El 21 de mayo de 2018, la Justicia condenó a 25 años de cárcel al cura Justo José Ilarraz por abuso y corrupción de menores por siete hechos ocurridos en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo, donde ejerció como prefecto de disciplina. Esa condena fue confirmada por la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia (STJ), que en septiembre de 2020 hizo lugar a un recurso extraordinario federal y envió el caso a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que se expida sobre un planteo de prescripción. Desde entonces, el caso está en esa instancia.
*Por Hernán Rausch (*)
Tres años transcurridos de la mega causa al cura Justo José Ilarraz, uno de los más contundentes e impactantes fallos ocurridos en los Tribunales de Paraná, Argentina y el mundo.
De igual modo, hace poco más de un año se daban por finalizados los procesos judiciales en instancias entrerrianas, dictaminando con absoluta aprobación los abusos cometidos por el clérigo. Decía el juez Bernardo Salduna: “Los abusos perpetrados contra menores en el Seminario están definitivamente acreditados, firmes y consentido, y sobre esto no hay discusión”.
Es una definición impactante, sólida e incuestionable la de este magistrado junto a sus pares, respecto a las conclusiones que llevaron a cabo luego de un largo camino transitado en el Poder Judicial, proceso de investigación que ha superado el obstáculo de la prescripción, que llegó a juicio, y luego la condena de 25 años de prisión sobre el acusado del mencionado caso.
Haber llegado a todas las instancias en el plano judicial provincial, que hayan fallado a favor de sobrevivientes y familiares es más que satisfactorio, pero un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación no dejaría de coronar, mediante su resolución, tan gran acontecimiento.
Después que la Justicia local haya salteado con verdaderos fundamentos y humanidad los procesos que llevó a la condena, esto sentó precedentes y, además, llevó a la creación y aprobación de una nueva ley nacional, la Ley 27.206 sobre el “Respeto a los tiempos de las víctimas”.
Previo a todos estos logros, hubo una sucesión de heroicos actos. Primero, la valentía y coraje de las víctimas, ahora sobrevivientes, que han traspasado las dudas, temores, amenazas, trastornos en su salud, pero que han podido contar, detallar todas las situaciones vividas con el sacerdote, abusos cometidos por una persona adulta hacia menores a su cargo en un internado, como así también el esfuerzo sobrehumano desde la Procuración, fiscales y abogados, partícipes en esta carrera admirable por la justicia. Agradecidos desde ya por su compromiso y valor.
Después de haberse llevado a cabo esta maratónica carrera jurídica en Entre Ríos, que tuvo repercusión en otros países, como España, también mencionada en una película ganadora del Oscar y hasta en el mismo Vaticano, solo esperamos que no permanezca situado dicho expediente en algún rincón, por tiempo indefinido, que no quede apostado en un solo escritorio de la sede del excelentísimo tribunal de la Corte Nacional, ya que, como también ha manifestaba el letrado representante del Tribunal entrerriano, este tema es de suma importancia para la sociedad en general. En ese sentido, pidió a la Corte que se pronuncie de forma «imperiosa e impostergable en la sensible temática que convoca» y así dilucidar «definitivamente la cuestión, fijar doctrina legal y que sirva de directriz para todos los Tribunales del país».
Bien clara su postura, y la solicitud la del Tribunal entrerriano hacia estos temas, que no involucra solo la causa Ilarraz, sino que amplía e implica, inserta y anima a otras, dando esperanzas a diferentes causas abierta en todo el territorio argentino, no solo a nivel eclesial, sino en diferentes ambientes, delitos referidos al abuso sexual en la niñez.
Han sido años de muchos sufrimientos, muchos sometimientos y extorsiones psicológicas, perversas, sugerencias de parte de aquellos implicados en estos casos, colaboradores fehacientes de encubrimientos, sobre todo imponiendo temor, pecado, castigo, actitudes despectivas, división, desarraigo, discriminación, acusación, aludiendo además a traición a la doctrina, siendo que lejos está querer hacer daño y, levanto la voz en nombre de muchos otros, incluso la mayor parte de mis familiares, amigos y conocidos, ya que somos católicos comprometidos con la religión y la sociedad. Frente al comportamiento ante estos atropellos, solo tratamos de actuar defendiendo nuestros derechos y obligaciones, propios y ajenos, hermanados en un mismo objetivo, como hombres y mujeres de bien, de las cuales muchos altos funcionarios no hacen caso ni alarde, insensibilizándose y echando por la borda tanto esfuerzo de parte de muchos que sí estamos comprometidos a hacer una sociedad más equitativa y justa.
Asimismo, me refiero a jueces y fiscales, además de ciudadanos comunes y corrientes, impregnados de valores y templanza, tratando de arrojar un poco de coherencia y estímulo ante tanta indiferencia, perversidad, tormento, avasallo y dolor.
Excelentísimo Tribunal de la Corte Suprema de Justicia de la Nación: no torne infinita esta espera. No aplace ni postergue tanto sus tiempos de expresión sus fallos. Necesitamos su actuación con premura. La sociedad argentina lo necesita, sobre todo en estas cuestiones que hacen referencia a la niñez, a jóvenes y personas adultas, con lo cual, dicho esto, alude e involucra a toda la sociedad.
Se necesita este respaldo, ya que, como bien lo expresa esta nueva ley gestada a partir del caso Ilarraz, “respeto a los tiempos de la víctima”, se denuncia cuando se puede, no cuando se quiere, uno expresa cuando alcanza y logra quebrar esa atadura de la vergüenza, culpa y temor, impuesta por él y demás perversos actores, porque donde hay corrupción y abuso, hay más responsables en estos atentados.
También ahora es tiempo para los sobrevivientes, es tiempo de culminar y cerrar esta espeluznante historia, que estimula e impulsa a más causas, valientes actores que, con coraje y valor, logran y asienta precedente, fortaleciendo el código penal, y da luz, confianza e ilusión a tantas personas.
La sociedad de Paraná, y de muchos lugares, están esperando. Excelentísimo Tribunal, con mi mayor respeto, pero con contundente solicitud, no eternicen sus tiempos de pronunciarse.

Fabián Schunk y Hernán Rausch, dos de los denunciantes del cura Ilarraz.
(*) Hernán Rausch es uno de las siete víctimas denunciantes de los abusos del cura Justo José Ilarraz que ocurrieron en el Seminario Nuestra Señora del Cenáculo, de Paraná.