El viernes 7 de enero el cura  José Alberto Carlos Barreto se despidió de su último destino pastoral, la parroquia San José de Feliciano, en el norte de Entre Ríos. Inició así un año sabático.

«El padre José solicitó un año sin carga pastoral. Es algo que se puede hacer. Para eso tuvo que renunciar a la parroquia de Feliciano. Pero sigue siendo sacerdote», explicaron desde la curia.

Barreto fue «bedel» -especie de preceptor- en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo en tiempos en que allí el cura Justo José Ilarrraz cometió los aberrantes abusos a menores por los cuales la Justicia lo condenó a 25 años de cárcel. Los «bedeles» son seminaristas avanzados que están al cuidado de los más jóvenes.

Barreto no aportó mucho en la causa Ilarraz a pesar de que trabajó cerca del cura. Otro «bedel», el ahora sacerdote Pedro Amadeo Barzán, afincado en Italia, ingresó en 1983 al Seminario y egresó en 2000, y, según las víctimas, uno de los primeros que oyó de los hechos. Fue en 1994, y ese mismo año también se puso al corriente de los hechos al por esos años rector del Seminario, Juan Alberto Puiggari. Barzán no pudo ser hallado para testificar en el juicio a Ilarraz.

Cuando declaró en el juicio, el 24 de abril de 2018, Barreto jugó al misterio a la salida del salón de audiencias en Tribunales.

Los periodistas lo abordaron, pero contestó a todas las preguntas con evasivas.

-¿Cuál es su relación con la causa Ilarraz?

-Me llamaron

-¿Pero por qué lo llamaron?

-Parece que aparezco en los relatos de los muchachos

-¿Qué función cumplía en el Seminario?

-En su momento…

-¿Qué hacía usted?

-Bueno, en realidad, yo quiero ir a mi casa porque estoy un poquito cansado. Me van a disculpar.

-¿No quiere contar nada de lo que declaró en Tribunales?

-Es que lo que yo tenía para decir lo dije ante el tribunal.

-Está bueno que también se conozca públicamente lo que dijo, porque esta causa que estuvo silenciada mucho tiempo. Por eso lo consultamos a usted.

-Y, bueno, lo que yo tenía para decir, queda grabado, filmado y por escrito

-¿Usted sabía que los chicos lo mencionaban en sus relatos?

-Me dijeron que estaba.

-¿Quién, las víctimas?

-Yo les agradezco, y me da gusto que puedan y quieran contribuir a comunicar a la gente y entre todos podamos crecer en la búsqueda de la verdad, que haya justicia, y que nunca más suceda acontecimientos como estos en ningún lugar del planeta

-Eso no va a suceder en la medida que ustedes no cuenten y digan lo que ocurrió

-Buenas tardes.

Cuando declaró en la etapa de la instrucción de la causa Ilarraz, Barreto, que  supo de los abusos de Ilarraz de boca del sacerdote Eduardo Armándola, hoy en misión en África, dijo conocer a todos los denunciantes.

Estuvo en el Seminario desde 1980 a 1994, y allí fue alumno de Ilarraz. En la Justicia, entonces, dijo sentir “malestar porque ocurrió estando allí y nunca vio nada, ni escuchó nada mientras fue alumno de Ilarraz y luego cuando ya era bedel”.

Entre los curas se suele comentar otro secreto del cura Barreto: su tiempo de estadía en los Estados Unidos, de donde debió ser sacado de apuro por el hoy finado arzobispo emérito Mario Maulión.

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora