Gisela, hoy tiene 3 años”.

“Últimamente, uno de los sentimientos más encontrados es que a ella no la considero como una hermana, porque me tuve que hacer cargo de la causa. A ella ya la siento como a una hija. Y es que con mis 22 años pasé de hacer de hermano a papá, prácticamente. Tuve que sacar fuerzas de donde no había”, agrega.

—¿Cómo te afectó todo el proceso judicial?

—Me afectó mucho porque nunca imaginé estar en una situación así. Más allá de estar con los medios encima, siempre hablé con la verdad. A mí me ensució tanto el fiscal (NdelaR: se refiere al fiscal de La Paz, Santiago Alfieri) como la policía, porque largaban hipótesis que no eran ciertas.

—Siempre fuiste muy crítico de la investigación del fiscal Alfieri, ¿por qué?

—En aquel entonces, cuando empezó la investigación, no sabía dónde estaba parado. En casa no sabíamos lo que era un proceso judicial. Nos dieron vuelta la casa, buscaron huellas, le revisaron hasta la cuenta de pensión de mi vieja, y hasta de dónde sacaba fiado. Todo eso se investigó. Siempre resalto el mal trabajo de la policía. Eso influyó mucho en la causa y, más allá de que me han dicho que me quede callado, no les tengo miedo. Yo tengo que velar por la memoria de Gisela y que algún día se esclarezca el caso y se encuentre a los culpables, sean o no los Saucedo o Vega. Esto se tiene que esclarecer. A ellos los acusaron de un asesinato tan aberrante y nunca se defendieron. Siempre se quedaron callados.

—¿Qué recordás de los días de la investigación?

—Recuerdo cuando me llamaba el fiscal Alfieri para hablar. Estaba atrás porque decían que lo que le pasó a Gisela había sido mi culpa. Esa hipótesis la largó la policía. Recuerdo que me preguntaba con quién estaba esa noche; yo le decía que con mi pareja. Y me preguntaba cómo se llevaba mi pareja con Gisela. Él me decía que yo mostraba cero interés por la muerte de mi hermana, y todo el tiempo me repetía que le ‘chupaba un huevo’ lo que yo decía. Sentía que él quería que yo saliera a dar la cara en los medios por lo que le pasó a Gisela. Yo le decía que no sabía para dónde agarrar, ni el secundario completo tenía. Con Alfieri siempre hablé con la verdad, por más de que haya dudado de mí. 

—¿Si hubieses conocido cómo es un proceso judicial, que habrías hecho?

—Si hubiera sabido, como ahora sé, esto no hubiera pasado. Me hubiera metido en los allanamientos. Hubiese atendido más las levantadas de casas que hicieron. La policía atropelló la casa de mi tía, la mía. No me olvido de quienes le hicieron daño a mi familia.

—También se soltaron muchos rumores en el pueblo

—Acá la gente siempre están para hacer circular versiones, pero cuando vas para que den un dato se tiran para atrás. El fiscal me dijo que lo que le pasó a Gisela va a volver a pasar, porque la gente es muy cerrada. La sociedad tiene que cambiar y no hacer circular rumores que no son, porque se ensucia a la familia y a la víctima, que no se puede defender. Si tuviéramos una prueba, una punta del ovillo, pegaríamos el tirón para avanzar. Pero esta vez iríamos a Paraná y a los medios para que nos den una mano.

—¿Crees que la Corte Suprema pueda darle una respuesta?

—La vez pasada llamé a la Corte Suprema y pregunté por la causa. El secretario me dijo: ‘ Gabriel, lo único que te voy a pedir es que no llames más porque nosotros no somos como en las provincias que te palmean la espalda, que te dicen que sí, como les pasó a ustedes, y que después quedó en nada. Nosotros vamos a trabajar el caso como corresponde y cuando haya noticias usted se va a enterar en el momento correcto’. Agradezco me lo haya dicho con esa sinceridad. Es todo lo contrario a lo que pasó acá, que nos decían que ya estaban prácticamente condenados los acusados. En algún momento quise dejar todo, pero no puedo dejar sola a mi mamá. En algún momento veremos qué pasa: la justicia decide si se va a investigar o nos vamos todos a la mierda.

Este año se espera que la Corte Suprema analice el caso. Para ayudar en ese trabajo, el Instituto Nacional de las Mujeres (INAM) solicitó mediante una nota al presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Carlos Rosenkrantz, que admita que el organismo dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación se presente como «amicus curiae» (amigo del Tribunal).

«El INAM es el organismo rector de la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales. La Ley 26.485 establece en su artículo 9 que una de las funciones de este organismo es la de ‘articular y coordinar las acciones para el cumplimiento de la presente ley’, en este sentido, es responsabilidad y obligación del Instituto, presentarse en causas que versan sobre hechos que infrinjan por acción u omisión alguna norma o principio constitucional relativo a los derechos de las mujeres o de las leyes dictadas en su consecuencia», decía el escrito.

Finalmente, se resumía la hipótesis que sostiene la Procuración: «Gisela López fue sometida y abusada por un hombre que luego la llevó a un predio para que otros hombres hicieran lo mismo. Posteriormente, y con el objetivo de encubrir el delito e imposibilitar su identificación, llevaron adelante el crimen de máxima expresión de la violencia machista y terminaron con su vida». «Sus restos fueron hallados con fecha 10 de mayo de 2016, luego de 18 días de búsqueda, en un descampado muy cerca de su vivienda en la zona de El Bajo”, agregaban.

Gonzalo Núñez

De la Redacción de Entre Ríos Ahora