Por Marcelo Albarenque (*)

 

Escribir unos párrafos sobre la actualidad argentina representa un desafío para cualquiera. Como sociedad, nos hemos procurado una escena pública dominada por el vértigo, lo imprevisible, lo inexplicable y lo violento. Por su parte, el nivel de discusión de la clase política se sortea entre lo paupérrimo y lo lamentable. Incluso para los estándares de la política, estos registros de improvisación y oportunismo rayan la vergüenza -excepciones sí, cada vez menos-.

Como cita el periodista Carlos Pagni en sus prestigiosas columnas semanales, “la política se convirtió en un circo sin público”. En alguna instancia, deberemos explicarle a la historia por qué una nación que hizo de las oportunidades para los migrantes, la salud y educación públicas una bandera, que la colocó como una referencia mundial, hoy expulsa a su población y condena a la pobreza a quienes no pueden o no quieren irse.

En este contexto de crisis social y económica, mientras cursamos los agónicos últimos meses del peor gobierno que dio la democracia moderna, asoma el proceso electoral. Luego de las elecciones primarias, se destaca con chances serias de ser electo presidente un economista de profesión, cuyo nombre el grueso de la opinión pública no conocía tres años atrás: Javier Milei.

Me permito una serie de postulados en relación con lo anterior:

  1. Los gobiernos posteriores al 2001 fueron exitosos en duplicar/triplicar la inflación del gobierno anterior, casi una serie Fibonacci si vemos los números -Kirchner 8 %, CFK 24 %, Macri 47 %, Alberto Fernández 114 %-. En consecuencia, se registra aumento de indigencia y la pobreza. El éxito de Milei sería modificar esta tendencia, si lo logra se convierte a su vez en una nueva hegemonía.

  2. Dentro de lo inexplicable y lo caótico que referíamos al inicio, se inscribe el pésimo resultado electoral del frente Cambiemos. Hace un año, era seguro que el próximo presidente salía de este espacio, pero las internas y los egos fueron la forma de “chocar la calesita”.

  3. Igual de inexplicable y caótico es el digno resultado electoral de Sergio Massa y la proyección de crecimiento que ostenta. Téngase presente que es el ministro de Economía del gobierno que logró que el índice de inflación compita con el de Zimbabwe y Líbano, y sea 600 % superior al de un país en el que se registra el mayor conflicto bélico desde la segunda guerra mundial -Ucrania-.

  4. Juan Grabois, uno de los máximos predicadores de la romantización de la pobreza y de la sovietización de la economía, probablemente entienda -o debería- que el caudal de votos que obtuvo es de cristinistas extremos que expiaron la culpa de votar al “traidor de Massa” optando por votar esa segunda marca del frente, previo a votar por obediencia debida -y subsistencia- en octubre.

  5. Las chances de Milei se fundan en el estrepitoso fracaso del gobierno Macrista y las expectativas dinamitadas del posterior ¿gobierno? de Fernández. El grueso del voto del libertario proviene de electores históricos del P.J.

  6. El actual marco normativo y constitucional le impide a Milei realizar la mayor parte de sus propuestas. Para exhibir resultados deberá acordar en el congreso con otros bloques de la “casta corrupta y chorra”, o podrá gobernar por decreto y exponerse a esperables reveses judiciales cuando regule materias que no son propias del presidente de la Nación. Como última opción podrá “Bukelizarse” y convertirse en un dictador cool, siempre -y mientras- que las fuerzas de seguridad y la opinión pública le respondan. Seguiríamos, en este último supuesto, la ruta hacia Nicaragua, Cuba o Venezuela por la mano derecha.

  7. El economista insiste en plebiscitar parte de su programa de gobierno en caso de no conseguir mayorías parlamentarias. Para un referéndum requiere la aprobación del Congreso y, de hacer una consulta de la presidencia, esta será no vinculante y de voto no obligatorio, según el artículo 40 de la Constitución Nacional -además de excesivamente onerosa, tema sensible en su prédica-.

  8. Al eventual gobierno libertario probablemente le convenga concentrar sus esfuerzos en el área económica para exhibir resultados que le permitan darle músculo a su representación en el Congreso en las elecciones de medio término. En el estado actual, insisto, revertir el proceso inflacionario lo coloca en ese sendero.

  9. Tan efectista como confuso es su discurso de “privatizar todo”, citemos dos ejemplos: Aerolíneas Argentinas e YPF. La primera posee cuantiosos activos -rutas, aeronaves, instalaciones, valor de marca, clientes, flujo de caja, etc.- y un déficit operacional atendible con un correcto plan de negocios. Milei propone “dárselas a los empleados en forma de cooperativa” sin explicar -ni por asomo- por qué el Estado nacional cedería bienes a las 9.000 personas que componen la plantilla de la aerolínea, ni a qué título lo haría -es virtualmente dar lo público a lo privado-. Por su parte YPF posee también millonarios bienes y flujo de negocios y no tiene déficit operativo. No se explica por qué ceder a los privados una unidad de negocios que funciona. Podemos recordar el vaciamiento y la estafa que representaron la privatización de la aerolínea y la petrolera en los años noventa.

  10. Relacionar lo público con lo ineficiente es ignorar ejemplos locales e internacionales. INVAP S.A., una empresa de titularidad de la Provincia de Río Negro, fabrica satélites que orbitan el globo, radares que operan en distintos países, y controla el ciclo de energía nuclear para uso civil y aplicaciones médicas. 100 % estatal. Estados Unidos -país de referencia de Milei- posee la empresa estatal de ferrocarriles AMTRAK -National Railroad Passenger Corporation- y el Servicio Postal de los Estados Unidos -United State Postal Service-. Ambas compañías motivo de orgullo y merecedoras de prestigio en aquel país por el soberbio servicio que brindan. 100 % estatal. Claro está que debemos propiciar la iniciativa e inversión privada local e internacional, esto no significa malvender sin motivo aparente bienes que pertenecen al conjunto.

Para quienes contamos con el penoso privilegio de haber vivido los años de la “hiper de Alfonsín” y el estallido de la convertibilidad en 2001, la honesta expresión de deseo es conservar la relativa paz social que aún se mantiene y, encauzar esta sociedad a una senda de salida del caos y la pobreza. Domingo Sarmiento cuando fue presidente encargó un censo y obtuvo que la mayor parte de la población era analfabeta. Creó el sistema educativo público y cambió la historia del país. Cito esto para ejemplificar cómo es posible mejorar el nivel de vida de una sociedad -durante años- sin faraónicos anuncios ni promesas efectistas.

Si tenemos éxito la escena pública será menos vertiginosa, imprevisible, inexplicable, violenta, injusta y decadente y; los ejemplos que nos inspiren -como Sarmiento- serán más recientes.

(*) Marcelo Albarenque publica sus análisis en su blog