«Estoy re caliente», dice el sacerdote Leonardo Tovar. Acaba de enterarse del descargo del cura Justo José Ilarraz frente al tribunal que lo juzga por los abusos en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo, y se llena de indignación. «Nos ha tratado de mediocres, de ignorantes. ¿En qué cabeza cabe que pueda haber un complot contra Ilarraz?», se pregunta.

En su última oportunidad de declarar, antes del cierre de los debates en el juicio oral por los abusos en el Seminario, Ilarraz ejerció su derecho de defensa, y sostuvo que la causa penal es un invento basado en una conspiración de la que participan las siete víctimas denunciantes, toda la jerarquía eclesiástica y un grupo de curas a los que sindicó como ideólogos de un plan para desestabilizar el obispo Juan Alberto Puiggari.

Tovar razona sobre ese pensamiento y desarma la argumentación de Ilarraz en estos términos. «Es una locura lo de Ilarraz. Inverosímil. Es una falta de respeto a la conciencia humana», asevera primero. «Es vergonzoso lo que ha dicho una persona con tantas acusaciones encima», añade.

«Me llama la atención que las argumentación de Ilarraz hable de un plan para desestabilizar a Puiggari. Se cae ese argumento cuando se pone atención en que la carta que redactamos un grupo de curas fue en 2010, cucando era obispo Maulión, y ni se nos ocurría que Puiggari podía volver a la diòcesis (había sido antes obispo auxiliar, NdelR). Eso, la vuelta de Puiggari, lo sabemos después», plantea. «Todavía estaba Maulión de obispo, y Benedicto XVI de Papa. Lo que nos motivó a redactar esa carta fue el dolor de las víctimas, y la nueva normativa de la Iglesia, con la tolerancia cero a los abusos», señala.

Después, cae en la cuenta de que la victimización de Puiggari en esta causa penal no es un argumento reciente. «Puiggari siempre ha dicho que el único responsable por Ilarraz es Karlic. Eso me lo dijo en una reunión que mantuve con él. ´El único responsable es Karlic´, me dijo. ´Yo era un simple sacerdote, después obispo auxiliar. No tenía nada que ver. El único responsable es Karlic. Yo obedecía a Karlic´, me dijo Puiggari», recuerda.

A esa victimización de Puiggari, le agrega la «apretada» del canciller Hernán Quijano. «Quijano me apretó cuando empezamos a hablar sobre el tema Ilarraz. ´Dejate de joder con Ilarraz. Ya pasó. El único responsable es Karlic. Puiggari no tuvo nada que ver´, me dijo», asegura.

Al margen de esa maquinación, Tovar lo deja al emérito Mario Maulión. «Le hacen firmar la excardinación sin decirle nada de Ilarraz», asegura. Esa excardinación -la posibilidad de mudarse a otra diócesis- ocurrió en 2004.

No hubo tal pretensión de perjuidicar a Puiggari con las denuncias sobre Ilarraz, asegura Tovar, por cuanto antes de que volviera de Mar del Plata a Paraná, en una reunión «de la que participó el abogado Pablo Folonier, acordamos en trabajar en conjunto para denunciar a Ilarraz en la Justicia. Eso le hicimos saber a Puiggari».

La idea, asegura, es cargar toda la responsabilidad sobre las espaldas de Karlic, y de esa estrategia «participaron Puiggari y Quijano, y ahora Ilarraz. Es una triangulación un poco siniestra. Quijano, Puiggari, Ilarraz: los tres apuntan a Karlic. Nadie duda de que Karlic tiene su responsabilidad. Pero llama la atención que Ilarraz, Puiggari y Quijano usen el mismo argumento».

Tovar también le respondió al cura Luis Anaya, que este miércoles, en Tribunales, dijo que nunca supo nada del caso Ilarraz, que de todo se enteró en 2012, a través de lo que se publicó en los medios.

«Anaya nos reunió después que presentamos la carta a Maulión, en septiembre de 2010, en la Parroquia de Borja, y nos cagó a pedos por lo que habíamos hecho. Nos increpó: nos dijo que estaba mal lo que habíamos hecho. Anaya miente cuando dice que se enteró en 2012», asegura.

Al final, resume su pensamiento: «Ellos quedaron del lado del encubrimiento; nosotros, del lado de las víctimas».

 

 

 
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.