Por José Dumoulin (*)

 

 

La diputada nacional de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, se mostró a favor de la separación entre Estado e Iglesia.
Dijo: «Me parece muy bien la separación entre la Iglesia y el Estado. Yo derogaría la ley que le da sueldo de secretario de Estado a los obispos, porque creo que esas relaciones no son buenas para los creyentes».
En la página web del Episcopado explican que el Estado hace dos tipos de aportes, los indirectos y los directos:
Aportes indirectos: Son las exenciones o desgravaciones impositivas. Las parroquias, en general no pagan impuestos (inmobiliario, a las ganancias). Todas las instituciones inscriptas en la Secretaría de Culto gozan de estas exenciones. Por el contrario, la Iglesia sí paga los servicios (luz, gas, teléfono).

Aportes directos: Los aportes directos que realiza el Estado Nacional, exclusivamente a la Iglesia Católica, con fundamento jurídico en la obligación constitucional del sostenimiento del culto y como reparación histórica a las expropiaciones realizadas por el Estado a la Iglesia en el siglo XIX, son los siguientes:
Asignación para los Obispos: La Ley 21.950 dispone para los arzobispos y obispos residenciales una asignación equivalente al 80% de la remuneración de un Juez de primera instancia (70% en caso de los obispos auxiliares).
Asignación para obispos eméritos: La Ley 21540 dispone para los obispos eméritos el pago de una suma equivalente al 70% de la remuneración de un Juez de primera instancia (60% para los auxiliares).
Asignación para parroquias de frontera: La Ley 22.162 impone el pago de una asignación para las parroquias de frontera o ubicadas en zonas desfavorables.
Asignación para seminaristas mayores: Según la Ley 22.950, se debe pagar a las diócesis y a cinco institutos de vida consagrada (Dominicos, Franciscanos, Mercedarios, Jesuitas y Salesianos), una asignación mensualpor seminarista mayor.
Jubilaciones para sacerdotes: La Ley 22.430 instituye estas jubilaciones graciables (sin ningún aporte previo) para los sacerdotes carentes de otro beneficio previsional.
El aporte del Estado a la Iglesia es otro tema que, de manera urgente, ebería asumirse y resolverse. Es importante, necesario y saludable la separación Iglesia del Estado, sobre todo para la Iglesia, que lograría independencia.
Por otro lado, son los fieles que profesan la fe católica quienes tienen que asumir madura y responsablemente el mantenimiento del culto.
Es una manera adulta de aportar y contribuir como corresponde a los fieles, y es su obligación moral y no del Estado
La asistencia espiritual por parte de los sacerdotes a los hospitales o fuerzas armadas y de seguridad se puede realizar normalmente, sin poseer una capellanía y dejar de ocupar esos cargos en el Estado, que bien pueden ser utilizados para salud o tener otro destino. Y sería más auténtica y noble esa misión.
La Iglesia es la que debería tomar la iniciativa de dejar de percibir esa asistencia del Estado, y generar en los fieles la conciencia para mantener efectivamente a sus pastores y a las obras de caridad que pueda estar llevando adelante. Si el Estado quiere colaborar para alguna obra especial, puede seguir haciéndolo.
Hay vehículos personales de miembros del clero que no pagan patente por el solo hecho de estar nombre del Arzobispado, so pretexto de un uso pastoral.
Eso debería cambiar.
Tal vez se tenga miedo a perder el poder o la influencia en algunas decisiones. No lo sé.
Me animo a decir –y esto a título totalmente personal–, que el Papa debería hacer lo mismo con el Estado vaticano.
La Iglesia no necesita de un Estado para llevar adelante su obra evangelizadora. Si el Papa visita un país, que lo haga como el pastor que, en nombre de Cristo, visita a sus fieles, pero sin el protocolo que merece por el solo motivo de ser un jefe de Estado.
El vínculo con los fieles es lo que debe estar por sobre cualquier otro vinculo o dependencia.

(*) Expárroco de Santa Rosa de Lima, deVillaguay.