Las calles de la ciudad son un territorio difícil. Sólo el rigor consigue adocenar a los díscolos, aunque los díscolos a veces parecen ser mayoría. En las calles no hay ley: los automovilistas dejan sus autos en lugares no permitidos. Como una parada de colectivos, una senda peatonal, el ingreso a una cochera, la doble o triple fila. Importa el viaje propio, no el del prójimo. El prójimo sabrá arreglárselas y salir a mitad de calle para tomar el colectivo.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.