«Acercate».
El verbo que utilizó el cura Néstor Toler, párroco de Santos Justo y Pastor, de Colón, resonó durante toda la tarde de este Viernes Santo en la que decidió salir a recorrer los distintos barrios en una procesión que desafió las normas de aislamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia de coronavirus.
Toler es un cura de perfil alto. A mediados de 2019 sorprendió con unas declaracione altisonantes. «Me lo contaron de fuentes reales, cercanas. A mí me lo contaron, y quienes me lo contaron son amigos; también me lo contó gente muy cercana al gobierno”, dijo, sin vueltas, cuando habló del reparto de droga para captar el voto en la costa del Uruguay durante las elecciones generales del 9 de junio del año pasado.
Toler dice que en Colón “todos lo saben”, aunque por primera vez una figura público, un miembro del clero, lo dice abiertamente. Y que la misma situación se repite en otra ciudad importante de la costa del río Uruguay, Concordia.
“Es un hecho. En Concordia también se sabe que es así. Es doloroso. Uno está en la realidad de los barrios y lo sabe”, dijo entonces.
Ahora, vuelve a estar en boca de todos y por algo que roza otra vez el escándalo, en el límite con la ilegalidad: la incitación a violar la cuarentena que rige desde el 20 de marzo último por la pandemia de coronavirus.

Toler se montó a la caja de una camioneta, junto a una chica que cantaba canciones de misa; él, sosteniendo un micrófono a través del cual arengaba a los vecinos, su voz amplificada por potentes altoparlantes puestos en la parte de atrás del vehículo. A poco de andar, un muchacho se subió, y entonces eran tres las personas que no respetaban distanciamiento ni cuarentena, ni llevaban tapabocas como forma de prevención. Los tres en la misma camioneta.
En otra camioneta, un Dodge color borravino, habían montado una cruz de madera con un Cristo, sostenida por dos personas, un hombre y una mujer, los dos trasvestidos con ropajes de otra época. Toler arengaba desde los amplificadores para que la gente se acercara a tocar la cruz, sin importarle demasiado el distanciamiento ni los riesgos de contagio de coronavirus.
«Vayan gurises a acercarse a Jesús», pedía. «Vayan acercándose a Jesús», repetía.
La arenga se matizaba con canciones que pretendían ser pegadizas. La escena resultaba apocalíptica. «Vayan acercándose a tocar a Jesús», incitaba a los vecinos. «Acercate y él te bendice», pontificaba desde los altoparlantes. Los vehículos -el que llevaba al cura, la chica que cantaba, el joven que se agregó a lo último y los altavoces; el de la cruz con el Cristo, más las dos personas trasvestidas- se detenía en algunos puntos elegidos al azar.
«Este virus no nos va a vencer, porque tú estás poniendo la mano», le hablaba a un dios ubicado en otra dimensión.
Después, en un pasaje turbador de su arenga, le agradeció a la Virgen la pandemia porque ha cambiado la dinámica de las familias. Dijo: «Gracias porque nos habíamos aislado para cumplir este pedido que nos hicieron. Gracias porque esta pandemia se vuelve una nueva oportunidad de encontrarnos contigo, en familia. Gracias porque estás recuperando cada detalle en la familia, los momentos, el cocinar juntos, comer en familia, de ir transformando la casa en un hogar, y el hogar en un santuario».
Y otra vez el pasamano: «Acercate y tocalo a Jesús, porque es la fe de tu pueblo la que hoy se está renovando. Acercate a tocarlo a Jesús si queres: él viene a tu encuentro. Viene a sostener a tu familia: acercate. Acercate porque es Jesús en la cruz, que ama a los pobres, que ama a los que sufren, él viene con los brazos extendidos porque está tomando el sufrimiento de nuestro pueblo. Él viene a traer una gran bendición».
De la Redacción de Entre Ríos Ahora