El 21 de mayo de 2018, el cura Justo José Ilarraz fue condenado a 25 años de prisión al encontrarlo la Justicia responsable de cinco casos de corrupción de menores agravada y dos casos de abuso deshonesto, hechos que ocurrieron en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo durante los años en los que el cura ejerció como prefecto de disciplina, entre 1985 y 1993.
El fallo de primera instancia, dictado en forma unánime por un tribunal conformado por los jueces Alicia Vivian, Carolina Castagno y Gustavo Pimentel, le impuso la prisión preventiva bajo la modalidad de arresto domiciliario hasta que la condena quede firme. Desde entonces, desde el 21 de mayo de 2018, dos años ya, el cura Ilarraz pasa sus días en el sexto piso de un edificio de calle Corrientes al 300, en Paraná, ubicado frente a la Escuela Secundaria Domingo Faustino Sarmiento.
Su situación no ha variado aún cuando otros dos tribunales han confirmado aquella sentencia a 25 años de cárcel.
El 8 de abril de 2019 la Cámara de Casación Penal confirmó la condena. El voto fundamentado del camarista Alejandro Cánepa sirvió para descorrer el velo del encubrimiento tras aquel ensayo de juicio sumarísimo que ejecutó la Iglesia Católica de Paraná en 1995, cuando condenó al cura al destierro luego de haber probado los abusos.
En la resolución de Casación, Cánepa sostuvo que las víctimas de Ilarraz vivieron una verdadera defraudación de su confianza y de sus expectativas por parte de las autoridades del Seminario adonde habían ido a formarse para el sacerdocio, y también de la Iglesia, al verse desprotegidos de los abusos de Ilarraz, “ya que no es cierto que las víctimas de autos no denunciaron a Ilarraz en tiempo oportuno, o que no hayan dado cuenta a otras personas de lo que Ilarraz les estaba haciendo, sino que aquellas ante quienes lo hicieron o quienes pudieron tomar conocimiento de tales situaciones, se preocuparon por mantenerlas en secreto, reserva y sigilo, lo que llevó a que tales hechos nunca salieran a la luz, nunca traspasen la órbita burocrática de la Iglesia Católica local, y no llegaran a oídos de la Justicia, o de cualquier autoridad administrativa estatal y/o educacional, o incluso de los propios padres de las víctimas”.
Más adelante habló del carácter “secreto” que tuvo la investigación canónica ordenada en 1995 por el entonces arzobispo Estanislao Karlic sobre las denuncias por abusos cometidos por Ilarraz y dice: “Las personas a quienes les fue confiado el ´secreto´ se ocuparon durante más de una década de ocultarlo, permitiendo así la impunidad de Ilarraz y mandando al olvido los graves delitos de los que aquellos niños a su cargo fueron víctimas”. Y agrega: «Ese mantener en secreto lo sucedido a las víctimas de autos, no es una cuestión casual, sino que fue sin lugar a dudas un acto de ejercicio de poder de parte de quienes detentaban las jerarquías eclesiásticas que he señalado (Karlic y el arzobispo actual Juan Alberto Puiggari), más preocupados por una situación de prestigio institucional, que de lo sucedido a los niños”.
El 6 de marzo de 2020, la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia (STJ) trató el caso Ilarraz, y emitió el tercer pronunciamiento contrario a los intereses del cura: confirmó la condena, 25 años de prisión, aunque sin modificar su lugar de detención. Sigue con arresto domiciliario en un departamento ubicado en el sexto piso de un edificio de calle Corrientes al 300.
El proceso judicial a Ilarraz dejó en muy mala posición a dos altos dignatarios de la Iglesia de Paraná: el cardenal Estanislao Karlic y el arzobispo Juan Alberto Puiggari.
Cuenta Ilarraz que en Roma «alguien» le dice que Karlic «quiere cerrar» la investigación diocesana que había iniciado en 1995, y que para ello necesita que el sacerdote haga un pedido de perdón. «Me dijo: ´Usted pida perdón por lo que tenga que pedir perdón´. E hice una carta (en 1997, NdelR) en donde en ningún momento reconocí que había abusado a alguien, me presionó con esa carta porque sino no seguía en el sacerdocio y puse ´que no era homosexual y que no tuve relaciones sexuales´ (no dice eso, NdelR); yo pensé que pedir perdón por molestarlo tanto al obispo, por haber afectado con esta revolución, yo nunca recibí una pena, nunca se me comunicó ni oralmente ni en forma escrita solo Karlic me dijo ´no tengas comunicación con los seminaristas y por ahora no vengas a Paraná´; yo ya tenía una destino, La Rioja, para misionar; pero Karlic me dijo que había hablado a Tucumán».
-¿Usted sabe sabe que Puiggari pidió disculpas por los hechos que usted hizo? -le plantearon en Tribunales a Ilarraz.
-Me tiró tantos comunicados, que estoy al tanto y me causó mucho dolor.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora