«En primer lugar niego cada una de las denuncias que se me imputan», dijo el cura Justo José Ilarraz ante el tribunal que lo juzgó y lo condenó a 25 años de cárcel, integrado por Alicia Vivian, Carolina Castagno y Gustavo Pimentel. Lo dijo antes de conocer los alegatos de la Fiscalía y los querellantes, antes de escuchar la condena en su contra.
Lo dijo con cierta saña.
De modo insidioso, en su declaración Ilarraz descarga su ira sobre los siete denunciantes que lo llevaron a juicio, y los «desmiente», a su modo, pero se centra en uno, Herán Rausch, a quien, de manera insólita, acusa de haber planeado una estrategia para sentarlo en el banquillo de los acusados, destruirlo a él, Ilarraz, a su familia, a la Iglesia Católica, al obispo Juan Alberto Puiggari y hasta el papa Francisco.
En todo, dice Ilarraz, Rausch mintió. Y mintieron los otros seis denunciantes, cuyos testimonios fueron considerados clave por el tribunal al emitir una condena con voto unánime, sin fisuras.
«Otra de las cosas que quiero señalar, es que no le mandé cartas a Rausch, sólo una postal de salutación de cumpleaños, no era una carta para que me respondiera, y sin embargo me escribió; fueron dos años después de ningún contacto, ya que estaba en Roma. Al día siguiente de su cumpleaños, me contesta con una carta a la postal que yo le mandé. Un abusado me parece que no escribe ese tipo de cartas, no condice con lo que dice», plantea Ilarraz.
Sobre ese punto, la jueza Alicia Vivian, en su voto, hizo suyas las explicaciones de los peritos María Zelmira Barbagelata Xavier, María Eugenia Londero y Sebastián Coll, que explicaron que «las manifestaciones de afecto o de sentimientos efectuadas por las víctimas (…) en las respectivas misivas remitidas a Justo José Ilarráz, luego de cometidos los hechos contra la integridad sexual, no contradicen ni niegan la existencia de dichos abusos sexuales,… éstas se pueden explicar por los sentimientos de tipo ambivalentes que caracterizan estos vínculos….en tanto (Ilarraz) representaba una figura de autoridad y cuidado a la vez que su figura se esgrimía como amenazante … deben ser comprendidas en función de la relación afectiva que sostenían con el denunciado, es dicha relación afectiva la que posibilita la concreción del abuso y el sostenimiento del secreto, como así también por… la función que (Ilarraz) desempeñaba para los denunciantes, ubicado no solo en una».
Ilarraz declaró el miércoles 9 de mayo ante el tribunal, un día antes de los alegatos, cuando se conoció el durísimo pedido de condena del Ministerio Público Fiscal.
En su alegato defensivo, enfrentó a Hernán Rausch, denunciante, con su hermano, el sacerdote Diego Rausch, testigo, párroco en Santa Teresita.
Niega que haya sido amigo de la familia Rausch. «Diego Rausch niega eso, sólo (dice) que fui 2 o 3 veces a ver su familia».
Después de refutar todas y cada una de las denuncias -basado solamente en sus dichos: todos mienten- vuelve sobre Rausch: «Quiero decir cómo es que comienza esto: Rausch, celoso de su hermano, me pidió que lo lleve a un viaje y le dije que eligiera a un compañero».
Y se apoya en una inquina personal de Rausch hacia él y de un confabulación universal: aseguró ante el tribunal que «no sólo empezó una persecución tremenda hacia mí sino hacia su hermano (el sacerdote Diego Rausch), respecto de quien dijo que, cuando yo viajaba con su hermano, a él lo dejaban tirado; fue armando un plan sistemático, permanente, perseverante, visitando pueblo por pueblo desde el año 1995, que hizo la denuncia diocesana, entrevistándose con curas enemistados con Puiggari; un hombre que le metió a la psicóloga que estaba bloqueado, él tenía una obsesión de lograr la destrucción mía y colaborar con la destrucción de la Iglesia local de Paraná; llegaron a destruir al Seminario, ese Seminario tenía 150 seminaristas, la calidad de la educación era muy buena y veía que los chicos no querían ir como externos para que no lo violen los curas».
Después, entrevera a otros en ese plan, y enfila hacia la destrucción de la Iglesia y la «destitución» del arzobispo Juan Alberto Puiggari, según la teoría Ilarraz.
«Comenzó (Rausch) a buscarlo a (el sacerdote Leonardo) Tovar, el gran Paladín de la justicia, quien nunca habló conmigo, me conoció acá. Me etiquetó como ´el pedófilo´ y comenzó a unirse con (el exsacerdote José Carlos) Wendler, (el sacerdote Alfredo) Nicola, que tenían problemas con el obispo y me usaban; los Tribunales siempre estuvieron a disposición, no les interesaba eso, les interesaba tenerme vivo a mí para intentar destituirlo a Puiggari, hubo cartas criticando al Papa criticando a Puiggari a fin de lograr la sustitución de un obispo al que no querían; este dolor tremendo que me hizo a mi familia y a mí, yo preferí guardar silencio por respeto a los denunciantes y a la Iglesia, no salí a ningún medio, he sufrido tremendamente».
Después, habla del cardenal Estanislao Karlic, de cómo se enteró de la investigación que se ordenó en 1995, y que concluyó con la sanción del destierro, en 1996. «Voy a Roma, en el año 1995, me llaman del Vicariato y me dicen que hay dos denuncias, DC y Hernán Rausch; lo único que me dicen es que son denuncias contra el sexto mandamiento (´no cometer actos impuros´) y (me preguntaron) si yo me sometía a una pericia psiquiátrica y le dije que sí».
«Me entero por Karlic que se estaba haciendo una instrucción, pero nunca me pude defender de esa instrucción. (El sacerdote Silvio) Fariña estuvo en la misa del sepelio (de su madre) pero nunca me dijo; nunca me llamó a hacer una declaración, nunca me pude defender porque nunca tuve conocimiento, y ni siquiera de un juicio administrativo», dijo Ilarraz.
Como en su declaración en 2015, en 2018 desmiente a Karlic. Cuenta Ilarraz que en Roma «alguien» le dice que Karlic «quiere cerrar» la investigación diocesana que había iniciado en 1995, y que para ello necesita que el sacerdote haga un pedido de perdón. «Me dijo: ´Usted pida perdón por lo que tenga que pedir perdón´. E hice una carta (en 1997, NdelR) en donde en ningún momento reconocí que había abusado a alguien, me presionó con esa carta porque sino no seguía en el sacerdocio y puse ´que no era homosexual y que no tuve relaciones sexuales´ (no dice eso, NdelR); yo pensé que pedir perdón por molestarlo tanto al obispo, por haber afectado con esta revolución, yo nunca recibí una pena, nunca se me comunicó ni oralmente ni en forma escrita solo Karlic me dijo ´no tengas comunicación con los seminaristas y por ahora no vengas a Paraná´; yo ya tenía una destino, La Rioja, para misionar; pero Karlic me dijo que había hablado a Tucumán».
Al final, le tocó el turno a Puiggari.
La Fiscalía le preguntó:
-¿Usted sabe sabe que Puiggari pidió disculpas por los hechos que usted hizo?
-Me tiró tantos comunicados, que estoy al tanto y me causó mucho dolor.
-Usted dijo que Rausch mintió y que por el odio que tiene hacia usted hizo una recorrida buscando denunciantes, dice que Puiggari le «tiró» comunicados en su contra y que el Poder Judicial de Tucumán actuó en su contra, respuestas adversas en sus intereses. Ahora, se pregunta la Fiscalía, ¿tanto poder tiene Rausch para ser el iniciador de todo y montar todo esto?
-Rausch fue el iniciador de todo esto, él comenzó a querer destruirme a mí y después buscó gente para que todo esto fuera creciendo, todos usaron a Rausch, el poder de Rausch es quedaba credibilidad a todo lo que él decía. Las denuncias en Roma que yo tenía eran por el sexto mandamiento que dice «no cometer actos impuros»
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.